Sólo ha transcurrido un mes desde los últimos comicios -los cuartos en tan sólo cuatro años- y las primeras encuestas sobre intención de voto comienzan a esbozar ya el mapa político de una hipotética tercera vuelta a las urnas que, a priori, no está encima de la mesa. En concreto, el de NC Report que publica La Razón arroja un dato muy significativo: la caída en escaños del PSOE, penalizado por dar oxígeno al independentismo.

Y es que los potenciales electores socialistas ya pasan factura a Pedro Sánchez por su acercamiento y consecuentes cesiones a las fuerzas soberanistas y por su abrazo con Pablo Iglesias horas después del cierre de las urnas, dejando tras de sí meses de bloqueo y de reafirmarse en el 'no' al ya conocido como "pacto del insomnio".

Los electores castigan la deriva secesionista de Sánchez: 354.000 votos menos y una caída de entre dos y cuatro escaños

Así, a apenas unas semanas de las últimas generales -la muestra se realizó entre el 10 y el 13 de diciembre-, la deriva secesionista del PSOE le ha costado nada menos que 354.199 votos, que se traduce en la caída de entre dos y cuatro escaños, hasta situarse en la horquilla de entre 116 y 118, según el mencionado sondeo.

Se trata de las primeras consecuencias del cambio de estrategia socialista que, sin embargo, no ahoga en Ferraz por no entrar dentro de sus previsiones la convocatoria de unas nuevas generales, lo que les da carta blanca para seguir adelante con sus acuerdos con el secesionismo catalán.

En campaña, Pedro Sánchez había endurecido su discurso respecto a Cataluña con el objeto de lograr respaldo del votante constitucionalista de centro. En el debate a cinco, sin ir más lejos, se comprometió a aplicar medidas que implicaba la prohibición de referéndums ilegales o el control de TV3 para acabar con su "uso sectario".

Nada queda hoy de aquellas promesas electorales. Desdeñada la vía constitucionalista, la urgencia de Pedro Sánchez a día de hoy es conservar su asiento en la Moncloa, y ello pasa necesariamente por una negociación para lograr la abstención de los 13 escaños de ERC. El PSOE ha pasado de sostener un discurso intransigente con el soberanismo catalán y a negar contactos con el independentismo a acercarse cada vez más a las peticiones de estas fuerzas, encauzando las conversaciones ya desde el prisma del "conflicto político" y sin cuestionar ya la propuesta de una mesa entre gobiernos para abordarlo.

Los bandazos que hoy castigan los electores de Sánchez pasan también por el abrazo que evidenciaron sendos dirigentes de PSOE y Podemos apenas 24 horas después de conocerse los resultados el 10-N. Ambos dejaban atrás medio año de reproches, de posiciones contrapuestas -en asuntos primordiales como el desafío independentista o la política económica- y, en general, de bloqueo institucional que había acabado llevando a los españoles de nuevo a las urnas.

La deriva soberanista no castiga, sin embargo, a Unidas Podemos, cuyo votante es más transigente con las cesiones a la Cataluña independentista. Resiste en número de votos, con una horquilla de entre 35 y 36 escaños.

Ciudadanos, en proceso de liquidación

Sí hay un partido que obtiene peores cifras que el PSOE. Ciudadanos bordearía el filo de la desaparición cayendo entre dos y tres escaños más, hasta los 7 u 8. No levantan cabeza los de Inés Arrimadas, que aún no se ha convertido en la líder de facto del partido tras la dimisión de Albert Rivera, a los que abandonarían otros 270.000 votantes.

En su mayor parte, la nueva sangría naranja iría a parar al PP y, de nuevo, a la abstención, el mayor lastre de los liberales. Los de Casado, sin embargo, viven una luna de miel después de recuperarse con creces del batacazo del mes de abril y cosechar 89 escaños el 10-N. A tenor de los resultados demoscópicos recortaría distancias con Ferraz, subiendo entre uno y tres escaños.

Los electores de Vox continuarían, de celebrarse comicios, fieles a la opción que eligieron hace un mes, con una horquilla de entre 52 y 54 asientos y reforzando su privilegiada posición de tercera fuerza.

Con Albert Rivera fuera de política -hace tan sólo unos meses el liderazgo de la oposición llegó a peligrar para Génova cuando los liberales se quedaron a escasos 200.000 votos del sorpasso- y con un Ciudadanos en proceso de reconstrucción, Santiago Abascal se erige como el gran enemigo a batir de los populares para que Pablo Casado se siente en Moncloa.