Es imposible prever qué va a hacer el 30% de los catalanes que, según las encuestas, afirma que va a votar, pero no sabe aún a quién. Este tipo de elector, sin una convicción política clara, es el que más afectado se ve por el desarrollo de la campaña. Al no tener tomada la decisión final, suele estar abierto a posibles influencias que le ayuden a optar por una u otra candidatura. Los partidos suelen diseñar sus campañas sobre la base de intentar imponer un debate público que les sea favorable. Si una formación consigue instalar el eje de campaña que le conviene se asegura que la mayor parte de quienes estaban pendientes de tomar su decisión se puedan inclinar a su favor.

Los responsables del marketing del procés han demostrado a lo largo de los últimos tiempos una especial habilidad para manejar esta técnica. Sin embargo, en esta campaña, todo salió mal desde que Puigdemont cometió el grave error de no convocar elecciones y llevar adelante la DUI que provocó la inmediata aplicación del artículo 155. La arquitectura virtual creada por la propaganda independentista se vino abajo cuando se confrontó con la realidad. Ante este panorama, los partidos independentistas han buscado ejes de campaña que se alejaran rápidamente de semejante panorama.

Con manifiesta habilidad, el equipo de campaña del ex president ha conseguido dar la vuelta completa a su puesta en escena

Era evidente que un Puigdemont fugado de la justicia y encabezando un partido conservador y sobre el que pesa un largo historial de corrupción les dejaba fuera de la contienda electoral. Con manifiesta habilidad, el equipo de campaña del ex president ha conseguido dar la vuelta completa a su puesta en escena. Así se presenta la campaña de JxCat.

Sus preguntas ante el 21-D son claras: ¿Prefieres que Cataluña esté gobernada por el estado franquista de Madrid o por los legítimos gobernantes catalanes elegidos democráticamente? ¿Prefieres vivir en libertad o bajo la opresión de un estado neofascista? ¿Prefieres vivir en una república libre y democrática o que nos arrasen violentamente y nos hagan arrodillarnos ante ellos? Curiosamente los partidos más perjudicados con esta estrategia son sus socios en la anterior legislatura.

El problema es que la campaña de JxCat rehúye toda diferencia programática y pretende abarcar todo el espectro ideológico colocando a Puigdemont como una especie de mesías a quien hay que proteger como esencia de los valores que representa la república catalana.

ERC se ha visto sorprendida por JxCat, que se coloca por elevación en un discurso emocional, casi místico, con un Puigdemont omnipresente como centro icónico

ERC se ha visto sorprendida por esta acción invasiva de su rival electoral que poco a poco parece haber ocupado parte de su territorio. Si el debate ideológico era el que se imponía dentro del independentismo, el partido de Junqueras iba a arrasar a los ex convergentes, herederos del pujolismo. La sorpresa ha sido el cambio de eje de campaña. JxCat se niega a discutir cuál de las formaciones independentistas es la más adecuada para dirigir Cataluña. Se colocan por elevación en un discurso emocional, casi místico, que tiene como centro icónico la figura de un Puigdemont omnipresente en los medios.

Mientras tanto, el líder de ERC, Oriol Junqueras no puede aparecer en campaña desde la prisión de Estremera. El intento de colocar a Marta Rovira como figura representativa del partido se ha diluido en pocas semanas. Su incapacidad para convertirse en líder mediática es manifiesta. Sus intervenciones suman desastre tras desastre. En el primer debate televisivo, celebrado el pasado jueves, fue relevada de forma improvisada por Roger Torrent para enfrentarse al resto de los líderes. Este fin de semana, ERC ha tirado de Carme Forcadell para intentar recuperar terreno.

Por último, la CUP no representa mayor amenaza. Ellos solos se auto limitan su espacio, sin invadir el del resto. Su eje de campaña es claro. Hay que aplicar la república de inmediato. Desobediencia, insubordinación, ilegalidad, desconexión y ruptura. Según las encuestas, bajarán en su representación, aunque mantienen el apoyo de decenas de miles de catalanes disconformes con el devenir de la sociedad actual y partidarios de fomentar el activismo político al margen de la legalidad.

