Ella era la interpelada, la que teóricamente ocupaba el centro del debate en el Congreso, la que debía explicar qué es la "financiación singular" para Cataluña, qué han pactado PSC y ERC con el visto bueno del Gobierno. Sin embargo, María Jesús Montero no fue más allá de lo expuesto en estas últimas semanas ante los medios y en las dos Cámaras. Que lo consensuado con los republicanos es una "mirada nueva", que "no tiene etiqueta", que "no supone ninguna quiebra de la solidaridad interterritorial" y que se asegura un nivel de servicios públicos semejante en todas las comunidades autónomas. Lo llamativo del pleno de este jueves en el Congreso fue otra cosa, el duelo a garrotazos entre ERC y Junts. Sus reproches cruzados, la exhibición descarnada de su guerra total, su pugna por la parroquia independentista, su lucha por demostrar quién arranca más cesiones al Ejecutivo de Pedro Sánchez. Un combate que no pasó desapercibido para nadie y que inquieta en la Moncloa porque complica sus negociaciones con ambos partidos, porque los dos entran en una espiral de exigencias que hace que el precio a pagar por el Gobierno para cerrar un pacto suba. Esa escalada entre republicanos y posconvergentes no le "viene bien nunca".
La sesión de este jueves en el hemiciclo arrancaba descafeinada porque el punto más delicado para Sánchez, la discusión, por segunda vez, de la senda de estabilidad presupuestaria, había sido retirado el martes para intentar un acuerdo con Junts, vista su mayor "disposición" a hablar. Quedaba en pie, eso sí, la comparecencia de Montero pedida por el PP por la financiación singular para Cataluña. Pero ni los populares ni el resto de los grupos tuvieron más detalles de un acuerdo al que le falta todo el desarrollo y una larguísima negociación por delante, y cuya aprobación por el Parlamento se antoja muy cuesta arriba.
Rufián reprocha a Junts que llame a los republicanos "pagafantas" y que haya hecho calar el mantra de que ERC apoya al Gobierno "a cambio de nada"
La vicepresidenta primera y titular de Hacienda centró sus energías en dar cera al PP y a sus gobiernos autonómicos, que "con una mano bajan impuestos y con la otra piden más recursos al Gobierno". La tesis del Ejecutivo es que el nuevo modelo de financiación autonómica que desea poner en pie puede suponer que Cataluña salga beneficiada, pero eso no va "en detrimento" de que se beneficie al resto, porque el resto de comunidades, ya lo ha garantizado el presidente, recibirán más recursos que ahora. El pacto PSC-ERC, defendió, cabe en la Constitución y en los estatutos de autonomía, y "avanza en una visión compartida del federalismo y con responsabilidad fiscal". "Dejen de hacer política contra Cataluña", rogó Montero al PP.
Pero lo que después presenció el hemiciclo fue esa pelea sin cuartel entre el portavoz republicano, Gabriel Rufián, y el portavoz adjunto de Junts, Josep Maria Cruset. Rufián pasó al catalán para dirigirse a su directo oponente. Preguntó "a la derecha catalana" qué no le gusta del acuerdo firmado con el PSC, deslizando mordaz su "sospecha" de que no le complace porque está suscrito por ERC, porque ese mismo compromiso lo llevaban los posconvergentes en su programa electoral. Les reprochó que llamen a los republicanos "pagafantas" y que hayan hecho calar el mantra de que apoyan al Gobierno de Sánchez "a cambio de nada" (a canvi de res), cuando a su juicio no es cierto.
Cruset sin embargo se refugió en ese eslogan de su partido: ERC y PSC han mentido sobre el acuerdo que hizo president a Salvador Illa, porque no hay "ni concierto económico, ni financiación singular, ni soberanía fiscal ni la llave de la caja". Los republicanos, dijo, apoyaron los Presupuestos de Sánchez "a cambio de tres reuniones de la mesa de diálogo en cuatro años", y en esta legislatura concedieron respaldo al Gobierno a cambio de Rodalies, cuando no se trata de una transferencia "integral" ni un "traspaso". "Es de nuevo una legislatura de estabilidad a cambio de nada", atacó el portavoz adjunto de la formación de Carles Puigdemont.
