Esta época del año cargada de juguetes y regalos y con algo más de tiempo libre para dedicar a pequeños de la casa, puede ser un momento muy adecuado para educar en igualdad a través del juego.

Jugando los niños se divierten, se mueven, crean, curiosean, se expresan y se relacionan. También socializan, reciben ideas, creencias, valores y modelos de actuación. “Jugar es más serio de lo que parece. Es clave en la formación de la personalidad e identidad en las primeras etapas de vida. Por ello, tenemos que ser conscientes del papel del juego en el desarrollo de los más pequeños”, cuenta Daniela Macías, delegada social de Clece. La empresa, que gestiona 125 escuelas infantiles, de 0 a 3 años, en todo el país, ha puesto distintas iniciativas en marcha para educar en igualdad, ofreciendo recursos didácticos tanto a los educadores de los centros como a las familias.

Jugando los niños se divierten, se mueven, crean, curiosean, se expresan y se relacionan

Una de estas iniciativas ha sido el taller denominado Ni Rosa ni azul: que no nos roben los colores. Se trata de un programa impartido por la Asociación Deméter por la Igualdad que en una primera fase se ha dirigido a la comunidad educativa. Los últimos en participar en este taller, han sido 20 directores y coordinadores de escuelas infantiles gestionadas por la empresa Clece en Andalucía. El objetivo es que en las escuelas de niños de 0 a 3 años, los educadores se conviertan en transmisores de igualdad. “En una idea auténtica de igualdad” matiza Carlos García, trabajador social en la Asociación Deméter por la Igualdad, “puesto que muchas veces tenemos el discurso pero no se ha interiorizado realmente”.

Talleres por la igualdad

Los educadores, en un momento del taller 'Ni Rosa ni azul: que no nos roben los colores'.

En cuanto a la metodología del taller, combina formación técnica con aspectos vivenciales, empleando recursos como las dinámicas de arteterapia. Para obtener los mejores resultados el objetivo es que puedan hacer un trabajo no solo desde un punto de vista técnico sino también personal. Y es que uno de los errores más habituales a la hora de hablar sobre igualdad es que se trabaja desde una estructura de pensamiento pero el género está en todo. "No son solo las formas de pensar, son las formas de sentir. Por ejemplo, una mujer sabe que no es inferior, pero puede sentirse inferior”, explica Carlos García. Otros obstáculos habituales son atribuir a la biología aspectos sociales como el extendido estereotipo de que las mujeres son más sensibles que los hombres.

“Valoramos muy positivamente esta formación porque nuestro modelo educativo obviamente trabaja mucho en derechos y en igualdad. Con los niños y con las familias. Aunque parezcan edades muy tempranas, de 0 a 3 años, se está forjando la personalidad básica del niño, y es muy importante que nuestros educadores incidan en este ámbito. A veces las convenciones sociales son tan fuertes, que es fundamental tener todos los recursos para detectar cualquier comportamiento no igualitario entre niños y niñas,  afirma Daniela Macías.

El hecho de que un niño normalice tener un juguete o ropa rosa es un avance

Para Carlos García, también es posible trabajar mucho en estas edades tempranas. Las dos claves: normalizar y dar libertad. “El hecho de que un niño normalice tener un juguete o ropa rosa es un avance. Los niños son libres y están jugando. A veces el obstáculo está en los padres”.

Precisamente la segunda fase del taller estará dirigida a los padres, quienes podrán observar a sus hijos jugando con el objetivo de detectar comportamientos sexistas o estereotipos no igualitarios.


Este contenido ha sido elaborado con la colaboración de Clece