Solo han pasado diez días pero en realidad parecía que hubiera transcurrido un mundo. Porque el debate a tres de este 19 de julio en RTVE, el choque entre Pedro Sánchez, Yolanda Díaz y Santiago Abascal, poco tenía que ver con el cara a cara entre el presidente del Gobierno y el líder del PP en Atresmedia. Mucho más propositivo, más ordenado —demasiado, incluso, como reconvino a los candidatos el moderador, Xabier Fortes—, mucho menos tenso. Un debate marcado, desde el principio, por la ausencia del jefe de los populares. Su ausencia meramente física, porque él estuvo en los turnos de los tres contendientes, en el centro de los ataques de la izquierda, de un presidente y una vicepresidenta coordinados y cómplices, sincronizados en sus mensajes. La líder de Sumar pudo sobresalir claramente, aprovechar el encuentro para sacar la cabeza, y el jefe de los socialistas encontró el camino para dar la vuelta al mal desempeño de la semana anterior contra Alberto Núñez Feijóo y colocar su discurso, con un tono institucional, presidencial, y a ratos más lineal. Abascal, mientras, disparaba con los grandes hits de Vox, desde la inmigración ilegal hasta el negacionismo climático o su rechazo a las políticas de género.

Feijóo era el elefante en la habitación al que todos, también Abascal, también citaba, pero el que tampoco se convirtió en el protagonista absolutísimo, o no tanto como podía preverse. Porque tanto Sánchez como Díaz lo mentaron siempre en compañía de su socio de ultraderecha, para remarcar que ambos, por mucho que el jefe del PP quiera hacer ver otra cosa, se unirán si los votos les dan, porque ya lo han hecho tras las autonómicas y municipales del 28 de mayo. Pero como también ambos se emplearon a fondo en presentar sus propuestas —y ocasionalmente sus diferencias—, también intentaban demostrar que el que perdía el debate era el que estaba ausente, al dejar todo el campo de la derecha a Vox.

Sánchez y Díaz se repartieron papeles: más institucional él, corriendo por la banda izquierda ella. Hicieron frente común: ofrecieron imagen de equipo

Presidente y vicepresidenta se repartieron los papeles —más institucional, ocupando el centro él, más combativa y jugando por la banda izquierda ella—, se preocuparon por dar imagen de equipo y ambos insistieron en que su pretensión es seguir gobernando juntos. Con la cabeza alta. "Yo, si puedo, gobernaré con el partido de Yolanda Díaz. Somos dos organizaciones diferentes, pero hemos trabajado de manera leal y eficaz, hemos batallado 200 leyes, hemos hecho un buen trabajo. Enfrente, una realidad palmaria", dijo Sánchez en el arranque del tercer bloque, el más relevante, el dedicado a los pactos.

La "realidad palmaria", siguió, es que PP y Vox "gobernarán juntos" allá donde sumen, como ha ocurrido en Extremadura, Comunidad Valenciana, Baleares (en los consells) y antes en Castilla y León. El presidente achacó la ausencia de Feijóo a que "no puede hacerse cargo de la montaña de mentiras del primer debate" y que "le da vergüenza comparecer conjuntamente con su socio Abascal". No le dan "vergüenza" sus votos, sus políticas y sus gobiernos con Vox, remachó, "le da vergüenza aparecer junto a Abascal, por eso no está en este debate". "Abascal será vicepresidente de Feijóo", "el señor Feijóo representado aquí por el señor Abascal", apuntaló Díaz, quien también mostró su disposición a seguir en el Ejecutivo junto a Sánchez con un compromiso: "Gobernar mejor". Y es que el objetivo de ambos es dejar atrás la imagen de una coalición inmersa a diario en el ruido, en la tensión constante a que estuvo sometida en esta legislatura, cuando el timón de los socios minoritarios lo llevaba Podemos.

