En el consejo de ministros extraordinario que se celebra el lunes 29 de septiembre, el gobierno convoca a los españoles a un acto de "exaltación patriótica" para defender el honor de la patria ultrajada por la envidia y el rencor extranjeros. El 1 de octubre en que, por decisión del gobierno, se han suspendido todas las actividades laborales, se celebra el acto en la Plaza de Oriente.
En medio de un rugido continuo, el ambiente es de una enorme excitación, casi de delirio, de eso que el régimen ha llamado tantas veces "fervor inquebrantable" pero en este momento acompañado de la indignación contra Europa y de pasión y respaldo enardecido a Franco.
En medio del delirio aparece Franco en el balcón del Palacio de Oriente, profundamente envejecido y deteriorado y entonces es ya el acabóse. Franco intenta empezar a hablar pero el griterío se lo impide durante varios minutos.
Por fin, con una voz frágil y casi inaudible, comienza su discurso: "Españoles, gracias por vuestra adhesión y por esta serena y viril manifestación pública que me ofrecéis en desagravio a las agresiones de que han sido objeto...." ¡Viva Franco! ¡Vivaaaaa! ¡Franco, Franco, Franco! No se le entiende más. Se sabe lo que dijo gracias a las transcripciones oficiales .
Este acto tiene una dimensión histórica porque es la última vez que los españoles ven a Franco vivo. Desde ese día ya no se vuelven a emitir imágenes del jefe del Estado.