El 17 de noviembre la sonrisa y el alivio en Ferraz se transformó en un semblante serio e incómodo en Navarra. El día anterior el Congreso de los Diputados acababa de proclamar a Pedro Sánchez presidente del Gobierno tras unas duras y complicadas negociaciones. De nuevo, EH Bildu había entrado en la ecuación. Aparentemente lo hizo sin acuerdo ni contraprestación alguna. 24 horas después, en silencio y con absoluta discreción, la izquierda abertzale comenzaba a negociar en un despacho de Navarra el pago a sus servicios. Al otro lado, el PSN. Ahora, 42 días después, el día de los inocentes culminará en la capital navarra con el proceso iniciado entonces y con el que logrará su ansiado objetivo: situar a su candidato, Joseba Asiron en el sillón de alcaldía de Pamplona gracias al respaldo de 4 votos socialistas.

Es el final del largo viaje de exigencia y paciencia que EH Bildu ha trabajado desde las elecciones municipales del 28 de mayo. La coalición de Arnaldo Otegi acumula en Navarra una larga trayectoria de favores no correspondidos con el PSN. Facilitó la presidencia a Chivite en 2019 y lo volvió a hacer en 2023. En estos años ha jugado como un apoyo imprescindible de su Gobierno desde la oposición. Sus presupuestos han llevado el aval de Bildu y a ello se suma el respaldo dado a Sánchez.

En Pamplona la izquierda abertzale siempre ha reclamado ser correspondida. El modo de hacerlo pasaba por desbancar a UPN de la alcaldía del Ayuntamiento de Pamplona. Lo reclamó son éxito en 2019 y lo reiteró tras las municipales de este año. En ambos casos, la respuesta de Ferraz y el socialismo navarro fue que no, que a los de Otegi aún les restaba un largo proceso ético y autocrítico por hacer. La convocatoria de elecciones generales el 23-J obligó a estirar aún más esa negativa, a aplazar el ‘elefante’ en la habitación del socialismo navarro.

Los contactos entre el Secretario de Organización del PSN, Ramón Alzorriz, y la coordinadora de EH Bildu en Navarra, Miren Zabaleta, se iniciaron al día siguiente de ser proclamado Sánchez presidente. Lo hicieron con gran discreción. Aquel paso suponía saltarse la línea roja que el PSN siempre afirmó que no cruzaría. Lo aseguró hasta hace sólo unos días. Ni siquiera sus socios en el Gobierno de Navarra y los que serían sus aliados en la operación ‘asalto’ al Ayuntamiento de Pamplona, Geroa Bai y Contigo-Zurekin, conocían los contactos. Las formaciones que acompañarán desde hoy a Asiron en el gobierno municipal sólo entraron a participar de la negociación cuando ésta se encontraba prácticamente terminada.

Fractura y tensión

El pasado 13 de diciembre el acuerdo se hizo público. En realidad, quince días antes, el 29 de noviembre. Ese día EH Bildu sabía que se produciría. O al menos lo intuía como más que probable. Uno de sus militantes acababa de reservar la ocupación de la plaza del Consistorio para el día 28 de este mes. Formalmente esgrimió la celebración de la suerte de ‘fiesta del invierno’. La realidad es que aquella ocupación de la plaza es la que hoy se utilizará para celebrar, por parte de la izquierda abertzale el regreso de Asiron a la alcaldía gracias a una moción de censura y el PSN.

Cuando Asiron salga hoy triunfante con el bastón de alcaldía del Ayuntamiento de Pamplona habrán transcurrido 42 días de negociaciones y meses de falsas negaciones. Lo hará en un clima de fractura y tensión en la ciudad como pocas veces se había vivido. Los cruces de acusaciones que en los últimos días se han cruzado UPN, PSN y Bildu han enrarecido el ambiente en la sociedad pamplonesa. Se escenificara este mediodía cuando los simpatizantes de EH Bildu y los de Unión del Pueblo Navarro compartan espacio en los alrededores del ayuntamiento.

Lo que para unos es el cumplimiento del sentir real, progresista, expresado en las urnas, para otros es la materialización de una traición que tardará tiempo en sanar. El temor del paso dado por el PSN y sus posibles consecuencias han comenzado a visibilizarse en la renuncia de dos de sus aspirantes, La lista con la que los socialistas navarros se presentaron a las elecciones ha tenido que tirar del número 8 para sustituir a Elma Sainz, tras su marcha al Gobierno. La renuncia de los dos concejales que debían sustituirle es un indicador más de la situación en la que se celebrará hoy el Pleno.

"Paralización" y "señalamientos"

Desde UPN se insiste que no es más que la manifestación del error y la crítica interna que esta decisión está provocando. Los socialistas culpan directamente del “señalamiento” que desde la formación de Esparza se viene realizando contra sus cargos. La realidad es que el PSN hoy cederá sus votos para que Asiron sea alcalde pero sin exigir formar parte del Gobierno.

El acuerdo programático negociado días atrás pretendía ser un escudo protector y una justificación del paso que prometieron no dar jamás. El acuerdo con EH Bildu sólo buscaría sacar a Pamplona de una supuesta “paralización”, dijo el PSN, y contribuiría a acercar al ámbito de la convivencia y la memoria a una coalición a la que hace sólo unos días aún “le restaba mucho camino por recorrer”. El primer eje del acuerdo firmado con Bildu y que a partir de hoy deberá cumplir el nuevo alcalde y su gobierno sitúa la “construcción permanente de la convivencia” y “el reconocimiento y reparación de todas las víctimas” como punto de partida.

Asiron y su entorno ha calificado de "histórico" este día que considera que supone "un cambio de ciclo", el del respeto a las diferencias, la convivencia y la diversidad, aseguró el edil. UPN e Ibarrola, también creen que será un día que pasará a la historia pero por la "traición" y la fractura social que esconde.

Desde EH Bildu se ha instado a quienes acudan a que lo hagan con tranquilidad, en un ambiente festivo y evitando caer en "cualquier provocación o sospecha". Acusan a la "derecha extrema y extrema derecha de tener la intención de enrarecer el ambiente" por el mero hecho de concentrarse en la Plaza de los Burgos "para justificar de alguna manera su actitud antidemocrática y violenta".