Ni concierto, ni financiación singular, ni soberanía fiscal ni la llave de la caja", "es de nuevo una legislatura de estabilidad a cambio de nada", ataca de vuelta el portavoz posconvergente, Josep Maria Cruset
"Nos machacan con el eslogan miserable de que hacemos las cosas a cambio de nada", se dolió de vuelta Rufián en la réplica, cuando pasó a resumir todo lo conseguido por su partido tras negociar con el PSOE: desde las ayudas en la pandemia, la reforma de las pensiones, la eutanasia, el refuerzo de la lucha contra la violencia machista, la ley del sí es sí, o los indultos a nueve líderes independentistas, que beneficiaron también a "sus jefes", a los del portavoz posconvergente. "Decir que eso es a cambio de nada es miserable, señor Cruset", le lanzó. Rufián dejó después una frase con la que resumía el hartazgo de su partido: "Respeten a ERC. Dejen de comportarse como los dueños de la finca, porque Cataluña no es su finca, y nosotros no somos sus masoveros", sus criados.
Cruset aludió al presunto miedo de Montero a explicar el pacto con los republicanos. "Este miedo también explica", siguió, mirando de nuevo a ERC, "el tono de chulo de barra de bar que hemos visto en algunas intervenciones de los últimos días para tapar ese ridículo". "La era del a cambio de nada se ha acabado", concluyó, volviéndose de nuevo a la vicepresidenta y repitiendo su eslogan contra Rufián.
"La derecha catalana chantajeando y ya está"
La tensión entre ERC y Junts no es nueva. Su odio mutuo lleva alimentándose años. Pero va a peor. Y su competencia en Cataluña en feroz. Los posconvergentes no paran de decir en sus intervenciones públicas que jamás apoyarán al Gobierno gratis, como creen que han estado haciendo los republicanos desde 2020. Para Esquerra, sin embargo, no es más que una estrategia de fuegos artificiales de Junts, de aplastamiento de su adversario. Lo que hacen los de Puigdemont, decía Rufián a los medios este mismo jueves, es "la derecha catalana chantajeando y ya está". ERC dice basta.
Nunca antes les habíamos visto así", "y eso a nosotros no nos viene bien, no nos viene bien que rivalicen entre ellos", señalan en el Gobierno
En la Moncloa sorprendió la aspereza del debate. "Nunca antes les habíamos visto así como hoy [por este jueves]", "nunca" se había evidenciado su lucha total como hasta ahora, advertían fuentes muy próximas al presidente del Gobierno. "Y eso a nosotros no nos viene bien, no nos viene bien que rivalicen entre ellos. Nunca nos viene bien", reflexionan las mismas fuentes.
La razón es obvia: ERC y Junts compiten entre sí y ante sus electorados por ver quién consigue mejores concesiones del Ejecutivo. El precio para Sánchez, para satisfacer a sus dos socios independentistas catalanes, imprescindibles ambos, "va subiendo". Como crece, obviamente, el desgaste para el Gobierno.
El ambiente de guerra a campo abierto inquieta en la Moncloa. ERC y Junts están "a muerte" en Cataluña y ahora ya tienen, recuerdan, muy próximos sus respectivos congresos. Los posconvergentes, a finales de octubre, y los republicanos, un mes más tarde. Por tanto, es "lógico" que salten chispas. "A nosotros esta escalada no nos viene bien nunca", concluyen en el Ejecutivo, donde admiten a la vez que esa pugna es "inevitable" dado el grado de confrontación alcanzado y la lucha a dentelladas por el menguante electorado independentista, muy castigado en las autonómicas y generales de 2023, en las catalanas del pasado 12 de mayo y en las europeas del 9 de junio, cuatro comicios ganados ampliamente por el PSC y en los que ERC ha encadenado cuatro dolorosísimas derrotas.
