Al final, se van a cumplir los deseos de Pedro Sánchez. Habrá elecciones de nuevo, que era lo que él había decidido en cuanto comprobó, por una parte, que el acuerdo con Ciudadanos seguía siendo tan imposible como lo había dibujado durante toda la campaña electoral su líder Albert Rivera y, por otra, que las pretensiones de Pablo Iglesias seguían siendo las mismas, ministerio más, ministerio menos, que las que había tenido la desfachatez de plantear en enero de 2016, tras las elecciones generales de diciembre de 2015, justo después de ser recibido por el Rey y mientras Pedro Sánchez estaba todavía en la audiencia con Felipe VI.

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