Cultura

El Gran Museo Egipcio, con los mayores tesoros faraónicos del planeta, abrirá en otoño

El centro, cuya inauguración acumula años de retrasos por falta de recursos económicos e inestabilidad política en Egipto, está ubicado a dos kilómetros de las pirámides de Giza

Uno de los restauradores del Gran Museo Egipcio. FRANCISCO CARRIÓN

Promete lucir en sus salas la mayor colección de arte faraónico del planeta, con los 5.000 objetos del ajuar de Tutankamón como la joya de la corona. Tras años de retraso sobre la fecha prevista inicialmente, el Gran Museo Egipcio, una mole emplazada a un tiro de piedra de las majestuosas pirámides de Giza, abrirá sus puertas el próximo otoño. Así lo avanzan en primicia a El Independiente altos cargos del régimen egipcio que trabajan directamente en los preparativos de la ceremonia.

“Estamos precisamente trabajando en esa apertura”, reconoce a este diario Ahmed Issa, ministro de Turismo y Antigüedades de Egipto. Los cálculos que internamente manejan las autoridades del país árabe pasan por anunciar la fecha definitiva de la inauguración en el plazo de dos meses. “Una vez realizado el anuncio, la ceremonia se celebrará en seis meses”, promete Issa, un ex banquero que asumió el pasado verano la tarea de potenciar un turismo golpeado por una década de turbulencias políticas y los efectos de la pandemia del coronavirus, en una coyuntura marcada por la inestabilidad económica del país y el aumento de la pobreza.

Un proyecto con 21 años de vida

Cuando finalmente abra sus puertas, el proyecto habrá sumado 21 años de ejecución, desde el lanzamiento de la licitación internacional para su diseño arquitectónico hasta una construcción, lastrada por la falta de recursos económicos y las revueltas que en 2011 derrocaron a Hosni Mubarak. La intención del régimen que dirige con mano de hierro el mariscal de campo Abdelfatah al Sisi es hacer de la ceremonia inaugural un desfile de mandatarios internacionales. “Necesitamos tiempo para preparar el museo para la asistencia de los líderes globales que serán invitados al tour inaugural”, relata Issa.

El visitante entrará a un mundo nuevo. Descubrirá el tiempo de los faraones desde el 3000 a.C. hasta la época de los griegos y los romanos en Egipto

FOTOGRAFÍA: Nigel J. Hetherington

Financiada a golpe de préstamos del Gobierno japonés, la mayor galería de tesoros faraónicos del planeta -con un coste aproximado de 550 millones de dólares- ofrecerá en sus 92.000 metros cuadrados de superficie el ajuar completo de Tutankamón, descubierto por Howard Carter hace un siglo, y nutrirá sus vitrinas de los ingentes hallazgos arqueológicos que han firmado las misiones extranjeras y locales que llevan décadas horadando las arenas de Egipto. Se sumará a una oferta inmensa, plagada de templos y necrópolis a lo largo y ancho del país. “Estamos en proceso de mejorar la calidad de los museos y los yacimientos arqueológicos. Egipto cuenta con 130 sitios arqueológicos abiertos al público y 30 museos”, señala el ministro.

Un catálogo en el que el Gran Museo Egipcio figura como principal reclamo. El exterior del nuevo complejo se concluyó hace algunos años. Su fachada, compuesta de icónicas formas piramidales, ha ido tomando forma a unos metros de una de las carreteras que conducen hasta la necrópolis de Giza.  A dos kilómetros de las Pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos, se trata, en realidad, de un macroproyecto de 117 hectáreas que promete ser el mayor centro consagrado a la historia del antiguo Egipto. Bajo el auspicio de la UNESCO, la iniciativa fue alumbrada en 2002 con la aspiración de rejuvenecer la exhibición del arte faraónico, hasta ahora confinada en las salas polvorientas y caóticas del Museo Egipcio de la céntrica Tahrir, que se mantendrá abierto con una oferta bajo estudio.

En el taller donde se "curan" las piezas

“El visitante entrará a un mundo completamente nuevo. Descubrirá el tiempo de los faraones desde el 3000 a.C. hasta la época de los griegos y los romanos en Egipto. Será un viaje a través del tiempo y, por supuesto, la estrella seguirá siendo Tutankamón, de 3.500 años de antigüedad”, admite Tarek Taufik, quien fuera supervisor general del Gran Museo Egipcio. En los últimos años el recinto se ha puesto a prueba. En sus laboratorios, emplazados junto a la exhibición, se han restañado las heridas todas las piezas de diversos materiales que han ido recalando en la institución, procedentes de otros museos y de almacenes desperdigados por el país.