El primer bloque, el dedicado a la economía, ya dejó varios encontronazos ante los telespectadores. Pero de modo muy distinto al cara a cara, en el que el presidente se perdió prácticamente en el arranque. Abascal anticipó que el debate acogería "las mentiras del señor Sánchez", un "empacho de datos manipulados y falsos", "interrupciones, calumnias y excusas para sostener la gran estafa contra sus electores". La tesis de Vox es que PSOE y Sumar han gobernado para los "burócratas de Bruselas" mientras que los españoles se han "empobrecido" por sus políticas. "Feijóo y Abascal nos quieren hacer retroceder 50 años", disparó a continuación Díaz, fijando la asociación PP-Vox desde el principio. Pero ella también quiso marcar su perfil: reivindicación de la gestión del Ejecutivo pero también ese paso más allá, a la izquierda, que demanda Sumar: frente al "las cosas están bien, nos conformamos" que endosa al PSOE, la alternativa de "ganar derechos y vivir mejor" de su formación.

"Destruir y ahora a mentir"

Sánchez dejó claro, desde los primeros compases del combate a tres, que no quería reproducir los errores del careo con Feijóo. No mascullaba el "no es cierto, es mentira" de aquella vez, esperaba su turno, exponía la gestión del Gobierno, tiraba de un tono más institucional, buscaba mostrarse menos nervioso y controlaba más el lenguaje no verbal. No quería perder la ocasión de sacar pecho de lo conseguido en esta legislatura, y por eso refrescó la memoria de la audiencia con el recuerdo de la pandemia y de la guerra. Le servía para presumir de que mientras el Gobierno ha trabajado "día y noche" para proteger a la mayoría, "otros", las dos derechas, se han dedicado a "destruir y ahora a mentir". De ahí colgó la percha de su primer ataque a Feijóo: "Ahora dicen que apoyan la revalorización de las pensiones conforme al IPC, y es una auténtica mentira". Estaba claro que el presidente no iba a dejar pasar la oportunidad brindada por la entrevista al líder del PP en TVE del pasado lunes y su resbalón con las pensiones, tachado al segundo de "mentira" por sus oponentes, que ha marcado esta semana.

Abascal señaló que Bildu había apoyado la reforma laboral, pero no era cierto. "Bildu votó con usted en contra de la reforma laboral", le rebatió Díaz

Luego vinieron los choques por la lucha contra la emergencia climática —"el modelo que Feijóo y Abascal defienden es que mata a la gente y el que compite por bajos salarios", sentenció Díaz; "negar el cambio climático es un ejercicio de ignorancia, una actitud suicida, un atentado contra nuestros jóvenes, me niego a dejar un planeta destrozado", expuso el presidente—, la agenda 2030 o hasta la agricultura. Un tema que la responsable de Trabajo aprovechó para lanzar el primer gran trallazo a Abascal: "Dice que no hay políticas para los agricultores. Pero, ¿sabe cuántos hay?". El líder de Vox no dio la cifra. "Tenemos 750.000, más que nunca. Su afirmación no es veraz". Díaz ya había advertido de que, a diferencia de Sánchez en el cara a cara, iba a intentar desarmar las "mentiras" de la derecha.

Abascal defendió su programa mientras que el presidente repasaba las cifras de la gestión económica del Gobierno, como la solución ibérica, la bajada del paro juvenil o los casi 21 millones de afiliados a la Seguridad Social fruto de la reforma laboral "que aprobó la vicepresidenta". "¿Verdad, Yolanda?", le dijo. Las muestras de complicidad entre los dos se sucedieron durante todo el debate. "Si por ustedes fuera hubieran arruinado a los trabajadores. No han votado a favor de ningún ERTE... Como dice Pedro Sánchez, que ha permitido que acabemos con la precariedad".

La parte económica concluyó con dos golpes de vicepresidenta y presidente a su oponente. Abascal aseguró que el Gobierno había "aprobado con Bildu la reforma laboral". "Bildu votó con usted contra la reforma laboral", le recordó Díaz. "Efectivamente, infórmese bien", agregó el jefe del Ejecutivo. Y había sido así. La izquierda abertzale, igual que ERC, el PNV, el PP y Vox, rechazó la reforma pactada con sindicatos y empresarios. "Bildu votó en contra", convino enseguida Sánchez, que enlazó con un "PP y Vox votaron sistemáticamente en contra de revalorizar las pensiones". Era un recordatorio nada baladí, porque es "importante", justificó, "aclarar la verdad a 10 millones de pensionistas". Los jubilados forman un colectivo nutrido de votantes del PSOE.

