En las recientes elecciones legislativas en Irán, celebradas el viernes 1 de marzo, diversos sectores de la sociedad, incluidos prisioneros políticos, madres de víctimas, el Consejo de Jubilados, el Sindicato de Docentes y asociaciones de universitarios del país, así como activistas en redes sociales, instaron a los iraníes a no participar en una convocatoria a las urnas que no cumple con los requisitos mínimos. Según informes de activistas de derechos humanos e IranWire, al menos 50 personas en Azerbaiyán Occidental fueron detenidas por alentar al boicot electoral.

Es la duodécima vez que los iraníes eligen a los 290 miembros del Parlamento Nacional y la sexta que designan a los 88 que forman parte de la Asamblea de Expertos, con un mandato de ocho años. Serán quienes tengan la última palabra sobre el sucesor del Líder Supremo, Ali Jamenei.

Al mismo tiempo algunos activistas políticos informaron en sus redes sociales que habían recibido mensajes amenazantes del poder judicial por publicar posts en los que alentaban a no participar en las elecciones. También se dieron protestas en las calles de Irán. Hemos visto videos en los que unos activistas arrojaban pintura roja sobre los carteles electorales de los candidatos al Parlamento, o escribían consignas en las paredes con el nombre de asesinados por los agentes iraníes en las manifestaciones o llamamientos al boicot.

Cada vez que los iraníes han pedido de forma pacífica a los gobernantes de la República Islámica reconocer sus derechos y respetarlos, o cuando desde las redes sociales se han difundido mensajes en favor de la campaña "No a la pena de muerte", con la que se busca poner fin a las ejecuciones contra encarcelados por asesinato o tráfico de drogas, el gobierno ha respondido con mano dura. Muchos han sido detenidos por pedir que no haya más ejecuciones.

Esta vez los iraníes han decidido responder a la represión del gobierno con un rechazo a la participación en las elecciones. Con esta medida expresan que no reconocen la República Islámica de la manera más cívica posible, es decir, con esa abstención o con el voto nulo.

Los usuarios de las redes sociales publicaron el día de la votación informes en los que mostraban a ciudadanos dando cuenta de la baja participación. En las imágenes se veían colegios electorales vacíos. Solo estaban los integrantes de las mesas.

La baja participación debe interpretarse como un 'sí' de los iraníes al cambio de régimen

La baja participación debe interpretarse como un "sí" de los iraníes a un cambio del régimen después de una de las protestas más sangrientas promovida por el movimiento de Mujer. Vida. Libertad. Antes de las elecciones, el Líder Supremo Ali Jamenei, y otros funcionarios políticos y militares de la República Islámica pidieron repetidamente al pueblo iraní, con tonos diferentes, a veces en forma de promesas y otras veces en forma de amenazas, que fueran a las urnas y que interpretaran cada voto como un "sí" a la República Islámica.

Coacción en las cárceles

Algunas organizaciones de derechos humanos denunciaron que la coerción y las amenazas para votar han llegado a las cárceles. Un preso de la cárcel de Sanandaj contaba a un periodista: "El día de las elecciones a las seis de la mañana nos despertaron para votar. Muchos nos negamos. Nos amenazaron de inmediato: ¿Acaso habéis pensado que tenéis derecho a elegir? Estáis obligados a votar".

Y añadía el preso: "Seguimos firmes, pero finalmente nos obligaron a votar con insultos y amenazas. Expresamos nuestra desconformidad al depositar las papeletas en blanco o con garabatos en las urnas. Todos deben saber que nadie en la cárcel quería votar en estas elecciones, pero no teníamos opción y nuestras protestas no sirvieron de nada".

La Unión de Trabajadores Revolucionarios de Irán también señaló en una declaración que en los últimos días el gobierno ha estado utilizando la amenaza y la intimidación por parte de los dueños de las empresas contra los trabajadores, incluyendo la amenaza de despido si no participan en las elecciones.

Han recibido habido amenazas los maestros, el personal médico, los solados... También se han difundido noticias sobre la compra de votos. Los arrestos de los partidarios del boicot se multiplicaron y se establecieron restricciones al uso de Internet.

Las autoridades gubernamentales en los sectores militar y educativo han utilizado todos los medios y recursos disponibles para llevar a los soldados y estudiantes a las urnas el día de las elecciones.

Mohammad Hossein Pourthani, viceministro de Educación, informó de que la aplicación educativa Shad, utilizada por millones de estudiantes para acceder a material educativo, ha sido utilizada para difundir programas electorales.

Estadísticas manipuladas

Como preveían periodistas y analistas, la República Islámica volvió a manipular las estadísticas. Por ejemplo, el anuncio inicial del 34% de participación en Teherán era una falsedad. La agencias de noticias Irna y Isna, sin disculparse por la falacia que difundieron en todos los medios, eliminaron la cifra del 34% y la redujeron al 26%.

En estas elecciones, el gobierno ha permitido que los iraníes voten llevando cualquier documento (carné de conducir, carné de identidad, tarjeta universitaria…). Hay casos de personas a quienes les han dicho que ya habían votado cuando se presentaban en el colegio electoral.

Aún no se han anunciado oficialmente el número de los votos nulos en ninguna ciudad. Quedan datos curiosos por entender, como apuntan los usuarios de la red social X, antes Twitter. La agencia Isna anunció que en la provincia de Teherán la participación fue de 36%. Antes de las elecciones, el vicegobernador de Teherán dijo que en total había unos 10 millones de votantes. El lunes anunciaron que 3,4 millones habían votado. Pero al sumar los votos de todos los pueblos de la provincia se advierte que no se mencionan los votos nulos. Y la suma de los votos correctos es 760.000. ¿Y el resto? Serían votos nulos. O bien la cifra que han dado no es correcta.

La importancia del nivel de participación en las elecciones para el régimen islámico radica solo en una cosa: ¡venderlo a la comunidad internacional! Saben que la mayoría de las personas en Irán no cree ni defiende el sistema, y fue esa misma mayoría que no participó en las elecciones. Sin embargo, para tener presencia internacional y responder a los periodistas extranjeros, el régimen necesita unas cifras presentables, que se suelen fijar antes de las elecciones. Una vez realizadas, se trata de vender estos datos previamente cocinados.

Este método es muy común en estructuras autoritarias, especialmente en Rusia, donde las instituciones estatales de encuestas anuncian números que luego se declaran como el resultado oficial después de las elecciones.

Según los medios de comunicación del gobierno, el nivel de participación en las elecciones fue del 41%. Es decir, 25 millones de personas votaron y 36 millones de personas no votaron. En un giro sin precedentes, 21 distritos, correspondientes a 16 ciudades, han llevado sus elecciones a una segunda vuelta (que es 20 más 1). Sin embargo, altos cargos del gobierno afirman estar satisfechos con el nivel de participación. Hablan del fracaso de la "campaña de boicot".

Las elecciones en Irán siempre han tenido un enfoque de "referéndum" sobre el comportamiento del gobierno y del Líder Supremo, Ali Jamenei. Treinta y seis millones de iraníes no hicieron caso al Líder Supremo, que pidió encarecidamente a los ciudadanos del régimen de los ayatolás que votaran.

La República Islámica y el Ayatolá Jamenei son los mayores perdedores de estas elecciones.


Ryma Sheermohammadi es traductora, intérprete y divulgadora cultural irano-española. @rsheermohammadi.