Hemos culminado, un año más, un nuevo curso político. Suelo considerar, y así lo repito, que a pesar de que el año, tradicionalmente entendido, comienza el 1 de enero, en realidad se inicia, en todos los órdenes, el primero de septiembre. Es por ello un buen momento para, antes de disfrutar -quien pueda hacerlo- de unos merecidos días de descanso, hagamos balance de nuestro curso político y nos preguntemos si, estando como están las cosas, nuestros representantes públicos merecen vacaciones.

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