Pedro Sánchez tiene sobre el tablero el nombre de tres ministros que pueden pasar a desempeñar cargos trascendentales tanto europeos como internacionales, lo que le obligaría en algún caso a abordar una remodelación ministerial limitada o aprovechar la coyuntura para introducir cambios más amplios y apartar a los más quemados. Hay coincidencia en el Ejecutivo de coalición respecto a la voluntad e intención de Sánchez de intentar llegar a 2023 sin convocar elecciones anticipadas, cuestión que le ha trasladado la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, al líder del PP, Pablo Casado, advirtiéndole que "la legislatura va para largo".

Pero si bien nadie en el Gobierno de coalición ve un escenario electoral a corto y medio plazo -que tampoco conviene a Podemos- no descartan cambios en el Ejecutivo. Y ahí es donde entra en liza el nombre de la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, con muchas papeletas para dirigir la Organización Mundial del Comercio, lo que le abre a Sánchez una ventana de oportunidad para escoger "a alguien con un más perfil y peso político", a juicio de algunos sectores del Gobierno. Si se limitara a buscarle un sustituto "eso no se puede llamar crisis de Gobierno", aducen en el PSOE, aunque una vez que se abre ese melón nunca son descartables más cambios.

De González Laya destacan sus méritos, pero apuntan a que tampoco "ha brillado" especialmente sobre todo después de sustituir a alguien con tanto carisma como Josep Borrell, actual Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores.

La "dastis" del PSOE

También le ocurrió al antecesor de Borrell en Exteriores, Alfonso Dastis, muy desdibujado al frente de una cartera que exigía una fuerte pedagogía europea en pleno desafío independentista en el que había estado, sin embargo, muy implicado José Manuel García Margallo. En el PSOE aducen que González Laya "no lo está haciendo mal" y que en sus comparecencias parlamentarias se muestra correosa, pero también admiten que ese "es un puesto para brillar", y no es el caso.

A cambio, dicen, sí tiene todos los méritos y currículum abrumador para dirigir la OMC, "donde todos la quieren". Y es que la titular de Exteriores fue entre 2002 y 2005 portavoz de comercio para la Comisión Europea y asesora del entonces Comisario de Comercio. Después fue, precisamente, jefa de gabinete del director general de la propia OMC,  Pascal Lamy, hasta 2013. Mujer políglota, fue la representante de la OMC en el G-20  y, además, estuvo al frente del Centro de Comercio Internacional (CCI).

Los Veintisiete se han citado para una nueva reunión a mediados de julio

El Ministerio de Exteriores juega un papel fundamental en el actual tablero europeo, donde se dirimen las ayudas a España por la pandemia del Covid-19 y la condicionalidad de las mismas, auténtico caballo de batalla que retrasa el acuerdo. No estaba previsto que en la reunión del Consejo Europeo del viernes pasado se alcanzara un acuerdo, pero Sánchez avisó de que "cuanto más tiempo perdamos, más profunda será la recesión".

Además, recalcó ante sus colegas que "lo que está en juego aquí es el futuro del proyecto europeo". "Sin un acuerdo todos perderemos", subrayó. Tras cuatro horas de cumbre telemática, los Veintisiete se han citado para una nueva reunión a "mediados de julio" que, si es posible, será presencial en Bruselas y en la que intentarán llegar a un acuerdo, informa Europa Press.

No es, en todo caso, el único nombre que tiene Sánchez sobre la mesa para mejorar la presencia institucional de España en Europa. A las aspiraciones de la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, a presidir en Eurogrupo -candidatura que se tiene que despejar esta semana- se une la del titular de Ciencia, Pedro Duque, para dirigir la Agencia Espacial Europea (ESA, en sus siglas en inglés), en 2021. A diferencia de Duque, Calviño no tendría que dejar el Gobierno, y a Sánchez "le resulta mucho más fácil sustituir a Laya y al astronauta que si tuviera que buscar un recambio para la vicepresidenta económica", explican la fuentes consultadas.

Sánchez y Economía mantienen cautela sobre las opciones de Calviño. No quieren formalizar su candidatura hasta tener amarrados los apoyos y evitar el fracaso que supuso lanzarla para el Fondo Monetario Internacional (FMI). Lo de González Laya tampoco está cerrado a pesar de partir con ventaja hasta el punto de que en el Gobierno aseguran que "basta que digan que sí Sánchez y ella para que se vaya a Ginebra", pero en un giro de guión podría verse superada por un aspirante africano en el delicado juego de pesos y contrapesos que antecede al reparto de cardos en las instituciones internacionales.