Investidura de Pedro Sánchez "la habrá". No hay duda en el PSOE. Ninguna. Al menos por ahora. La convicción en el equipo del presidente en funciones y en el partido de que logrará redondear su gesta del 23-J es total. Pero nadie sabe cuál será esta vez su manual de instrucciones. Cómo conseguirá atraerse la necesaria abstención de Junts per Catalunya para retener el Gobierno. La formación de Carles Puigdemont insiste en la amnistía y en el referéndum de autodeterminación, cuestiones ante las que los socialistas prometen no ceder bajo ningún concepto. Pero en Ferraz y en la Moncloa confían en que el tiempo haga su trabajo, poco a poco, de forma que JxCAT vaya acusando el desgaste y sufra la presión interna y externa para investir a Sánchez y no correr el riesgo de ir a unos nuevos comicios en los que podría vencer la derecha. Tiempo que creen que no pasará en balde tampoco para el PP, ya que en las próximas semanas, constatado que Alberto Núñez Feijóo se estrellará en una hipotética sesión de investidura, si es que es designado como candidato por el Rey, comenzará a tensarse.
Tiempo es lo que el líder socialista quiere administrar con inteligencia a partir de ahora. Y la consigna que dio a los miembros de su ejecutiva fue esa: esperar. Nada de ansiarse, nada de apretar el acelerador, nada de arrancar negociaciones. Sánchez pulsó el botón del pause. Les dijo a sus dirigentes que ahora toca disfrutar de los resultados, saborear la victoria imprevista —segunda fuerza, sí, pero con dos escaños más y un millón más de papeletas y a solo 1,36 puntos y 330.000 papeletas del PP—, y "descansar". Cogerse vacaciones y dejar que sea Feijóo el que vaya moviendo ficha y quemándose con cada nuevo paso. "El PP", resume una integrante de la ejecutiva, "que se vaya cociendo en su salsa".
En la reunión de la ejecutiva hubo "euforia", para ensanchar la "moral de victoria", y la demanda de "paréntesis", de poner en pausa las negociaciones y tomar vacaciones
En la reunión de la dirección federal en Ferraz, de hecho, no se mentó a Junts. Los miembros de la ejecutiva aplaudieron a Sánchez y él les fue saludando uno a uno. El presidente en funciones sí incorporó una reflexión que claramente venía a resumir que no contempla ni bloqueo ni repetición electoral: "Estoy seguro de que esta democracia encontrará la fórmula de la gobernabilidad".
No dijo cuál y nadie quiso anticipar cuál será. Se sucedieron varias intervenciones pero todas, según indicaban varios dirigentes a este diario, en el mismo tono: "Euforia" por el inesperado triunfo, contra todo pronóstico, del 23-J, ensanchar la "moral de victoria" —que todos aquellos progresistas que han votado al PSOE se sientan "orgullosos"— y "dar un paréntesis", para luego retomar conversaciones y poder formar Gobierno. Esa es la hoja de ruta de la que el presidente no se quiere salir. No hay más urgencias internas porque Sánchez seguirá al frente del Ejecutivo en funciones y, por tanto, en su cargo, sin que pueda ser removido. Y además, será presidente de turno del Consejo de la UE hasta final de año.
El pulso no se retomará hasta mediados de agosto, poco antes del 17 de agosto, cuando se constituirán las nuevas Cortes, y el PSOE podrá hacerse otra vez con la presidencia del Congreso. A partir de entonces, comenzará la conformación de los grupos parlamentarios —y ahí tanto ERC como Junts necesitarán del auxilio de PSOE y Sumar para que la Mesa interprete el reglamento de manera flexible, ya que ninguna de las dos formaciones alcanza el 15% de los votos en cada una de las cuatro circunscripciones catalanas— y la ronda de consultas del Rey.
El PNV cierra la puerta al PP y se niega a iniciar conversaciones con Feijóo para facilitar su investidura
El jefe del Estado deberá designar un candidato y en Ferraz se duda de que Feijóo acuda a la investidura, porque sus opciones de conquistar la Moncloa son absolutamente nulas. Solo puede contar con el sí de Vox (33 diputados) y de Unión del Pueblo Navarro (1). 170 votos, a seis de la absoluta. Coalición Canaria (1) ya ha advertido de que no apoyará una investidura en el caso de que la ultraderecha o Sumar, a los que denomina "extremos", participen del Gobierno de España. Y el presidente del PNV (5), Andoni Ortuzar, despachó al jefe del PP con cajas destempladas en la noche de este lunes, anticipándole que ni siquiera iniciaría conversaciones con él. El PSOE, por descontado, ni se plantea una abstención para facilitar la elección del dirigente gallego.
