Gallegos y vascos estaban llamados a las urnas el pasado 5 de abril, pero la pandemia del coronavirus se lo llevó todo por delante, incluidas las elecciones. Ahora, cuando los efectos del Covid-19 empiezan a amainar y todo el país se encuentra ya en la apodada como ‘nueva normalidad’, las autonómicas vuelven a situarse en el centro del foco mediático, no sólo por ser el espejo en que se mirarán futuros comicios en España, al menos hasta que haya vacuna o tratamiento eficaz contra el virus, sino porque el 12-J será el experimento de unos protocolos de actuación hasta ahora desconocidos.
Y más allá del ensayo de nuevas fórmulas de campaña electoral -sin reparto de propaganda, sin abrazos ni apretones de mano, y con mítines muy limitados- el 12-J conlleva importantes implicaciones políticas ya que, en parte, los partidos nacionales podrán medir por primera vez si sus votantes aprueban o no su posición y gestión durante la pandemia, dada la polarización y crispación que se ha instalado en el Congreso de los Diputados.
Pero las autonómicas tendrán especial relevancia para la estrategia del principal partido de la oposición, habida cuenta de las dos almas que conviven en el PP y del hecho de que su líder, Pablo Casado, deba decantarse por una de ellas para el resto de la legislatura y, sobre todo, ante la posibilidad de que pueda allanarse el camino para un adelanto electoral a nivel nacional, tal y como ya prevén algunos sectores en Génova. Ambos modelos de partido cuentan con un representante de cara al 12-J. De un lado, los comicios enfrentarán a la corriente con la estrategia más moderada que encabeza el gallego Alberto Núñez Feijóo; del otro, Carlos Iturgaiz, identificado con el ala más conservadora, es el candidato de la coalición PP+Cs en País Vasco.
Con todo, el contexto electoral en que se contrapondrán ambas estrategias son muy distinas. La casi segura victoria de Feijóo -el líder gallego está al borde de firmar su cuarta mayoría absoluta- no se puede considerar como un éxito de Pablo Casado ya que, como defienden expertos y han venido demostrando las encuestas, los electores del PP gallego no votan por las siglas, sino por Alberto Núñez Feijóo. En todo caso, los resultados servirían para reforzar el perfil del gallego dentro del partido e, incluso, de la dirección.
Tampoco serían del todo extrapolables los resultados en Euskadi, donde el PP parte ya de una débil posición en la que casi roza la irrelevancia y que tratará de remontar en parte con los enteros que pueda ganar gracias al impulso conjunto con Ciudadanos, que tampoco cuenta con representación en País Vasco. En este terreno los populares no juegan por la victoria, sino por la supervivencia.
La principal diferencia es que la implicación de Pablo Casado y de Génova en el PP vasco sí ha sido absoluta: el líder del PP fulminó al hasta entonces dirigente de los populares en Euskadi, Alfonso Alonso, a finales del mes de febrero y apostó como candidato a lehendakari por uno de los hombres fuertes del ex presidente José María Aznar, Carlos Iturgaiz. Y no sólo eso, sino que la dirección nacional impuso también en Euskadi la coalición con Ciudadanos, un pacto que Casado también quiso impulsar, sin éxito, en Galicia, donde Feijóo volvió a reivindicar su independencia y dio portazo a toda posibilidad de alianza con los de Arrimadas.
Feijóo roza la cuarta victoria
El aplazamiento de los comicios en Galicia han beneficiado aún más a Alberto Núñez Feijóo. A tenor de lo que reflejan múltiples encuestas, incluido el CIS de Tezanos, los electores aprueban la gestión del actual presidente de la Xunta durante la pandemia. Recordemos que Galicia ha sido la primera comunidad autónoma en estrenar la apodada como nueva normalidad, en la que lleva desde hace una semana, después de solicitar Feijóo el levantamiento del estado de alarma por los buenos datos epidemiológicos de la región.
Galicia ha sido la primera comunidad autónoma en estrenar la 'nueva normalidad' por el control del virus en la región
Antes de la pandemia, uno de los principales temores del PP gallego era que la ajustada mayoría absoluta que entonces le daban los sondeos terminase jugando a favor de Vox, y que necesitase a los de Abascal para gobernar otros cuatro años, un escenario que sigue sin entrar en los cálculos de Núñez Feijóo. Ese fantasma, de momento, ha desaparecido: las encuestas niegan representación tanto a Vox como a Ciudadanos en el Parlamento gallego.
El barón del PP ha seguido además su propia estrategia, muy diferenciada en ocasiones del bronco discurso del líder nacional. Todo apunta a que marcará perfil propio y abordará una campaña personalista y nada ideologizada, como ha venido haciendo hasta ahora. Feijóo ha rehuído casi en todo momento la crispación en el Congreso y ha pedido moderación, diálogo y acuerdo al presidente de su partido, una estrategia que tímidamente empiezan a abordar en Génova 13.
Feijóo llegó a exponer en público la rivalidad ideológica que le separa del sector que perfila Cayetana Álvarez de Toledo. Hace poco calificó de "error" que la portavoz parlamentaria llegase a "perder los papeles" con Iglesias en el Congreso, y a morder el "señuelo" de la crispación. "A mí tampoco me gustan algunas de sus intervenciones", se reafirmó poco después la diputada popular.
El perfil propio del gallego se dejó ver también en su relación con el Gobierno: mientras Casado denuncia en las instituciones la "nefasta" y "negligente" gestión de Sánchez, "la peor en todo el mundo", Feijóo ha evitado las críticas e, incluso, ha ensalzado "el esfuerzo del Gobierno central" durante la crisis.
No sólo Casado acompañará a Feijóo durante la precampaña y la campaña, sino también Mariano Rajoy, "una persona muy querida" en la comunidad.
Casado y Arrimadas, juntos en Euskadi
El paisaje en País Vasco es radicalmente opuesto al de Galicia. Casado se enfrenta a un doble reto en este territorio: por un lado, si la destitución de Alonso y la apuesta por Iturgaiz, o en otras palabras, si la apuesta por un perfil duro a costa de uno moderado termina con un balance positivo para los conservadores; y, por otro, será el primer experimento después de Navarra en que Casado ensaya uno de sus proyectos estrella: la suma con Ciudadanos y el nonato España Suma.
En la dirección popular nunca han ocultado que la gran alianza con los naranjas a nivel nacional ha sido un objetivo desde incluso antes del 28-A, aunque ese escenario se encuentra ahora más lejos que nunca por el decidido giro estratégico de Ciudadanos a nivel nacional, que se consagra a su vez como partido bisagra, defendiendo la buena sintonía con el PP en el ámbito territorial y con el PSOE en el Congreso de los Diputados.
Ni PP ni Ciudadanos ocultan por otro lado la buena salud de la que goza su alianza en País Vasco, hasta el punto de que la líder de los liberales, Inés Arrimadas, interrumpirá su baja por maternidad para participar junto a Pablo Casado en un mitin de apoyo a Carlos Iturgaiz, en el que se prevé como uno de los momentos cumbre de la campaña vasca.
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