En el Ejecutivo admiten que la pugna ERC-Junts es "inevitable" dado el grado de confrontación alcanzado y la lucha a dentelladas por el menguante electorado independentista
Otros cargos del Gobierno, también en la dirección del Grupo Socialista, reconocen que buena parte de la dificultad extra de esta legislatura procede precisamente de la rivalidad de ERC-Junts, un elemento que en la Moncloa siempre han tenido en cuenta como un elevadísimo factor de riesgo. Un responsable de primer nivel recordaba este jueves cómo en 2009 se logró desactivar a Juan José Ibarretxe después de que perdiera la Lehendakaritza a favor de Patxi López: al producirse un "cambio tranquilo", el PNV reaccionó y buscó su hueco, cerró por completo la senda independentista y apostó por la vía del pragmatismo, a la que todavía se aferra. En Cataluña, señalaba este mismo cargo, ahora podría ser el momento con el Govern de Illa, pero que Puigdemont se niegue a irse y las hostilidades y envenenamiento con ERC no hacen más que dar combustible a Junts.
"Nadie sale de una negociación igual que entró"
"Rufián ha ido fuerte, pero es lógico. Esto no va bien para la negociación porque los necesitamos a los dos [a ERC y Junts], pero llevan así desde hace tiempo", apunta resignado un alto mando institucional socialista. "Son así los dos, pero los gestionaremos", apuntan por su parte en el círculo de confianza de Sánchez. La expectativa que manejan en la Moncloa es que la tensión irá escalando hasta los congresos de ERC y Junts, hasta que elijan a sus nuevas direcciones, pero "después se tranquilizarán". Otros miembros del Consejo de Ministros relativizan lo ocurrido este jueves y subrayan que "no hay por qué preocuparse" ahora mismo.
No obstante, el Gobierno advierte ya a sus dos socios, y sobre todo a Junts, de que no pueden pedir la luna: "Nadie de una negociación sale de la misma manera que entra cuando hay un acuerdo, nadie", verbalizó Montero en la tribuna.
La expectativa que manejan en la Moncloa es que la tensión irá escalando hasta los congresos de ERC y Junts, pero "después se tranquilizarán". "Son así los dos, pero los gestionaremos", apuntan
El Ejecutivo espera cerrar un acuerdo para una nueva senda de estabilidad en las próximas semanas. No se pone plazos por el momento, pero es consciente de que no puede demorarse mucho porque comunidades y ayuntamientos necesitan saber pronto qué objetivos de déficit y deuda para el periodo 2025-2027 aprueban las Cortes para elaborar sus propios presupuestos. Junts sigue insistiendo en que quiere que el objetivo total de déficit —2,5% para 2025, 2,1% en 2026 y 1,8% en 2027— se reparta por tercios entre Administración central, comunidades y ayuntamientos. Exigencia que en Hacienda catalogan de "imposible".
Según la senda propuesta —tumbada en julio y ahora retirada—, el Gobierno se permitiría, para el próximo año, un déficit del 2,2%, más dos décimas de la Seguridad Social, y dejaría a las CCAA un desfase de una décima (antes se les exigía un superávit de 0,1%, luego tendrían ahora dos décimas más de capacidad de gasto) y las corporaciones locales tendrían que llegar al equilibrio presupuestario. Cada décima que se mueve —dándosela a las CCAA y quitándosela por tanto al Estado— suponen, recuerdan en Hacienda, 1.500 millones de euros. Así que si Junts quiere que se permita a las comunidades siete décimas más de déficit, el Gobierno tendría que renunciar a unos 10.500 millones de gasto. Los de Puigdemont alegan que la Unión Europea visa el objetivo global de déficit, pero no interfiere en cómo los Estados lo reparten entre los diferentes subsectores (Gobierno central, CCAA, ayuntamientos y Seguridad Social), pero en Hacienda inciden en que una Administración no puede disfrutar de más déficit del que tenía el año anterior ahora que vuelven a operar las reglas de gasto, por no hablar de que no tendría sentido que los municipios, que están en equilibrio, pasaran a tener varias décimas de déficit.