Unas instalaciones punteras que han servido de quirófano para una amplia variedad de piezas: de los carros dorados del “faraón niño” a delicados papiros y estatuas en piedra de otros conocidos faraones. “En estos momentos estamos examinando la pieza con el microscopio. La tercera etapa es el estudio experimental para elegir el material conveniente para la limpieza o la consolidación”, explica Ammar Abdelrabu, integrante del ejército de restauradores del Gran Museo Egipcio. Bajo la lupa, una pieza de joyería de la colección de Tutankamón.

Con sello español

Las autoridades egipcias prometen una experiencia audiovisual que tiene ADN español. Los vídeos y las recreaciones están firmadas por la multinacional española Acciona, desde "los grafismos, las maquetas, las reproducciones de elementos a escala real hasta la iluminación expositiva y escenográfica, que apoyarán el discurso museográfico y contextualizarán las piezas arqueológicas”, avanzan desde la empresa. Se buscará, además, el uso de tecnología interactiva pero “manteniendo el equilibrio para que las piezas sigan siendo las estrellas”, advierten desde El Cairo. En virtud de un contrato de 11 millones de euros, la filial de Producciones y Diseño de la multinacional presidida por José Manuel Entrecanales se encargará, entre otras tareas, del escaneado tridimensional de la cámara funeraria exterior de Tutankamón. El resultado será “un modelo digital exacto al original que posibilite su reproducción física para exponerlo posteriormente en el museo”. / Fotografía: Nigel J. Hetherington

Dudas sobre la gestión

Una de las incertidumbres que arroja la inauguración del Gran Museo Egipcio, marcada en rojo por la legión de forofos de la egiptología, es la gestión del complejo. La experiencia previa en Egipto no resulta alentadora: museos inaugurados en los últimos años agonizan por la falta de limpieza y la negligencia de quienes deberían cuidarlo. En mitad de la construcción de las nuevas instalaciones, la dirección civil del proyecto fue reemplazada por el ejército, en la enésima muestra de un poderío militar que presume de cumplir plazos y objetivos.

El modelo de administración, aún por definir, es una de las batallas históricas del incombustible Zahi Hawass, el ex ministro de Antigüedades en tiempos de Mubarak convertido en estrella mediática. “Debería ser una gestión mixta, local e internacional. El consejo debería estar presidido por el presidente del país. Esa es mi petición”, apunta el egiptólogo en declaraciones a este diario. “El Gran Museo debería ser un museo internacional radicado en Egipto y sus operaciones deberían estar en manos de egipcios y extranjeros”, opina sin titubeos.

La apertura lleva aparejada un completo remozado de las inmediaciones de las pirámides de Giza, hasta ahora ahogadas por el desbocado crecimiento urbanístico de El Cairo. Un plan que contempla la demolición de parte de las viviendas cercanas -propiedad de camelleros y vendedores de recuerdos- y la creación de espacios verdes, zonas comerciales y restaurantes. En la última semana, una feria internacional de arte ha empleado las instalaciones del nuevo museo para celebrar una exhibición. Un selecto grupo de invitados ha recorrido la recepción del centro. “Es increíble aunque las salas expositivas permanecen cerradas”, reconoce a este diario el arqueólogo británico Nigel J. Hetherington, uno de los participantes en la visita.

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“Lo que estamos intentando hacer en estos momentos es asegurarnos que completamos todo en el interior del museo. Resulta incluso más importante concluir sus inmediaciones. Nuestro objetivo es que puedan albergar hasta medio millón de visitantes”, declara el ministro. “La principal razón de los aplazamientos es las disrupciones que hemos sufrido en la cadena de suministro de materiales”, agrega quien se muestra satisfecho de la rápida recuperación del turismo, un pulmón para la castigada economía egipcia. “Tenemos un mercado muy amplio. Solo en España nuestros estudios indican que hay alrededor de cuatro millones de españoles interesados en viajar”.

Hawass, un enemigo declarado de los propietarios de caballos y camellos y su hostigamiento a los turistas que peregrinan hasta las pirámides, es partidario de reducir su presencia en las proximidades. “El área entre el museo y las pirámides debe mejorar su limpieza y lo ideal sería que se usara el nuevo aeropuerto cercano, bautizado como Sphinx Airport, porque los extranjeros podrían aterrizar a apenas un par de kilómetros”, desgrana el egiptólogo. “En cualquier caso, la apertura debería ser una gran día para la humanidad, una auténtica fiesta”, aventura.

Bienvenida de colosos y diseño internacional

Desde enero de 2018, tras un ceremonioso traslado, un coloso de Ramsés II -12 metros de altura y 83 toneladas- preside el atrio de acceso del Gran Museo Egipcio. Su interior estará formado por espacios amplios, estancias diáfanas y luminosas y techos altos para alojar precisamente a estatuas colosales. También permitirá contemplar desde la distancia el horizonte mágico de las tres pirámides de Giza.

El diseño de la mole lleva la firma de The Heneghan Peng Architects (HPARC) fundada por los arquitectos Róisín Heneghan y Shih-Fu Peng, con sede en Dublín y Berlín.

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