Los universitarios, como el resto de la población española durante esta crisis del coronavirus, han tenido que cambiar su rutina. Las clases y, sobre todo, los exámenes han pasado de hacerse de forma presencial a la modalidad en línea. Estos estudiantes, a diferencia de los alumnos de los colegios e institutos, son más independientes y están más acostumbrados a utilizar herramientas digitales para su aprendizaje.

Sin embargo, el confinamiento ha trastocado la forma en la que los universitarios se relacionaban con sus compañeros y con los profesores. La mayoría de centros están impartiendo clases online a través de plataformas de videoconferencia como Zoom o Blackboard, y comparten el temario en las aulas virtuales.

Los exámenes online son los que más problemas están generando entre el alumnado, que se queja especialmente del escaso tiempo que les proporcionan los profesores para terminarlos. Roberto (no es su nombre real, como el del resto de universitarios que participan en este artículo) estudia Ingeniería Biomédica en la Universidad Politécnica de Madrid. Denuncia que los profesores "con la intención de que no nos copiemos" han dado un tiempo "bastante corto".

Para un examen que de forma presencial habrían hecho en una hora, "nos han dejado media hora o 40 minutos". "La queja general de toda la clase ha sido que no nos ha dado tiempo de hacer el examen. Con la idea de que no miremos los apuntes y no copiemos, nadie ha terminado" la prueba.

Algo similar le ha ocurrido a Silvia, que cursa la carrera de Contabilidad y Finanzas en la Universidad de Alcalá de Henares. "Dejaban un tiempo muy corto y no podíamos volver atrás para revisar las respuestas, por lo que estamos pensando más en acabar todas preguntas que en contestarlas bien, y creo que no están pensando en lo que nos perjudica a nosotros" esa mecánica de evaluación.

Todas las pruebas que ha hecho Silvia hasta ahora han sido tipo test, algunas con "parte práctica" y otras centradas en la rama teórica. "Si no respondemos en 30 segundos a cada pregunta, no llegamos al final del examen", explica esta alumna, a la que los catedráticos vigilan por la cámara de su ordenador mientras resuelve los ejercicios.

A esta falta de tiempo se le suman los problemas de conexión durante las pruebas. "No todos tenemos la misma conexión a internet y eso puede dar problemas", evidencia Lucía, alumna del Máster en Análisis Económico en la Universidad del País Vasco.

El examen se hace a "una hora determinada" y, si se cuelga la plataforma, los estudiantes pierden parte del tiempo. "Hacer las pruebas en línea produce más nerviosismo que si se hiciesen en papel, porque el papel da mucha más seguridad. En los presenciales, están el alumno y el examen, pero en los online se añade un tercer elemento tecnológico, y dependemos del ordenador y la conexión", declara Alberto, que estudia el Máster en Gestión Internacional de la Empresa en el ICEX.

"Están poniendo preguntas de lo que dimos en las clases presenciales y de lo que hemos dado online, porque, como avanzan en el temario, se supone que es como si lo estuviésemos viendo en clase", dice Silvia. El estado de alarma, que en principio se iba a alargar hasta el 28 de marzo, descompuso la organización del curso. Algunos estudiantes no recibieron las primeras clases por internet hasta dos semanas después de que empezase el confinamiento, con el déficit de aprendizaje que ello conlleva.

"Las clases online funcionan distinto, porque no las damos a una hora determinada, sino que el profesor ha ido subiendo vídeos. Empezó a subir los vídeos dos semanas más tarde de que empezase la cuarentena, por lo que llevábamos dos semanas de retraso en algunas asignaturas. Hemos perdido dos semanas, mientras que las fechas de los exámenes se han mantenido. El temario se da, pero mucho más rápido", señala Roberto. No obstante, el resto de alumnos declaran que asisten a las lecciones desde su casa a través de las plataformas que han dispuesto sus universidades.

"La calidad de una clase virtual no es la misma que la de una presencial", indica Lucía. A esta estudiante le resulta "más pesado" tener que seguir la lección desde la pantalla de su portátil y recalca que "no es lo mismo preguntar dudas por Zoom que de forma presencial". Además, nota la "falta la interacción con los compañeros, que también ayuda a aprobar asignaturas".

A todo esto se añade que la situación de confinamiento, como afirmó ayer el propio ministro de Universidades, Manuel Castells, da lugar a lo que él mismo denominó como "problemas psicológicos", es decir, "la incertidumbre, la angustia, la falta de capacidad de concentración para muchos estudiantes" por la forma en la que está avanzando el curso.

"La situación es mucho más complicada que cuando tienes una dinámica de estudio habitual como la que teníamos antes de la cuarentena", lo que lleva a los universitarios a tener "más carga en un espacio más complicado", indica Roberto.

Los rectores no aciertan a fijar la fecha de los finales

Castells avisó este jueves de que no garantizaba que se pudieran celebrar exámenes en las aulas este curso, por lo que agrandó la incertidumbre que están viviendo los estudiantes ante el caos universitario generado por la crisis del coronavirus.

Es inevitable que en algún momento se den cuenta de que no es viable juntar a 300 alumnos en varias aulas y hacerlo con la seguridad sanitaria que requiere"

Alberto (ICEX)

Las universidades informan a cuentagotas de las fechas de los exámenes. Este mismo jueves, los alumnos de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC) estallaron en Twitter contra los constantes cambios en la celebración de las pruebas finales. Antes del estado de alarma, la evaluación extraordinaria iba a tener lugar en mayo, pero el rectorado los cambió a junio por la crisis del Covid-19. Ayer, los estudiantes fueron informados que los exámenes se harán finalmente en mayo, como se estableció en un principio, trastocado de esta manera la organización de sus universitarios.

En el Máster en Gestión Internacional de la Empresa en el ICEX las puntuaciones de los exámenes tienen una especial importancia, ya que es el baremo con el que se medirá la posición en el máster de los estudiantes, por la cual luego los alumnos podrán elegir la oficina comercial extranjera en la que quieren realizar sus prácticas, es decir, la segunda parte de la beca.

Alberto, que quiere pasar el año 2021 trabajando en Sao Paulo, recibió ayer la noticia de que tendrá que realizar 14 pruebas finales, las correspondientes al segundo trimestre -que no se pudieron hacer- y las de la tercera fase, en las dos primeras semanas de junio. Critica que para los rectores del ICEX "sólo hay una opción: hacer los exámenes presenciales".

"Es inevitable que en algún momento la dirección del máster y la universidad se den cuenta de que no es viable juntar a 300 alumnos en varias aulas y hacerlo con la seguridad sanitaria que requiere. Siguen con la esperanza de que se puedan hacer de forma presencial, hasta que vean que no es posible y opten por hacer todos los exámenes online", sentencia este estudiante.