Aval incontestable de la militancia socialista, del 87,13%, al acuerdo de gobierno con Sumar y a la ley de amnistía, corazón de la investidura de Pedro Sánchez y de los pactos con los independentistas catalanes —el cerrado con ERC y el que está por llegar con Junts— y el resto de formaciones imprescindibles para garantizar su reelección. Respaldo, pues, a su estrategia negociadora y a la controvertida que marcará el camino de esta legislatura.

A las 23.20 de este 4 de noviembre, Ferraz facilitó los datos de su consulta interna obligatoria y vinculante [aquí en PDF], pero con el 92% de las papeletas escrutadas. El 87,13% de los afiliados refrendó la negociación de su secretario general, y el 11,93% votó en contra. La participación fue del 63,4%.

La dirección no facilita los datos desglosados por federaciones, aunque los publicados en X se alineaban con el cómputo global

Durante toda esta semana, estaban convocados a las urnas 172.600 militantes socialistas. La consulta, convocada el pasado sábado por el comité federal, se extendió de lunes a viernes de manera telemática y concluyó este sábado con voto exclusivamente presencial en las agrupaciones del partido de todo el país. Las bases tenían que responder a esta pregunta: "¿Apoyas el acuerdo para formar un Gobierno con Sumar y lograr el apoyo de otras formaciones políticas para alcanzar la mayoría necesaria?". No figuraba explícitamente la ley de amnistía, pero Sánchez la defendió por primera vez en el comité y en la carta que dirigió a los afiliados el pasado lunes, cuando se abrió el voto electrónico.

La dirección no facilitó este sábado por la noche datos desagregados por federaciones, pero los que fueron publicando distintos territorios en X se alineaban con el cómputo general. El 87,13% es un porcentaje menos de cinco puntos inferior al del referéndum anterior, el del preacuerdo con Unidas Podemos de noviembre de 2019. Entonces, el aval de las bases fue del 92%, con el escrutinio al 98% y sin tener en cuenta al PSC, y la participación fue prácticamente calcada a la actual: 63,01% entonces, 63,4% ahora. Tampoco hace cuatro años se distribuyeron los números por federaciones.

Los primeros datos en conocerse fueron los del PSC. La militancia del partido hermano apoyó a Sánchez con un 85,4% de los votos, mientras que el 12,2% rechazó el pacto. Se contabilizó un 2,4% de blancos y un 0,2% de nulos. En Cataluña, votaron 7.909 afiliados, lo que representa una participación del 61,6%. Es decir, números muy similares, aunque algo por debajo, a los globales en todo el país.

El otro punto de lógica expectación se situaba en Castilla-La Mancha, por la beligerancia del secretario regional y presidente de la Junta, Emiliano García-Page, con la amnistía y con las negociaciones de Sánchez. Allí, la participación en urna —sin el voto telemático, cuyos resultados pilota Ferraz— fue del 48,67%, con un total de 4.538 votos emitidos, según los datos facilitados por la cúpula autonómica. Ratificó el acuerdo el 76,02%, y un 21,8% lo rechazó. Además, hubo un 2% de blancos y un 0,19% de nulos. El PSOE castellanomanchego aportaba otro resultado: de los 21.000 militantes totales de la federación, en urna votaron apoyaron el acuerdo y votaron sí 3.495.

En Castilla-La Mancha, la participación en urna (sin voto online) fue del 49%, y el apoyo, del 76%

Las cifras autonómicas no son comparables estrictamente con el recuento general al no estar incluido el voto electrónico, pero permite hacerse una idea de una mayor contestación en la federación capitaneada por el barón más crítico con el jefe del Ejecutivo en funciones. No obstante, Page no hizo ninguna recomendación de voto y antes de que Sánchez defendiera la amnistía en el comité sí había refrendado públicamente el pacto con Yolanda Díaz.

Por cerrar el alcance de la amnistía

La semana vivió la aceleración de los pactos —la foto del secretario de Organización, Santos Cerdán, con Carles Puigdemont el lunes en Bruselas, y el cierre del texto conjunto con ERC— y el frenazo imprevisto decidido por el expresident cuando todo parecía rodado, exigiendo ampliar el perímetro de la amnistía.

Los datos no permiten ver un castigo a Sánchez, porque hace cuatro años la participación fue también del 63% y el respaldo alcanzó el 92%

Estaba por ver, por tanto, cómo la sucesión de hechos impactaba en las bases del partido. Los resultados, sin embargo, no traslucen ningún castigo a Sánchez, ya que la movilización es semejante a la de hace cuatro años —entonces la investidura requería de la abstención de los republicanos, que se logró, pero no hacían falta los posconvergentes—, y el apoyo se sitúa en registros altísimos, del entorno del 90% en ambos casos.

Más bajo fue el aval al secretario general en la consulta del acuerdo con Ciudadanos en 2016, insuficiente para lograr la investidura, por lo que España tuvo que ir a las urnas de nuevo. En aquel momento, el pacto con Albert Rivera cosechó un 78,97% de apoyo (73.940 síes) y un 21,03% de rechazo (19.692 noes). En 2016, participó el 51,70% (95.763) del censo, formado entonces por 189.256 militantes en toda España. En 2019, tenían carné 178.651 personas. Ahora, según Ferraz, componen el censo alrededor de 172.600 afiliados, incluidos los de PSOE, PSC y sus respectivas organizaciones juveniles.

Aunque el apoyo masivo se daba por descontado, por si acaso, los dirigentes socialistas que acudieron a votar presencialmente este 4 de noviembre —Sánchez lo hizo de forma online este viernes—, machacaron el mismo mensaje: la importancia de dar continuidad a un Gobierno "progresista" que trabaje por el diálogo y la "convivencia".

"Frente a todos aquellos que quieren sembrar el presente y el futuro de odio, de división y crispación, nosotros decimos sí a la convivencia, sí al reencuentro y sí a seguir avanzando en esa senda de progreso que ya hemos construido", alegó la portavoz de la ejecutiva y ministra de Educación en funciones, Pilar Alegría. "Sí a un Gobierno socialista" para que haya "convivencia pero también becas, vivienda, empleo, derechos y salario", razonó el titular de la Presidencia y uno de los tres negociadores jefe de la investidura, Félix Bolaños. "Alcemos la voz con nuestro voto en favor del progreso, para seguir avanzando de la mano de nuestra militancia", escribió desde X, antes Twitter, el secretario de Organización, Santos Cerdán, interlocutor de Puigdemont.

El presidente, pues, supera con creces el trámite interno en el que se sabía que no tendría problemas. Ahora le queda lo más difícil: cerrar la alianza con el expresident catalán —las conversaciones avanzan "a buen ritmo" y podrían concluirse muy pronto— y explicar sus acuerdos para evitar un mayor desgaste. Tras la investidura, si se culmina, él y su Gobierno de coalición deberán navegar en aguas turbulentas. Pero esa pantalla aún no ha llegado.