Las distintas formaciones políticas están ya en fase de aceptación del hecho de que los comicios catalanes se celebrarán en la fecha prevista, el 14 de febrero, pese a las escalofriantes cifras de contagios que está dejando esta tercera ola del coronavirus no sólo en Cataluña, sino en toda España. Y la estrategia electoral de cada partido sigue su curso: por ejemplo, mientras ERC e incluso Unidas Podemos activan la campaña electoral para anular el 'efecto Illa' en el Congreso, acusando al hasta ahora ministro de Sanidad de "irresponsabilidad" por abandonar su puesto en mitad de la tercera ola por intereses "partidistas", Ciudadanos hace lo propio ofreciendo sin cortapisas un pacto postelectoral al PSC para evitar el tripartito y, de paso, reducir en la medida de lo posible el trasvase de voto naranja a la papeleta socialista.

Pero Arrimadas no es la única abierta a negociar un Govern sin independentistas con el PSC, en caso, claro, de que saliesen las cuentas. En el PP catalán mueven ficha y tampoco ven con malos ojos abrir el melón del pacto con los socialistas catalanes. De hecho, la posibilidad de ofrecer un pacto al PSC -para al menos demostrar que "tenían alternativa", como hizo Pablo Casado con la mano tendida, con condiciones, a Pedro Sánchez- es una puerta abierta en las filas populares, aunque la línea roja que han planteado los populares supone un muro de grandes dimensiones para cualquier oportunidad de acuerdo: Salvador Illa, "el peor gestor de nuestra historia reciente", debe quedar fuera del Govern.

El candidato del PP a la presidencia de la Generalitat, Alejandro Fernández, ya dejó caer las intenciones del partido una vez Arrimadas hizo pública su siguiente maniobra electoral. Aunque sin mencionar al PSC, sí subrayó que si la suma constitucionalista fuese una realidad, el PP tendería la mano a la izquierda, pero Salvador Illa no podría ser el candidato de la investidura. Al menos, no con los votos del PP.

En el PP se es consciente que aún en el caso improbable -a la luz de todas las encuestas- que el resultado en las urnas favorezca una mayoría constitucionalista, el PSC nunca renunciaría a su candidato por uno "de consenso", como defienden los conservadores, a cambio de un acuerdo que margine a ERC en la Generalitat. Pero sí han conseguido con esta mano tendida desmarcarse de la oferta sin condiciones de Ciudadanos por un lado y de la cerrazón de Vox a facilitar un gobierno socialista de ningún tipo.

Y es que más allá de la batalla entre PSC y ERC por el control de la Generalitat -el 'efecto Illa' ha puesto en serio peligro la mayoría independentista-, la otra gran lectura de las catalanas es el plebiscito que se celebra también a la derecha del tablero político. El PP trabaja sin descanso para hacer efectivo el sorpasso a Ciudadanos, una vez iniciado el proceso de 'opa' contra los liberales a cuenta del anunciado giro al centro que trata de dejar sin oxígeno a los naranjas. Se trata de una estrategia que Génova inauguró hace meses, y que encuentra en las autonómicas catalanas una prueba de fuego vital para comprobar su efectividad y edificar en torno a ella el camino del PP hacia las próximas elecciones generales.

Por su parte, Ciudadanos trata sin descanso de salvar el golpe que auguran todas las encuestas y, al menos, mantener un cuarto puesto en el tablero político, por encima de PP y Vox. El sorpresivo fichaje de Lorena Roldán por parte del PP supuso un duro primer golpe que vendría precedido por el anuncio de Salvador Illa postulándose como candidato del PSC, lo que hacía augurar una movilización del electorado liberal ya no tanto a las siglas populares como a las socialistas. No obstante, en las filas naranjas se da prácticamente por seguro que el acuerdo entre PSC y ERC para un tripartito en Cataluña está más que cerrado -el candidato de Ciudadanos al 14-F, Carlos Carrizosa, expresó este mismo fin de semana que si a Illa "le salen los números, habrá un tripartito"-.

Vox irrumpirá con toda seguridad en el Parlament de Cataluña. Y en esta carrera parte desde una posición por el momento irreconciliable con el PP, al que aspira a superar una vez se cierren las urnas. La ruptura entre Casado y Abascal sigue resonando en las filas de Vox, que se presenta a estas elecciones como única alternativa al "consenso progre", en el que encuadra también a los populares.

Vox se cierra en banda a toda posibilidad de "estar con el partido socialista en ningún lado", en palabras de su candidato, Ignacio Garriga, porque "tanto PSC como ERC son los responsables de la falta de libertad que vivimos en Cataluña". El líder de la formación, Santiago Abascal, ya denunció en una entrevista para Libertad Digital la "disyuntiva falsa" de una posible entente constitucionalista y posicionó sus siglas en contra del "Frente Popular", como designó la alianza entre Illa y Rufián.