Los acontecimientos se precipitan y la crisis del relator amenaza con desembocar en elecciones el 28 de abril. El pasado jueves, el gabinete del presidente, con Iván Redondo a la cabeza, entró en acción para intentar frenar la tormenta política generada por las cesiones del Gobierno ante los independentistas a cambio de que apoyaran los Presupuestos y permitieran el mantenimiento de Pedro Sánchez en el poder hasta otoño. Entonces se empezó a estudiar la posibilidad de convertir la crisis en oportunidad, una estrategia que esta semana se termina de perfilar.

El presidente del Gobierno apuesta por elecciones inmediatas, entre el 28 de abril o el súperdomingo del 26 de mayo, para intentar ocupar el centro político que entiende que Ciudadanos ha abandonado al fotografiarse con el PP y Vox el pasado domingo en la manifestación por la unidad de España celebrada en Madrid. Desde que Sánchez fichó a Redondo tras ganar las primarias del PSOE en 2017, sus esfuerzos se han desarrollado en ocupar ese centro político, único espacio por el que le conviene crecer electoralmente para no hacerlo a costa de Podemos, su único aliado en la actualidad para revalidar en la Moncloa. Con ese objetivo también se conformó un Gobierno 'bonito' tras la moción de censura con ministros que representaban posturas de centro y hasta de liberalismo económico que sorprendió por la moderación y el equilibrio alcanzado en el gabinete.

El centro político es el espacio de las grandes victorias electorales y Sánchez entiende que ahora está a su alcance. Al discurso en contra de las "tres derechas" que Podemos y el PSOE han activado se suman otros argumentos. Redondo apuesta por no disputar esa batalla sólo en el campo ideológico, sino también en el de los valores, como ocurrió en las primarias y en la moción de censura, ambas de forma exitosa para Sánchez. En este caso, el presidente del Gobierno se presentará como el líder de la moderación en contraste con el "frentismo" del que acusa a PP, Cs y Vox, a los que señala como instigadores del enfrentamiento, la crispación y la mano dura contra Cataluña.

En ese centro político, ideológico y sociológico que Sánchez aspira a ocupar en las elecciones prima la verdad frente a la mentira; la honestidad frente a la corrupción; la igualdad frente a los privilegios; la solidaridad frente al egoísmo y el diálogo frente a la confrontación y el artículo 155 de la Constitución. El propio presidente ha desarrollado ese argumentario electoral en unos mensajes en la red social Twitter publicados este martes por la mañana.

El relato propiciatorio de las elecciones se completa con el fracaso de los Presupuestos Generales del Estado -tumbados por las derechas y los independentistas catalanes, a los que el PSOE sitúa en el mismo nivel como 'enemigos' de su moderación- y que representa a la agenda social que el PSOE quiere desarrollar en el Gobierno y que ninguno de esos actores ha permitido aprobar. Medidas como la subida de las pensiones, del sueldo de los funcionarios, los permisos de paternidad, la subida del salario mínimo interprofesional, la regulación de los precios del alquiler o de la factura de la luz protagonizarán los próximos Consejos de Ministros antes de la convocatoria electoral, que se firmaría el 5 de marzo en el caso de que se celebren el 28 de abril. El día 14 está descartado, según fuentes del Gobierno.

La finalización de la tramitación de la exhumación de los restos de Francisco Franco y la gran movilización feminista del 8 de marzo completan un escenario electoral propicio para el relato de Sánchez, que en Moncloa piensan que puede tardar en volver a producirse, especialmente a medida que avance el juicio a los líderes del procès independentista catalán y por el desgaste propio de un Gobierno incapaz de aprobar sus cuentas.

Por este motivo, la apuesta -a día de hoy- es la convocatoria inminente de elecciones. Se produciría así, con las generales, autonómicas y municipales en apenas 40 días, ese "cambio de época" con el PSOE como primera fuerza política que los sociólogos de cabecera del presidente vaticinan. Esa circunstancia se sitúa por encima de complicaciones logísticas y organizativas como la celebración de las elecciones europeas, municipales y autonómica en mayo con un Gobierno en funciones o que la campaña electoral comiencen en plena Semana Santa, dos cuestiones que Ferraz minimiza.