La crisis con Marruecos y la decisión de Pedro Sánchez de visitar las dos ciudades autónomas, con una apelación constante a la integridad territorial de España, le ha permitido al presidente del Gobierno retomar la iniciativa política en un momento de cierta depresión post-electoral tras los malos resultados de los socialistas en las autonómicas madrileñas.

El asalto masivo a la frontera con Ceuta, alentado y animado por unas autoridades marroquíes que advirtieron que determinados actos "tienen consecuencias" -en alusión a la estancia en España del líder del Frente Polisario-, ha sido replicado con una defensa cerrada de la españolidad de Ceuta y de Melilla y de la integridad de ambas "como parte de nuestra nación, la nación española", según dijo el propio Sánchez en una declaración institucional en Moncloa.

"La integridad territorial de España y sus fronteras será defendidas por el Gobierno de España en todo momento y ante cualquier desafío", agregó en su alocución de este martes.

A pocos se les escapa el hito que supone la presencia de Pedro Sánchez en las dos ciudades autónomas, en un momento tan delicado diplomáticamente como el actual. Ni siquiera José María Aznar, protagonista de sonoros enfrentamientos con Rabat, que tuvieron como punto culminante la invasión del islote de Perejil, visitó Ceuta y Melilla en calidad de presidente del Gobierno, sino como candidato electoral.

Fue José Luis Rodríguez Zapatero el primer presidente español, desde Adolfo Suárez, que visitó ambas ciudades ignorando el malestar que provocaba en Marruecos esta presencia al tratarse de territorios que reclama como parte integrante del reino alauí. Por ello, la visita de Sánchez, aunque relámpago, pretende trasladar un mensaje de firmeza a nuestro vecino del sur todo ello en mitad de una crisis de primera magnitud y entre gritos de rechazo a su llegada a Ceuta.

Por contra, Sánchez todavía tiene pendiente el que era el primer viaje de todo presidente electo español al extranjero. Sí se desplazó allí en 2018, tras llegar al poder en la moción de censura contra Mariano Rajoy, pero debiera haberlo hecho de nuevo tras su investidura en enero de 2019. La Reunión de Alto Nivel (RAN) nunca se celebró por la negativa del Rey Mohamed VI a recibirlo.

Sánchez sigue sin celebrar con Marruecos la pendiente Reunión de Alto Nivel

"No tiene que ver con el Covid. Sánchez ha estado en Portugal, Francia o Argelia, aunque esa visita fue un error de gran calibre", dicen fuentes parlamentarias conocedoras del difícil equilibrio que hay que mantener en las relaciones con Marruecos. Además, la defensa que Pablo Iglesias hizo, en calidad de vicepresidente segundo del Gobierno, del Frente Polisario "es algo que jamás olvidará el Rey Mohamed, entre otras cosas porque no fue desautorizado por el resto del Gobierno", añade.

Pero las discrepancias con respecto a las relaciones con el país alauita no vienen solo de la mano de Unidas Podemos, sino que incluso en el sector socialista del Gobierno ha habido fuertes enfrentamientos respecto a cómo abordar los choques y su derivada más directa, esto es, la presión migratoria en las fronteras terrestre y marítima. Es un termómetro infalible para conocer el grado de malestar de la administración marroquí y esta vez debe ser muy, muy alto.

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, eludió ayer todas las preguntas que se le formularon respecto a su opinión sobre la presencia del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, en España para tratarse de coronavirus. No quiso revelar que alertó internamente de los riesgos de acogerle frente a la opinión de la ministra de Exteriores, Arantxa González Laya.

Así que se trasladó a Ghali en vuelo privado, con nombre falso y derivado a un hospital de Logroño para que todo pasase más desapercibido, hasta que la notica trascendió y Marruecos habló de "consecuencias" y de "acto contrario al espíritu de buena voluntad". Pero en honor a la verdad, esta no es una decisión que competa en exclusiva a Laya "sino que se tiene que tomar con conocimiento y permiso de Pedro Sánchez", dicen los mismo medios consultados.

Estados Unidos reconoce a Marruecos un "papel clave" para "fomentar la estabilidad en la región"

Las discrepancias han alcanzado también a los ministros de Defensa y de Seguridad Social y Migraciones, Margarita Robles y José Luis Escrivá, respectivamente, a la hora de responder a crisis migratorias como la del puerto de Arguineguín (Las Palmas) Tarajal, a finales del pasado año.

Otro gesto de firmeza lo ha constituido sin duda la movilización del Ejército en la zona más allá de incrementar los efectivos de Policía y de Guardia Civil, sin descartar más desplazamientos a la zona en función de las necesidades.

Pero la presencia del líder del Polisario en España no es el único elemento que explica la última escalada con Rabat. A todo ello hay que sumar la decisión de la Administración Trump de reconocer el Sáhara como parte del territorio marroquí. Para Estados Unidos, Marruecos es un socio estratégico en la lucha contra el terrorismo, y Joe Biden no ha hecho otra cosa que confirmar esa línea.

De hecho el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, habló este martes por teléfono con el ministro de Exteriores de Marruecos, Nasser Bourita, con motivo de la tensión bélica entre israelíes y palestinos pero en la que Washington ha dejado claro que concede a Rabat un "papel clave" para "fomentar la estabilidad en la región", informa Europa Press.

Blinken "ha subrayado la importancia de una fuerte alianza bilateral" entre Estados Unidos y Marruecos, según un comunicado del Departamento de Estado norteamericano que no alude a otros temas al margen del conflicto en Oriente Próximo.