Socialistas y morados celebraron este jueves la aprobación, aún no definitiva, de unos Presupuestos que son sólo, como dijo el portavoz en el Congreso de Unidas Podemos, Pablo Echenique, un "aperitivo" de lo que está por llegar. Coinciden unos y otros en que las cuentas para 2021 permiten completar lo que queda de legislatura, acaso olvidando la obligación constitucional de presentar todos los años un nuevo texto, tal y como consagra el artículo 134 de la Carta Magna.

El Gobierno de coalición se aferra a una convicción, esto es, que la nueva y amplia mayoría parlamentaria viene para quedarse, pero aún en el caso de que ésta estallara por los aires, no es ni mucho menos imposible funcionar los próximos tres años con unos Presupuestos propios que se diseñaron para uno. A partir de este momento, y si la futura vacuna del Covid permite vislumbrar el fin del túnel, comienza la auténtica ofensiva ideológica del Ejecutivo bicolor,, la misma que contiene su Acuerdo de Coalición Progresista.

Sentadas las bases de la supervivencia de esta legislatura -"abandonen toda esperanza porque hay gobierno para muchos años, para muchos años", avisó la socialista Adriana Lastra- fue Echenique el que recordó la lista de tareas a abordar en los próximos meses, y es larga.

El Gobierno se prepara para acelerar la ley de eutanasia, ley Trans, reforma laboral y fiscal y Memoria democrática

"Aún van a tener que digerir la aprobación definitiva de la ley de eutanasia", dijo en la tribuna del Congreso a la hora de fijar la posición de su Grupo. Y continuó enumerando: la Ley trans, la de memoria histórica -aunque se llama de Memoria Democrática- la derogación de la reforma laboral del PP, la regulación de los alquileres, varias subidas del salario mínimo interprofesional, una reforma fiscal "para que paguen más grandes fortunas, y grandes corporaciones", acabar también "con los paraísos fiscales interiores", la derogación de la llamada "Ley Mordaza" y la extensión del ingreso mínimo vital.

Aludía Echenique a algunas cuestiones que volverán a poner a prueba no tanto al Gobierno frente a la oposición, sino las costuras de la propia alianza gubernamental. La reforma laboral y la ley Trans auguran una batalla interna de alto voltaje entre los dos sectores del Ejecutivo, representados por Carmen Calvo, Nadia Calviño y María Jesús Montero y, de otro, por Pablo Iglesias e Irene Montero.

Algo así como el famoso G-8 contra los sorayistas en época de Mariano Rajoy. La reforma fiscal puede augurar algún choque si desde Unidas Podemos se insiste en aquello del llamado "impuesto a los ricos" que los socialistas consiguieron orillar y reducir a una subida a las rentas más altas, muy lejos de lo inicialmente pactado.

Al margen de las heridas que van dejando las batallas internas, es la engrasada relación entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias la que permite superar todos los escollos. No han faltado enfrenamientos, los peores, cuando el jefe del Ejecutivo no le comunicó al vicepresidente segundo la marcha de Juan Carlos I ni la fusión de Caixabank y Bankia. Eran muy pocos en el Consejo de Ministros los que estaban al tanto de ambos hechos, pero, sobre todo, denotó falta de confianza en la discreción del líder morado. Sin embargo, nada permite aventurar que dicha relación dé signos de desgaste. Ni mucho menos.

Iglesias convenció a Sánchez de que Ciudadanos "restaba más que sumaba"

El papel protagónico de Iglesias en la negociación presupuestaria, atrayendo el voto de ERC y de Bildu, ha sido fundamental, aunque haya sido a costa de dejar a Ciudadanos por el camino. El vicepresidente convenció al inquilino de la Moncloa de que si bien el partido de Inés Arrimadas "sumaba 10 escaños, frenaba a otros grupos parlamentarios y podía acabar restando". Sánchez hubiera preferido que los naranjas se abstuvieran, pero no descarta contar con ellos para según que iniciativas parlamentarias aplicando el principio de la geometría variable que tan poco le gusta a Iglesias.

Los morados lo tienen muy claro. "Les hemos visto desorientados y rabiosos y yo lo entiendo. Estos presupuestos suponen la defunción de la receta cruel y fracasada de la mal llamada austeridad. Inauguran una nueva etapa política en España", dijo Echenique a PP, Vox y Ciudadanos el pesado jueves en el Congreso.

Estos Presupuestos, agregó por si alguien, fuera, y dentro, del Gobierno se despista, "consolidan hoy una nueva mayoría parlamentaria que representa todo lo contrario de ustedes: pluralidad, diálogo, justicia social y mirada al futuro". Se trata de once partidos políticos distintos "que garantizan que el gobierno de coalición tiene tres años de trabajo por delante y, posiblemente, muchos más".

Crisis de Gobierno

Entre medias, queda por delante la puesta en marcha de la campaña de vacunación contra el coronavirus y en mayo, con el fin del actual estado de alarma de seis meses de duración, una revisión "de daños" que permita relanzar al Gobierno, todo ello sin descartar que el éxito presupuestario anime a Pedro Sánchez a adelantar los plazos que él mismo se había dado antes de pensar en una remodelación ministerial que, además aligere la elefantiásica estructura de Gobierno.