Según el presidente, a Feijóo no le dan "vergüenza" los votos, las políticas o los gobiernos con Vox, "le da vergüenza aparecer junto a Abascal, por eso no está en este debate"

La tensión fue a más según avanzó el debate, como constató Fortes, pero en ningún momento se hizo incómoda y asfixiante, que fue lo que sí ocurrió en el cara a cara. Todo discurrió de manera más civilizada. Hasta cuando tocó hablar de igualdad, que centró el segundo bloque, el de políticas sociales. Sánchez reivindicó los avances conquistados por su partido en democracia, las leyes de igualdad luego "todas recurridas ante el Tribunal Constitucional", y remarcó cómo desde el 28-M las dos derechas se han puesto de acuerdo para "atacar al colectivo LGTBI, cuestionar o negar la violencia machista" y "censurar la cultura". "Arrasan con derechos que no son de PP y de Vox, sino de millones de hombres y mujeres, y el próximo 23-J los españoles no se los van a dejar arrebatar".

"¿Qué entienden ustedes por una mujer?"

Pero Abascal entró rápidamente en sus temas favoritos. La ley del solo sí es sí, que ha puesto a "117 monstruos en la calle", y la Ley Trans, para Vox un cúmulo de maldades porque permite a un hombre que se "autoperciba como mujer" entrar en un vestuario femenino, agredir a una mujer o competir de forma ventajosa en el deporte. "¿Qué entienden ustedes por una mujer?", les preguntó. Ninguno de sus rivales entró al trapo.

Abascal ataca por el 'sí es sí' y la Ley Trans. "Le pido que deje de reírse de nosotras", le ruega Díaz, mostrándole una foto de dos diputados "riéndose en el minuto de silencio" por una mujer asesinada

"Le pido que deje de reírse de nosotras", le rogó Díaz, que acto seguido le mostró una foto de dos diputados valenciano de Vox, "riéndose en el minuto de silencio" por una mujer asesinada. 1.212 víctimas de la violencia de género desde 2003, le recordó. "Su política es derogar todas las leyes que nos van dando derechos, pero las mujeres no se lo vamos a permitir. Ya lo hicimos con [Alberto Ruiz] Gallardón". "Yo no le tengo miedo, señor Abascal", le llegó a decir ella.

"La igualdad de género es cuestión de derechos humanos", replicó Sánchez, haciendo hincapié en las 180.000 denuncias por violencia machista, que se traducen en 500 cada día. "Pero Feijóo dice que es un divorcio duro y usted que son denuncias falsas. Niegan la violencia machista", amonestó. "Total", completó Díaz. La bala del presidente a la alusión del sí es sí por parte de Abascal fue esta: "Siempre defendemos a la mujeres y algunas veces cometemos errores. Ustedes siempre cometen errores porque siempre apoyan a los machistas".

No sería este el único choque directo entre los candidatos de Vox y Sumar. Díaz también le echó en cara que hablara de chiringuitos y de cortar la financiación a partidos y agentes sociales cuando Vox recibe 10 millones de euros de financiación pública, o que hubiera atribuido falsamente a un inmigrante el asesinato de una comerciante en Tirso de Molina, en Madrid. El jefe de la extrema derecha no pidió disculpas y se aferró a uno de los mantras de la ultraderecha: la inmigración ilegal "está degradando esos barrios". "Los culpables son ustedes", les espetó a sus oponentes. 

En vivienda, los socios del Ejecutivo mostraron sus diferencias. Sánchez expuso la gestión del Gobierno y en particular la ley de vivienda, aprobada definitivamente en mayo, tras una negociación que ha ocupado toda la legislatura. "Sí, Pedro, es muy importante, pero la ley ha llegado tarde y muy recortada —le riñó la vicepresidenta—. Nosotros defendemos un parque público de viviendas y acabar con políticas fallidas, como las que defendéis con las bonificaciones fiscales".