"Una misión para colchoneros entrenados"
El turno de Sánchez comenzará en ese momento, cuando se certifique la imposibilidad de una investidura de Feijóo. El pacto de gobierno con Sumar es seguro, como él mismo asumió en campaña. En la dirección dan por hecho que, aun con dificultades, podrán cerrar un acuerdo con los socios de investidura de esta última legislatura —ERC (7), EH Bildu (6), PNV (5) y BNG (1)—, y que el escollo exclusivo será Junts. Pero en el partido consideran que Sánchez podrá remover, antes o después, ese obstáculo. "Cada cosa a su tiempo. ¡Esto es una misión para colchoneros entrenados!", ilustra una ministra. "Descanso y discreción", recomienda otro.
A ninguno de los menguantes socios de investidura catalanes le interesa una repetición electoral porque corren el riesgo de quedar peor y regalar una segunda oportunidad a PP y Vox", observa un dirigente
La formación de Puigdemont vuelve a poner por delante su doble demanda de amnistía y referéndum, exigencias a las que, ya lo adelantó este lunes Salvador Illa, primer secretario del PSC, el PSOE jamás cederá. Entonces, ¿cómo se avendrá Junts a facilitar la elección de Sánchez con su abstención?
"Lo único cierto por ahora es que la derecha no tiene ninguna opción de gobernar, y por eso ha perdido las elecciones —observa un dirigente madrileño muy conectado con la cúpula del Ejecutivo y del partido—. Por eso hubo este domingo y este lunes un funeral disfrazado en Génova y una fiesta en Ferraz. La prioridad ahora es que el PP se desgaste en su condición de primera fuerza inviable. Eso le generará ansiedad y tensión, interna y externa. Mientras tanto, el Gobierno terminará holgadamente la presidencia española de la UE con bastante autonomía política. Todo se andará y ya veremos… No había bola de cristal para pronosticar este resultado, y tampoco la hay ciertamente ahora para pronosticar cómo podría salir adelante la investidura de Pedro. De todas formas, hay un incentivo muy poderoso: a ninguno de los menguantes socios de investidura catalanes le interesa una repetición electoral porque corren el riesgo de quedar peor y regalar una segunda oportunidad a PP y Vox. Cierto que en Junts son locos, pero nunca hay que descartar que los ilumine in extremis un lucidum intervallum".
Esta reflexión es compartida por varios responsables socialistas consultados. Es decir, que Junts finalmente tendrá que ceder porque corre el peligro de que el independentismo sufra más aún en una nueva convocatoria electoral. En Ferraz, de hecho, recordaban este lunes que los 19 diputados y 1,2 millones de votos del PSC el 23-J son más que los 14 escaños y 855.500 apoyos de ERC y JxCAT, juntos. Y en 2019 eran 23 las actas que sumaban ERC (13), Junts (8, con el PDeCAT) y CUP (2, ahora fuera del Congreso). Es decir, que la formación soberanista tendrá que darse cuenta, eso creen en el puente de mando socialista, de que los catalanes han elegido con nitidez la vía del diálogo y la "convivencia" por la que ha apostado Sánchez y han rechazado la de la confrontación y la de las derechas. El PSC ha sido primera fuerza en Cataluña, pero también en Euskadi —aunque empatado a cinco escaños con Bildu y PNV— y en Navarra.
ERC y Junts suman ahora 14 diputados, por los 23 que agrupaban ellos dos y la CUP, que ahora sale del Congreso
Es decir, que el dilema que deberá resolver Puigdemont es si facilita la elección del líder socialista —como por cierto ya hizo en 2018, cuando apoyó la moción de censura que acabó derribando a Mariano Rajoy— o bien fuerza unas nuevas generales en las que puede revivir la amenaza de PP y Vox. "Ellos serían responsables de ir de nuevo a elecciones y de abrir la puerta a un Gobierno que una amplia mayoría de catalanes rechaza y que les puede llevar a la ilegalización y a la cárcel. Nunca nada es blanco o negro. Pero con ellos especular ahora mismo es perder el tiempo", sentencia un ministro.
