Feijóo arrasa, Casado naufraga. Esta es la fotografía más clara de una noche electoral agridulce en Génova. En País Vasco, la derrota es doble para Pablo Casado: por un lado, su apuesta personal, Carlos Iturgaiz, se ha quedado lejos de igualar si quiera la anterior marca de los populares en Euskadi -la que firmó Alfonso Alonso, fulminado por la dirección popular para imponer al actual candidato- y ha salvado cinco de los nueve escaños que obtuvieron en 2016; y, por otro, ha fracasado también el experimento que se fraguó en las filas populares y para el que lograron convencer a Ciudadanos, al menos en País Vasco, y veremos si en Cataluña.

En la atípica noche electoral de este 12 de julio, entendida como el primer examen político tras los devastadores efectos de la pandemia en España, una cuestión ha quedado patente en las filas populares: mientras en País Vasco miles de votantes de derechas han preferido mirar a Vox que fiar su destino a PP y Ciudadanos, en Galicia el líder gallego marca el camino de la victoria al líder nacional, mientras se multiplican las voces que pronostican un futurible salto de Feijóo a Madrid que terminase desplazando al propio Casado.

El recién reelegido presidente de la Xunta ha protagonizado una campaña separada de las siglas del PP y del propio Casado -apenas se les ha visto un par de veces juntos-, al tiempo que ha logrado neutralizar la influencia con la que pudiera soñar Vox en el Parlamento gallego. La cuarta mayoría absoluta que firmó anoche Feijóo con nada menos que 41 escaños -igualando los de 2016 con 57.000 votos menos, a la par que el récord del histórico líder PP Manuel Fraga- no solo viene a demostrar la hegemonía del barón popular, sino que ha avalado la política de la moderación frente a la derrota del discurso del frentismo, el heredado de la época de José María Aznar y que en Euskadi representaba Carlos Iturgaiz.

A lo largo de la pandemia, el gallego ha sido quien ha puesto con mayor énfasis el acento en el discurso moderado frente a la crispación que se respiraba en el Congreso de los Diputados de la mano de su propio jefe de filas. Frente a la ruptura de puentes en Madrid, Feijóo insistía en la necesidad de llegar a acuerdos en un momento de emergencia nacional. Y mientras Casado evidenciaba uno a uno los errores de la "negligente gestión" de Sánchez, el barón popular respondía con mesura agradeciendo el "esfuerzo" del Ejecutivo. De hecho, la presión que ejerció en algunos momentos -junto a otros de los líderes del ala moderada del partido- terminó decantando la balanza en Génova, como ocurrió en la votación de la cuarta prórroga del estado de alarma, en que el PP se decantó finalmente por la abstención para "dar tiempo" a Sánchez frente a algunos sectores que ya defendían un 'no' férreo a toda vez de acuerdo con el Ejecutivo.

Más allá de los resultados electorales, el PP libraba este domingo su particular batalla interna: la de contraponer las dos almas que viven en el partido, la moderación con la crispación, el centrismo contra el conservadurismo, Feijóo frente a Iturgaiz. El primero ha rehuído la bronca y ha arrasado optando por el diálogo y mirando al centro, muchas veces en contra del criterio de la dirección nacional, negándose desde el primer momento no sólo a la coalición con Ciudadanos que pretendía imponer Génova, sino cerrando la puerta a toda posibilidad de acercamiento a Vox con el que el PP no está del todo incómodo en algunos gobiernos territoriales. "Prefiero moderación a las posiciones intransigentes tanto de la izquierda como de la derecha", defendía Feijóo en su discurso de agradecimiento tras conocerse los resultados electorales.

Feijóo llegó a exponer en público la rivalidad ideológica que le separa del sector que perfila exponentes como Cayetana Álvarez de Toledo, calificando por ejemplo de "error" que la portavoz parlamentaria azuzase el "señuelo" de la crispación en el Congreso.

Mientras, el panorama en País Vasco era radicalmente distinto. El líder del PP decidió fulminar el pasado mes de febrero al hasta entonces dirigente de los populares en Euskadi, Alfonso Alonso, -quien, como Feijóo, pertenece también a la llamada 'ala moderada'- e imponer en su lugar como candidato a uno de los hombres fuertes del ex presidente José María Aznar que, en su discurso, ha incluido guiños para atraer al electorado de Vox. Así, mientras el resultado del PP -en coalición con Ciudadanos- se hundía hasta los cinco escaños, se daba alas al mismo tiempo a las aspiraciones de Santiago Abascal, que lograba un escaño por Álava.

Desde Génova se aferrarán ahora a la victoria en Galicia para taponar la sangría de votos en Euskadi. Pero la derrota de Iturgaiz es responsabilidad de Casado. Y la victoria de Feijóo es casi exclusiva de Feijóo.