La presidenta in pectore de Ciudadanos, Inés Arrimadas, avanza cautelosa en las arenas movedizas del proceso de reconstrucción de un partido irreconocible, gobernado ahora por una gestora de tinte continuista. Rechazó formar parte del órgano rector interino precisamente, y según fuentes cercanas a la líder, para "garantizar la neutralidad" en el proceso de primarias, "dar oxígeno" al partido y centrarse en construir su proyecto y su equipo, pero marcando las distancias con Rivera y escuchando al cada vez más amplio sector que recela de la estructura centralizada y presidencialista de su antecesor.

No hay dudas en que será ella. Nadie lo cuestiona a estas alturas, en que la jerezana se erige como líder de facto planteando, desde su posición de portavoz parlamentaria, estrategias de calado a las que pone su nombre -han bautizado como 'vía Arrimadas' el paso adelante de proponer un pacto de investidura entre PP, Cs y PSOE-. El gran interrogante reside en cómo unificará al partido y responderá a las voces que exigen un "cambio en la estrategia, en la organización y en el funcionamiento interno", como demanda un dirigente de la cúpula, consultado por este medio.

La cautela marca los pasos de Arrimadas. Pero en medio de los frentes abiertos de la dirigente, que ya habría comenzado a reunirse con empresarios y colectivos sociales para dar forma al nuevo modelo de partido, una figura empieza a destacar en medio del círculo de confianza de Inés Arrimadas. Luis Garicano representó hace unos meses la cabeza visible de aquellos que presentaron batalla a la vía unidireccional abierta por Albert Rivera y hoy, con el catalán fuera, se ha convertido en "uno de los grandes apoyos" de la dirigente en el proceso de reestructuración.

Se trata del primer exponente de la intención de Arrimadas de contar en su nuevo equipo con voces de las hasta ahora denominadas 'críticas' y rupturistas con el riverismo. En Garicano recayó el único gesto aperturista de la conformación de la gestora al ser parte, como responsable de Asuntos Internacionales, de un órgano integrado en su mayoría por los hombres fuertes de Rivera y manejado, en la distancia, por la propia Arrimadas, que cuenta con dirigentes de la máxima confianza en la mencionada gestora encargada de pilotar una transición "tranquila" hasta marzo.

Comisión Gestora de Ciudadanos EFE

Y el eurodiputado, a diferencia de lo que hiciera con Rivera, ha hecho de su presencia un habitual en los actos en los que está presente Inés Arrimadas. El último de ellos llegó cuando Garicano se situó justo a la derecha de la dirigente en las declaraciones que realizó durante el 41 aniversario de la Constitución en el Congreso de los Diputados, en el que utilizó el espíritu de la Transición para convencer a Sánchez y Casado de la necesidad de alcanzar «un acuerdo de legislatura» que dé estabilidad a España.

Algunos cuadros del partido afirman, además, que "es probable" que Garicano sea uno de los nombres que formen parte de la Ejecutiva, aunque fuentes oficiales recalcan que, aunque Arrimadas "está hablando con todos los sectores" aún "no hay nada definido".

Y que Garicano pueda tener, como apuntan los indicios, un papel destacado en el nuevo equipo de gobierno naranja puede traer consigo un efecto colateral que ya se empieza a tantear. Desde el minuto uno en que se confirmase la debacle electoral, el eurodiputado se ha mostrado favorable a abrir la puerta "a los que se han ido" -fundadores como Xavier Pericay o Francesc de Carreras y dirigentes como Toni Roldán o Francisco de la Torre-, una postura que reafirmaba tan solo horas antes de la celebración del Consejo General.

"Todo el mundo tiene que caber en Ciudadanos. El día que todas esas personas estén será un buen día para el partido. Hay mucha gente que nos ha abandonado, y queremos que vuelvan", alegaba Garicano en una entrevista para TVE, una postura de la que la propia Arrimadas tampoco difiere, al menos públicamente. "El partido estará siempre abierto al talento y a las incorporaciones y me gustaría que cualquier persona que quiera remar por el futuro de este país pueda remar, dentro o fuera", aseveraba días después de la dimisión de Rivera.

Dirigentes dimitidos consultados por este diario, como Francisco de la Torre, mantienen la postura cautelosa que conserva el círculo de la jerezana sobre sus movimientos de ajedrez, aunque no desmienten que se hayan mantenido "conversaciones" con el núcleo naranja para posibles colaboraciones a futuro. Del mismo modo, fuentes del entorno más acérrimo de Arrimadas asegura que "ella está hablando con todo el mundo" sin especificar nombres, fruto de su "capacidad de escuchar y unir", algo que, destacan, "está muy por encima del resto de personas que pudiesen ser candidatos".

Con todo, las fuentes consultadas apuntan a que "hay que esperar", al menos, a los días previos en que se celebren las primarias de Ciudadanos, emplazadas a finales del mes de febrero, para confirmar los detalles. Más que los nombres que formen parte de su war room -se apunta directamente a un núcleo femenino compuesto por Begoña Villacís o Marta Rivera, aunque también a líderes territoriales como Juan Marín o Francisco Igea para dar más peso a las demandas territoriales-, para albergar de nuevo a los dimitidos la dirigente debería elaborar un proyecto que suponga una enmienda a la dirección y estrategia planteada por Rivera y que motivó la salida de importantes cargos, que ahora podrían desempeñar otras funciones en el nuevo Ciudadanos.

Y Garicano, convertido en una especie de pacificador de la disidencia, velará porque eso se cumpla. "Que nadie dude que Ciudadanos va a cambiar mucho", espetaba en el interior del Consejo General para calmar a los que votaron en contra de la lista continuista de la gestora de Manuel Bofill, como Francisco Igea, que calificó de "bochornoso" el nuevo rumbo del partido. "La voluntad de cambio es evidente. Ciudadanos va a sufrir cambios muy importantes. Las cosas van a hacerse bien".