Sánchez exhibe el avance de la ley de vivienda. "Sí, Pedro, pero la ley ha llegado tarde y muy recortada", se queja Díaz

Fue en el bloque de pactos cuando más emergió la sombra de Feijóo. Y, tangencialmente, mucho menos que en el cara a cara, la de Bildu. Abascal acusó a Sánchez de "engañar" a los españoles, de situar a la formación de Arnaldo Otegi en la "dirección de Estado". Pero también cargó contra el jefe del PP por ofrecer al presidente "un acuerdo para repartirse el poder", por la lista más votada.

Pero el PP defiende en realidad "que gobierne el PP", no la lista más votada, le contestó Sánchez, haciendo hincapié de nuevo en que Feijóo no quiere "comparecer" con su socio ultra. "No puede defenderse", le excusó Abascal.

"España no es esto"

Díaz defendió entonces la continuidad de la coalición progresista, prometió reformar la ley electoral para que un candidato a la Moncloa no pueda ausentarse de un debate —como ha ocurrido con Feijóo—... y entonces se volvió a girar hacia Abascal. ¿Acaso es "normal" que su socio, el líder del PP, tenga en su mochila imágenes con un narcotraficante? La vicepresidenta metía así en el choque a tres en RTVE la relación de Feijóo con Marcial Dorado, presente en sus mítines de los últimos días.

La vicepresidenta preguntó a Abascal si ve "normal" que Feijóo tenga fotos con el narco Marcial Dorado. El líder de Vox protegió al jefe del PP porque no estaba en el plató de RTVE

El líder de Vox respondió que lo que no era "normal" era atacar a un ausente. "Podía estar y no está", puntualizó ella. Él no quiso detenerse más en ese punto y acusó a Díaz de tener "fotos gravísimas apoyando a Hugo Chávez". "No ha respondido a la pregunta de la vicepresidenta", le recordó Sánchez en su turno, sin profundizar más y sin recrearse, por tanto, en la relación de Feijóo con el narco Dorado.

El combate en RTVE evidenció que hay una coalición que operó como un frente compacto y que pretende seguir unida y otra en ciernes, tal vez, pero coja por la ausencia de uno de los componentes. Sánchez y Díaz se sincronizaron, pero también dejaron ver sus matices. "Pedro, hay que hacer más cosas", advirtió ella.

"Estoy de acuerdo con avanzar, pero con los pies en el suelo", le apostilló él. "Yo los tengo, Pedro", dijo de vuelta Díaz. "Lo sé. Te conozco, Yolanda", cerró el presidente, casi zanjando un guion preparado. Su mensaje era conjunto y rotundo. No entrar en un "túnel tenebroso", en palabras de Sánchez. "Yo defiendo la democracia de la dignidad. La alternativa es que Abascal sea vicepresidente de Feijóo y sigan haciéndonos retroceder. Pero España no es esto". El jefe del Ejecutivo incluso tuvo la oportunidad de colocar el mensaje que tenía previsto para el a dos en Atresmedia: la apelación al elector moderado, a los ciudadanos que votaron al PP y que no están "de acuerdo" con el retroceso en derechos de las mujeres, del colectivo LGTBI o en libertad artística. "Y el domingo tendremos que decidir si queremos que España despierte el 24 de julio en 2023 o en 1973", remachó.

Tendremos que decidir si queremos que España despierte el 24 de julio en 2023 o en 1973", advierte el presidente

90 minutos de debate televisado a veces hasta falto de tensión pero más estándar para el espectador. Pero con este encuentro en RTVE se puede dar por liquidada la campaña. Es su último gran acto. Y ninguno de los tres contendientes salió mal parado. Abascal, porque disfrutó de todo el espacio de la derecha para sí mismo. El bloque de la izquierda, porque compareció sintonizado. En concreto, Díaz, porque era su primer choque como líder nacional y que rentabilizó para ofrecer gestión, propuesta y combate contra Vox. Y Sánchez porque, revestido de un tono más institucional y sereno, pudo resarcirse del regusto amargo del cara a cara que perdió contra Feijóo. La pregunta es si el líder del PP salió ganando o quedó derrotado por su ausencia. El 23-J quizá de una pista de la puntuación ciudadana.