El comportamiento de ERC en esas negociaciones secretas que nos quieren llevar del ronzal hacia una España "plurinacional" en la que Cataluña, dice Miquel Iceta, vea aún más blindadas sus competencias, reciba una mejor financiación -y sobre todo, porque esto es lo importante para el independentismo- goce de un reconocimiento institucional que permita al gobierno autonómico "participar de las decisiones estatales", es un comportamiento que ni siquiera depende de sus propias decisiones, sino de las resoluciones judiciales de un tribunal en Bélgica y de otro en Luxemburgo.

Y por eso resulta del todo indiferente lo que proponga Iceta en la clausura ayer del congreso del PSC en el sentido de «una España federal en la que Cataluña se sienta querida y respetada, se sienta no solo cómoda sino protagonista». Y es indiferente porque los negociadores de ERC con el PSOE podrán decir lo que quieran a sus interlocutores en esa mesa secreta, pero la realidad es que su mirada no se está posando, aunque traten de disimularlo, en la investidura de Pedro Sánchez sino en su futuro político en Cataluña.

Esta semana va a resultar decisiva para el destino final de Oriol Junqueras y de Carles Puigdemont

Esta semana va a resultar decisiva para el destino final de Oriol Junqueras y de Carles Puigdemont, más del segundo que del primero. Porque si el Tribunal de Justicia de la Unión Europea concluye que el señor Junqueras no debió ser privado de su derecho a recoger el acta de europarlamentario, lo que le otorgaba automáticamente la inmunidad deseada, la situación política en Cataluña cambiará radicalmente pero no beneficiará de una manera directa al presidente de ERC, que ya ha sido condenado en firme por el Tribunal Supremo y cumple su pena en prisión y está inhabilitado por ello, sino indirectamente pero de manera muy intensa a su adversario directo ante unas elecciones catalanas, Carles Puigdemont.

Una posible sentencia del TJUE favorable a Junqueras en la cuestión prejudicial planteada por el pasado mes de junio por el Tribunal Supremo español a petición del procesado, otorgaría más pronto que tarde la misma condición de inmunidad al fugado ex presidente de la Generalitat, con la diferencia de que, al estar huido de la Justicia, y si el juez belga decide no entregarlo a los tribunales españoles, camparía libremente por Europa y podría entonces ordenar a su sustituto y mandado Joaquim Torra -otro que puede ser inhabilitado esta semana, lo cual podría precipitar la convocatoria electoral- que ejerciera la potestad de convocar elecciones en Cataluña.

Unas elecciones a las que JxCat concurrirían en superioridad de condiciones puesto que el líder de ERC seguiría en la cárcel e inhabilitado y Puigdemont, que no podría entrar en España porque los delitos por los que se le quiere procesar se cometieron antes de que ganara un escaño en el Parlamento europeo y podría ser detenido en cuanto pisara suelo español, asumiría el liderazgo del independentismo más radical mientras dejaría a los de Junqueras en el rincón de los blandos, si no en el de los traidores a "la causa".

Y en ésas están los independentistas que se sientan en la mesa negociadora frente a Ábalos, Lastra e Illa, sabiendo perfectamente que la suma de un acuerdo entre ERC y el PSOE más una sentencia favorable a la inmunidad de Junqueras le dará la llave a los de JxCat, con Puigdemont al frente, para convocar elecciones anticipadas en Cataluña, con él de cabeza de lista, para arrebatarles en los próximos cuatro años el liderazgo político de la reivindicaciones secesionistas además del poder político al frente de la Generalitat.

Por eso los socialistas, que lo saben, tienen prisa y ofrecen todo tipo de caramelos a unos señores cuyo único interés por lo que se refiere al futuro de España es impedir que gobiernen los partidos de centro derecha porque saben que con ellos en el poder no habría cesiones que negociar, ni naciones que contabilizar, ni "reconocimientos institucionales" que ofrecer. Y por eso los secesionistas están dispuestos a considerar su abstención aunque, naturalmente, todo es bueno para el convento y mientras tanto van a intentar llevarse todos los peixos que les quepan en el cove.