Junts pide que el objetivo de déficit se reparta por tercios y subraya que la UE no se mete en cómo se distribuye entre los subsectores. Hacienda responde que el planteamiento de Puigdemont es "imposible"
Tanto los posconvergentes como el Ejecutivo recalcan que de momento solo se negocia una nueva senda, que no están situados también en la pantalla siguiente, en la de los Presupuestos que, como dijo Sánchez el miércoles desde Nueva York, solo se presentarán una vez que hayan concluido los congresos de Junts y ERC. O sea, como pronto, para diciembre. "Pieza a pieza", reitera Junts. No obstante, es incuestionable que objetivos de estabilidad y PGE están ligados, y Ferraz anhela que si se desatasca la primera carpeta, se acabe liberando la segunda.
Los socios piden renegociar de cara a la senda
El camino, no obstante, no será fácil, y ni en el Ejecutivo ni en la dirección del partido ocultan que no tienen nada seguro, que no saben si la negociación prosperará. El viernes, en Suiza, la reunión de la delegación socialista, encabezada por Santos Cerdán, y la de Junts, liderada por Puigdemont, fue "muy dura", en la que las dos partes se encararon y se dijeron "muchas cosas a la cara", pero al final de la cita se encontró "un hilo" del que tirar y con el que intentar reconducir unas relaciones que siguen siendo "frías", según relataban a este diario fuentes de Ferraz. Todo en Junts son avisos. Uno tras otro: "Con nosotros no funciona ni que nos presione, ni que nos hagan la pelota. Se trata de hacer política y negociar para llegar a acuerdos, cumplir esos acuerdos y con la confianza ganada, volver a empezar a plantearnos alcanzar acuerdos", señaló significativamente Cruset en la tribuna del Congreso.
La reunión en Suiza entre PSOE y Junts fue "muy dura", las dos partes se dijeron "muchas cosas a la cara" pero al final se encontró "un hilo" del que tirar y con el que intentar reconducir las relaciones
Esta semana, además de la retirada de la propuesta de senda, el Gobierno ha multiplicado los gestos con los posconvergentes: ha vuelto a pedir a la presidenta del Parlamento Europeo que permita el uso de las lenguas cooficiales en la Cámara, ha reactivado las comisiones de investigación sobre los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils de 2017 y la operación Cataluña. PSOE y Junts acordaron el plan de trabajo de la primera y pactaron tanto la hoja de ruta como la lista de comparecientes de la segunda, así que ambos órganos empezarán su marcha ya. Por la segunda desfilarán, como aprobó la comisión este jueves, el expresidente Mariano Rajoy y sus manos derechas en su Gobierno (Soraya Sáenz de Santamaría) y en el PP (María Dolores de Cospedal) y también la cúpula de Interior de Jorge Fernández Díaz.
Entretanto, cargos de los grupos parlamentarios socios del Ejecutivo aprecian el cambio de clima de esta semana, la sensación de que la legislatura puede echar a andar tras un año de intermitente bloqueo. La clave de bóveda, claro, serán los Presupuestos.
Se reactivan las comisiones de investigación de la 'operación Cataluña' y de los atentados de 2017: otro gesto de distensión del PSOE hacia Junts
Pero, por el momento, ahora que se abre la negociación con Junts, el resto de aliados del Ejecutivo piden la vez y recuerdan que ellos también tienen exigencias para apoyar una nueva senda: sus votos, advertían este jueves Ione Belarra (Podemos), Mertxe Aizpurua (Bildu) o Néstor Rego (BNG), son tan importantes como los de los posconvergentes. Y todos igual de imprescindibles.
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