Tras una ligera apertura a negociar con el PSOE, Ciudadanos se ha vuelto a cerrar en banda. El optimismo que causó entre los socialistas la posibilidad de alcanzar acuerdos en comunidades como Castilla y León, Aragón o Madrid hizo suspirar en Ferraz por la posibilidad de que el partido de Albert Rivera también contribuyera a la investidura de Pedro Sánchez. Pero las negativas recibidas a sus ofertas para negociar en la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid devuelven a los socialistas al escenario incial: depender de Podemos.
Así lo explican fuentes cercanas al presidente del Gobierno, que, sin el concurso de Cs, asumen que tendrán que afrontar una dura negociación con Pablo Iglesias para amarrar el apoyo de sus 42 escaños. Tras los comicios del 26 de mayo, la realidad se hace patente en el PSOE, que estudia cómo afrontar no sólo la investidura, sino una legislatura de al menos tres años con la aprobación de Presupuestos y de algunas leyes emblemáticas. Pedro Sánchez sólo cuenta con 123 escaños y la mayoría absoluta sigue siendo de 176, a pesar de la suspensión de los diputados independentistas encarcelados.
Aunque el presidente del Gobierno mantiene su apuesta por un Gobierno monocolor con independientes de reconocido prestigio a propuesta de Podemos, en el PSOE se empieza a contemplar incluso el peor de los escenarios: una repetición electoral. Pedro Sánchez no la desea pero tampoco la descarta completamente: dependerá de la cerrazón de Pablo Iglesias a la hora de exigir puestos en el Ejecutivo. En cualquier caso, un acuerdo de gobierno debería someterse a consulta de las bases de ambos partidos.
En Ferraz empiezan a contemplar esa subordinación a Podemos para una investidura que repetiría, grosso modo, la alianza Frankenstein que ganó la moción de investidura. Con la convocatoria de elecciones, Sánchez aspiraba a zafarse de las servidumbres hacia Pablo Iglesias y los independentistas, pero sus 123 diputados le condenan a tener que volver a negociar con ellos. Al menos hasta la investidura.
Moncloa por su parte apuesta por el mismo escenario que lleva buscando desde la convocatoria electoral: un entendimiento con Ciudadanos, la única fórmula que daría estabilidad a la legislatura. Superada una investidura gracias a un acuerdo con Podemos, que no incluyera a dirigentes en el Consejo de Ministros, Sánchez intentaría alcanzar grandes pactos de estado con Ciudadanos forjando una gran alianza de centro que, en el PSOE, entienden que podría interesar estratégicamente a Albert Rivera.
Ciudadanos se consolidaría así como fuerza útil a su electorado desde la oposición arrancando logros al Ejecutivo como hizo durante el último gobierno de Susana Díaz. El partido de Rivera creció así de 9 a 21 diputados en Andalucía. Con esas colaboraciones puntuales con el presidente del Gobierno, Rivera también conseguiría un protagonismo institucional que contribuyera a su objetivo de ejercer como auténtico líder de la oposición frente a Pablo Casado (PP).
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