La economía mundial ya ha pasado el peor trago a causa de la crisis del coronavirus. Sin embargo, el avance desigual de la vacunación y el surgimiento de las nuevas variantes han puesto en alerta a los inversores que miran preocupados a los mercados emergentes. Llegados a este punto, el virus no es lo único que preocupa a los inversores.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) alerta, en su informe sobre la estabilidad financiera publicado este martes, de que "el clima de optimismo que impulsó a los mercados durante el primer semestre del año ha perdido fuelle durante el verano". Aunque reconoce que las quiebras previstas no se han producido y que la situación de bancos y hogares es ahora más fuerte que en la anterior crisis financiera, el FMI apunta a la inflación como una de las preocupaciones de los inversores.

Los analistas esperan que la inflación se modere a lo largo de este año. Sin embargo, hay algunos factores como la crisis energética que preocupan a los economistas. "Además de la nueva subida de los precios de la energía y las materias primas, los inversores han señalado la posibilidad de que las perturbaciones de la cadena de suministro y la escasez de mano de obra y materiales pueda tornarse más persistente de lo que se había pronosticado", indica el informe. De ser así, "afectaría a las dinámicas salariales y terminaría desanclando las expectativas de inflación", añade.

Y es que la crisis energética es un problema que afecta a todo el mundo. El gas está poniendo a prueba a los principales sistemas económicos ya que desde hace meses, debido a la alta demanda energética que tienen los países asiáticos, ha elevado su precio hasta máximos históricos. Una situación que no va a relajarse hasta mediados del año que viene. El aumento de pedidos desde China o la India, que intentan descarbonizarse y migrar a un modelo más sostenible, junto a los factores geopolíticos como los de Rusia- que abre y cierra el grifo a su antojo- y Argelia -que mantiene una dura pugna con Marruecos- provocará un encarecimiento de la materia prima desde otoño a primavera.

Como consecuencia de la subida del precio del gas, la electricidad también va a resentirse, puesto que gran parte de la generación de esta energía se consigue en las centrales de ciclos combinados. Así, dicha situación ha derivado en tener los precios del mercado mayorista en máximos históricos. Reino Unido, por ejemplo, ha llegado a pagar más de 2.500 libras por cada megavatio consumido a la hora. En España o en Portugal, encender un horno o poner la lavadora es hasta un 400% más caro que hace justo un año. 

El petróleo no se ha escapado de la inflación y de la espiral alcista y el barril de Brent, de referencia en Europa, y de West Texas International, de referencia en Estados Unidos, se ha encarecido un 45%, repercutiendo gravemente en el coste total para llenar el depósito de los vehículos y ayudando al calentamiento del IPC.

Por otra parte, la paralización de la actividad económica a causa de la pandemia ha provocado cuellos de botella que están desencadenando escasez de contenedores para el transporte marítimo, así como subidas de precios en las materias primas, tal como ha publicado este periódico. En el caso de España y de otros países como el Reino Unido, la falta de mano de obra en determinados sectores como la logística también se ha hecho presente en los últimos meses.

Política monetaria

Ante las perspectivas de la inflación y de una recuperación no tan fuerte como a principios de año, el FMI señala que las instituciones financieras se encuentran ante una disyuntiva: "mantener a corto plazo el respaldo a la economía mundial o evitar las consecuencias no deseadas y los riesgos a medio plazo para la estabilidad financiera".

Hace un mes, el Banco Central Europeo anunció que reduciría la compra de bonos bajo el programa de emergencia lanzado durante la pandemia. Sin embargo, decidió mantener los tipos hasta que la inflación llegue al 2%.

Con todo, el organismo que dirige Kristalina Georgieva advierte de que "un cambio brusco de orientación de la política monetaria en las economías avanzadas podría provocar un fuerte endurecimiento de las condiciones financieras, el cual afectaría negativamente a los flujos de capital y amplificaría las presiones en los países que enfrentan problemas de sostenibilidad de la deuda".

De nuevo, el FMI pide que se mantengan las medidas necesarias mientras duren las consecuencias de la pandemia pero, a la vez, insiste en que se deben valorar los riesgos y adecuar las políticas a los escenarios de cada país.

El mayor déficit de las grandes economías

Este miércoles, el FMI ha hecho públicas sus previsiones referentes al déficit y a la deuda de las principales economías del mundo. La institución estima que el déficit de España seguirá por encima del 4% hasta al menos 2026, el último año al que llegan sus previsiones, lo que supone que el país mantendrá el mayor déficit entre las grandes economías europeas al menos hasta esa fecha.

La reducción de la deuda pública española también se promete complicada. El FMI proyecta que la deuda aumentará hasta el 117,5% del PIB desde el 116,4% en el que se situará el próximo año.