Claro que también podría ser que el TJUE decidiera que ya no procede pronunciarse sobre la cuestión planteada dado que, juzgado, condenado e inhabilitado el señor Junqueras, la cuestión prejudicial planteada no tiene ya sentido.

En ese caso, ERC se vería aliviado de la presión inmediata de un Puigdemont cada vez más fuerte entre sus filas y que acaba de hacerse con el poder absoluto dentro de JxCat con la absorción y el sometimiento de los supervivientes del PDeCat, cosa que se ha producido este mismo fin de semana.

A pesar de eso, y de ser muy conscientes de que la batalla final dentro del independentismo tiene que celebrarse en las próximas elecciones catalanas, es seguro que en ese caso ERC se abstendría en la investidura de Sánchez a cambio de cesiones que parecerán simbólicas a algunos pero que para los secesionistas resultan vitales porque es precisamente de símbolos de lo que se alimentan y alimentan a sus partidarios.

A tenor de lo escuchado por el señor Iceta, van a ir hacia una España plurinacional y federal, un engendro retrógrado que nos llevaría hacia atrás

Ahora bien, ¿qué nos va a costar esa abstención a los españoles? No lo sabemos porque las negociaciones son secretas, pero a tenor de lo escuchado por el señor Iceta en el Congreso celebrado por el PSC este fin de semana, van a pactar poner los mimbres para ir hacia una España plurinacional y federal, un engendro retrógrado que nos llevaría hacia atrás en el tiempo porque en lugar de mover al país para unirlo y hacerlo más fuerte pretende moverlo en el sentido contrario, para separarlo y dispersar su fuerza .

Lamentablemente para el señor Iceta y los socialistas, una España plurinacional y federal no se podría alcanzar sin una profunda reforma de la Constitución, y la reforma de la Constitución no se puede ni siquiera abordar sin contar con dos tercios de los diputados, es decir, sin contar con el PP. Y el PP se opone a semejante vuelco a una Constitución que, con todos sus defectos, alumbró la fórmula de la España de las autonomías en la que, por cierto, se producen muchos más privilegios para ciertas comunidades de los que permitiría un Estado federal.

Pero los socialistas están ya embarcados en esta negociación que se podría haber evitado si Pedro Sánchez hubiera invitado en su día a Albert Rivera a un pacto de gobierno o de legislatura y si, después de estas últimas elecciones, el presidente del Gobierno en funciones hubiera intentado una fórmula con los constitucionalistas. Ahora, un José Luis Ábalos investido de negociador pide a los de ERC "no liarnos con terminologías" como si ignorara -que espero que no lo ignore- que sobre cada una de las palabras que se plasman en todo acuerdo cabalga una fuerza formidable tan capaz de abrir brutales conflictos insolubles como de cerrar heridas largo tiempo abiertas.

Sin embargo, el señor Ábalos tiene prisa por cerrar esta negociación como sea y por eso enseña a sus interlocutores la zanahoria de "mirad que es la oportunidad de vuestra vida" que, traducido al discurso del ministro de Fomento, se ha formulado de la siguiente manera: "Éste es el momento y no sé si habrá otros momentos".

Pero todo depende de que el TJUE reconozca, o no, la inmunidad de Oriol Junqueras, cosa que a él le va a servir de muy poco pero que puede poner literalmente un piso en Perpignan a su adversario Puigdemont. Así que al final va a resultar que a ERC no le conviene que el Tribunal Europeo le dé la razón a Junqueras porque eso se puede volver ahora contra sus intereses.

Mientras tanto, los españoles esperando, pendientes de lo que les convenga a quienes no tienen otro interés que el de acabar con la nación española.

El comportamiento de ERC en esas negociaciones secretas que nos quieren llevar del ronzal hacia una España "plurinacional" en la que Cataluña, dice Miquel Iceta, vea aún más blindadas sus competencias, reciba una mejor financiación -y sobre todo, porque esto es lo importante para el independentismo- goce de un reconocimiento institucional que permita al gobierno autonómico "participar de las decisiones estatales", es un comportamiento que ni siquiera depende de sus propias decisiones, sino de las resoluciones judiciales de un tribunal en Bélgica y de otro en Luxemburgo.

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