La envergadura del acuerdo por sorpresa del martes entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias va mucho más allá de un mero cálculo sobre los posibles componentes del futuro gobierno -si es que se acaba conformando-, sobre los problemas de convivencia entre dos partidos tan distintos actuando juntos dentro de la Administración del Estado, o sobre las posibilidades del presidente del Gobierno en funciones de sumar los votos necesarios para salir triunfante en la primera o en la segunda vuelta de la sesión de investidura.

Para seguir leyendo Regístrate GRATIS