Para el constitucionalismo español la cosa empezó a torcerse cuando Sánchez presentó su exitosa moción de censura y ésta contó con el apoyo cruzado de Podemos, sus confluencias preñadas de nacionalismo y el de los separatistas-supremacistas del País Vasco y de Cataluña. Que a los nacionalistas de toda laya les interesa la debilidad política e ideológica del Gobierno de España debería figurar como axioma en el catecismo político de cualquier español, pero en el caso del PSOE-S (S de Sánchez, que ejerce como propietario de facto de esa organización) ese axioma se ha convertido en una conjetura (conjetura=afirmación
matemática que no se puede demostrar ni rebatir, por ejemplo, la conjetura de Goldbach). Conjetura que en este caso lleva el nombre de diálogo, por cuyas venas corre la sangre del actual PSC, el de Miguel Iceta (siempre en la cuerda floja, siempre en el lugar oscuro del equilibrista y siempre perdiendo apoyos electorales).
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