Pedro Sánchez se ha ido a la Expo de Dubái buscando dinero, inversiones, oportunidades, grifería de hipogrifos de oro quizá. El presidente ya es algo así como el Pocero. Hasta tiene allí esa mirada de estar visualizando grandiosos mazacotes erigidos sobre pedregales y desiertos, seguramente por esos obreros de Florentino que son como los Minions. Parece que estamos condenados a que el dinero siempre esté por ahí fuera, en Bruselas, adonde va Sánchez perdido y necesitado como un ratoncito de laberinto, o en Arabia, adonde va Sánchez como un explorador con sombrilla. En la Expo de Sevilla uno sólo buscaba agua o esa forma enlingotada del agua que es la cerveza (aquel pabellón de Cruzcampo como una fábrica de Willy Wonka derritiéndose ante los ojos). A la Expo de Dubái, sin embargo, va la gente a buscar dinero, que es la cerveza o el sol de allí. Se diría que en España sólo producimos las carencias, las exigencias y los abanicos para aliviarlas o apremiarlas.

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