"Junts no gana nada"
En Junts operará también la división, creen en Ferraz, entre su alma más pragmática y su ala más radical, la que sueña con un segundo procés, pero que incluso con el paso de las semanas y los meses "llegarán a la conclusión de que no conviene ir a unos segundos comicios". Y, como recuerdan algunos dirigentes, no deja de ser un partido "muy dependiente del poder económico-empresarial catalán", que ejercerá una "presión brutal" para que se abstenga. "Los catalanes siempre son muy pragmáticos —completa una ministra—. Con una repetición electoral Junts no gana nada. En unas segundas generales barremos nosotros en Cataluña y en el resto de España tendríamos un buen resultado, porque nuestra gente está animada y el relato de Feijóo se habría acabado y su liderazgo, debilitado".
En otras generales barremos nosotros en Cataluña y en el resto de España tendríamos un buen resultado, porque nuestra gente está animada y el relato de Feijóo se habría acabado y su liderazgo, debilitado", dice una ministra
Pero incluso en la hipótesis de una repetición que Ferraz no desea, los socialistas admiten que no tendrían por qué ir mal pertrechados a ellas, porque podrían esgrimir que no han cedido a sus exigencias de amnistía y referéndum. "Ir a otras elecciones es un riesgo para nosotros, pero también para Feijóo. En 2019 corrimos más riesgo porque forzamos la repetición para no gobernar con Unidas Podemos. Ahora las segundas elecciones no nos sería imputable porque nadie nos pedirá que cedamos a exigencias inaceptables e inviables. En la izquierda y en la periferia habría incluso más voto útil a favor del PSOE. Y en el PP no se atreven a ir a una repetición con Feijóo, a quien ya ven amortizado. El ruido en la derecha y sus terminales mediáticas será ensordecedor. Como lo padeció Pablo Casado. El desgaste ahora no lo tiene Pedro, lo tiene Feijóo. Feijóo tiene la ansiedad dibujada en la cara. Pedro está tranquilo. Tiene tiempo", remacha un responsable con lazos en el Gobierno y en Ferraz.
No obstante, nada es seguro, obviamente, y la posibilidad de una segunda vuelta está sobre la mesa. "Paradójicamente, los que mejor han sabido leer los tiempos son los de Bildu, que no piden ninguna melonada independentista a pesar de serlo como el que más", remarca una notable responsable de la ejecutiva. Arnaldo Otegi rubricó este lunes que sus seis diputados en Madrid cumplirán con la palabra dada en campaña: evitar un Gobierno de PP-Vox.
Conseguir la investidura, no obstante, no preludiará un camino de rosas durante la legislatura, porque el bloque progresista suma 172 escaños, y el de derechas (PP-Vox-UPN), 170. El PSOE cree que podrá contar con CC, que ya de hecho dijo este lunes que está dispuesto a negociar leyes, Presupuestos o cualquier otro tipo de acuerdos, e incluso con UPN, por su interlocución "rota" con el PP. La mayoría absoluta se sitúa en los 176 diputados, así que el concurso de Junts o su abstención será necesario en muchas ocasiones. No obstante, el voto de los españoles residentes en el extranjero (CERA) se empieza a contabilizar este viernes y podría variar la composición del Congreso, aunque en el PSOE creen que el PP no tendrá fácil arañar ningún nuevo parlamentario. Ven complicado que le arrebate uno en Madrid y que quite a JxCAT otro por Girona. El que tiene más a tiro es el que se disputa con Vox en Cantabria, pero en ese caso no altera los bloques: sería un acta más para el PP (de 136 a 137) y una menos para la ultraderecha (de 33 a 32).
Sánchez no pretende aprobar un gran número de leyes, sino "consolidar" las reformas aprobadas en esta última legislatura
La legislatura, por tanto, podría ser corta, no de cuatro años. Sánchez podría prorrogar los Presupuestos de 2023 e ir avanzando hasta una nueva disolución de las Cámaras. "La legislatura puede ser un infierno, pero era peor el infierno de Vox", asegura otra responsable más distante de Sánchez y de Ferraz que no tiene reparos en reconocer el éxito del presidente en funciones el 23-J. De todos modos, Sánchez ya aseguró durante la campaña que su objetivo en este nuevo mandato sería "consolidar" las reformas, no pegarse un nuevo atracón legislativo. Como también insistió en que para "avanzar", él busca votos hasta de "debajo de las piedras". Ahora tendrá que hacer lo mismo para procurarse su investidura, y en el partido creen que lo conseguirá. Que si ha logrado vencer todos los obstáculos y "subir un millón de votos con todo en contra", podrá también amarrar su reelección. Sánchez ha resistido, ha escrito un nuevo capítulo de su Manual de resistencia. Quizá el más complicado de todos, porque se la jugaba a todo o nada.
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