Inés Arrimadas aparece desde una posición más firme, más moderna, menos manchada y menos antediluviana que el PP

Al otro extremo del espectro se encuentra el PP, que parece destinado a obtener los peores resultados de su historia en Cataluña. La explicación parece bastante evidente. Su ideario sigue contando con una significativa representación social, pero ahora estos electores cuentan con una alternativa más atractiva, Ciudadanos. Inés Arrimadas aparece desde una posición más firme, más moderna, menos manchada y menos antediluviana. Además, extiende sus propuestas hasta posiciones más centristas, lo que le abre la posibilidad de convertirse incluso en la formación más votada en las próximas elecciones.

El debate que propone resolver Ciudadanos en esta convocatoria es claro: ¿Quieres detener la deriva independentista en Cataluña? ¿Quieres acabar con esta etapa negra de la historia de nuestra democracia? ¿Quieres defender la ley y la democracia frente a los que intentan imponer a los demás el secesionismo y el enfrentamiento social? Ciudadanos sabe de sobra que no tiene posibilidad alguna de gobernar Cataluña por muy bueno que sea su resultado. Necesitaría el apoyo del PP, del PSC y de los comunes. El PSC no parece dispuesto a secundarles. Los comunes ya han jurado públicamente que jamás apoyarían semejante posibilidad. Ciudadanos piensa además en otra batalla. Un gran resultado en Cataluña le convertiría en toda España en una alternativa real frente al PP.

Entre el territorio independentista y el anti-independentista aparece un tercer espacio que ocupan el PSC y Catalunya En Comú Podemos (CECP), la coalición formada por Ada Colau y Pablo Iglesias. Ambos partidos apuestan por buscar un camino intermedio entre los dos grandes bloques en conflicto. Ahí terminan sus coincidencias. Les separa su punto de partida y su punto de destino. La frontera de separación entre ambos es el 155. Los comunes han marcado su territorio como el existente entre el no a la DUI y la consecuente aplicación del 155. El problema es que ese territorio es puramente teórico.

A Colau y Pablo Iglesias les une el objetivo de un referéndum pactado en el que buena parte de ellos votaría a favor de la secesión

Tienen el problema de que tiene una parte de su electorado independentista que se opone al 155, pero no a la DUI. La otra mitad de sus seguidores es contraria a la DUI, pero no le parece tan mal el 155. Un lío. Lo que sí les une a todos ellos es el destino que perseguir, la celebración de un referéndum pactado en el que una buena parte de ellos votaría a favor de la secesión y otra parte preferiría quedarse en España. En mitad de semejante indefinición puede tocarles la responsabilidad de decidir si facilita el gobierno de los independentistas o se abre a la posibilidad de colaborar en la formación de un Gobierno no secesionista en torno a la figura de Miquel Iceta.

El PSC vive por primera vez en los últimos años una situación esperanzadora. Tras años de declive, las encuestas parecen anunciar una mejora de su representación parlamentaria, aunque insuficiente para asumir un liderazgo incontestable. La mejora de su posición actual dependerá de que su eje de discurso se convierta en el centro de la campaña electoral. El dilema que plantean es el siguiente: ¿Prefieres la imposición de uno de los bandos sobre el otro o la victoria de una fuerza integradora que aglutine a todos? Defienden la vía de la negociación a través de una reforma de la Constitución que aumente el autogobierno de Cataluña y transforme España en un estado federal.

Llama la atención el poco peso que tienen los aspectos programáticos y los compromisos concretos que se proponen en los diferentes discursos. Todo se juega en el campo de las emociones y no de la razón. Quién mejor sepa manejar la parte sentimental del momento actual, seguramente acabará por desnivelar la batalla. La pugna va a quedar definida por cuál sea la disyuntiva que los votantes indecisos deseen resolver el día 21. Todas las encuestas atisban un panorama muy complicado que puede conformar un Parlament muy fragmentado, sin que exista una mayoría clara definida. Por preocupante que parezca, ese modelo obligaría a que la política empezara a actuar y que la negociación prevaleciera sobre la imposición. Ojalá ese diputado nº 68 que define la mayoría absoluta sea partidario de la concordia, la reconciliación y el cumplimiento de las leyes.