Francisco Correa, cabecilla de la trama Gürtel, ha asegurado ante el tribunal que él y los demás acusados son "personas normales y corrientes". "No hagan caso a las televisiones, somos honrados", ha añadido. Además, ha aprovechado para pedir al Gobierno el indulto de Baltasar Garzón. "Como yo, es una víctima de una cuestión política".

El tribunal del juicio del caso Gürtel ordenó ayer que el presunto cabecilla de la trama, Francisco Correa, fuese trasladado este viernes a la vista desde el centro penitenciario de Valdemoro (Madrid) para que pueda acogerse a su derecho a la última palabra al ser ya la última sesión. El presunto cabecilla de Gürtel, Francisco Correa, ha ofrecido además  este viernes una vez más su colaboración a la Fiscalía para "aclarar todas las causas pendientes" sobre la trama corrupta, pero ha pedido hacerlo en libertad hasta que las sentencias en su contra sean firmes

"Ofrezco mi total colaboración de ahora en adelante en todas las causas. Si tengo que estar semanas reunido con ustedes para aclarar todas las causas pendientes, lo haré. Pero me gustaría ir por mis propios medios, no desde la cárcel. Dicen que la justicia es igual para todos, pero con nosotros no es así", ha afirmado Correa en su turno de última palabra durante la sesión número 125 del juicio de la primera época de la trama Gürtel, que hoy ha finalizado tras más de un año.

Correa ha empleado una media hora para este turno de última palabra. Había sido citado a las doce del mediodía en el tribunal, en la sede de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares (Madrid), adonde ha llegado procedente de la cárcel de Valdemoro, donde cumple una condena de 13 años por la actividad de la Gürtel en Valencia.

El presunto cabecilla de esta trama de corrupción, de 62 años y para el que la Fiscalía pide 125 años de prisión, ha aparecido ante el tribunal que le juzga visiblemente desmejorado y con una carpeta de color verde bajo el brazo, lo que avecinaba una declaración larga. Sin embargo, el magistrado Ángel Hurtado le ha advertido antes de empezar de que no podía "hacer un discurso extenso y repetitivo". El principal acusado en este juicio por la primera época de la trama (1999-2005) ha comenzado su comparecencia insistiendo que en que tanto en su declaración de hace un año como ahora ha dicho "toda la verdad" y que ya no tiene "nada que ocultar" porque ya le "da igual".

Llamando a puerta fría

Y ha continuado haciendo un resumen de lo que, según él, eran sus actividades empresariales: "Llegué donde llegué sin conocer absolutamente a nadie. Como se dice en el ámbito empresarial, llamando a puerta fría. Y por mis relaciones con algunos políticos y durante muchos años con el partido (PP), utilicé y gestioné adjudicaciones de obras públicas".

En este sentido, ha explicado que ésta nunca fue la actividad a la que se dedicaban sus empresas, sino que fue algo "personal". "El ministerio o el ayuntamiento o lo que fuera sacaba en el BOE un presupuesto y me buscaban las empresas para gestionar y si conseguía las obras me pagaban una comisión", ha apuntado, aunque no ha querido facilitar nombres de esas empresas o empresarios porque se puede enfrentar a "200 querellas más".

De este modo, ha defendido que él no creó su entramado de empresas "para trabajar para el PP o para delinquir", y ha insistido en que su actividad consistía en una mediación para que otras empresas consiguieran contratos de obra pública. "Me han pagado siempre empresas privadas, nunca un ministerio o un ayuntamiento", ha dicho. En su opinión, ex ministros o ex presidentes españoles "trabajan así en muchos países latinoamericanos", pues "son contratados por empresas para conseguir negocios, les hacen contratos importantes para que las empresas españolas, y no inglesas o alemanas, tengan trabajo en otros países".

Su error, ha explicado, fue que esas empresas para las que él trabajaba no le hicieran un contrato, porque salvo los delitos fiscales que sí admite, ha asegurado que no es consciente de haber cometido ningún delito. "La empresa privada me pagaba a mí. Ningún ministerio decía que en una obra pública se ponía más dinero para pagar al señor Correa. Y eso los medios de comunicación no lo dicen. Sólo dicen que regalamos un reloj de 2.500 euros a una pobre consejera", ha reiterado.

"Si me piden facturar a Trump, pues facturo a Trump"

Pero aunque en un primer momento ha manifestado que todos los trabajos que facturaron sus empresas eran "reales", después ha admitido que sí cometió algunas irregularidades, declarando actividades inexistentes, pero sólo para poder facturar con ciertas empresas. "Y si mañana me piden facturar a Donald Trump, pues facturo a Donald Trump", ha exclamado.

Después de dar todas estas explicaciones, Correa ha ofrecido a la Fiscalía su "total colaboración de ahora en adelante para aclarar todas las causas pendientes". Y al no haber aún sentencia firme por parte del Tribunal Supremo de la pena de prisión que se le impuso en Valencia, ha solicitado tanto su puesta en libertad como la de los también imputados Pablo Crespo y Álvaro Pérez, 'el Bigotes', y se ha comparado con "otros" que no han ingresado aún en la cárcel a pesar de estar "en las mismas condiciones".

A su juicio, "no se sostiene el riesgo de fuga" porque los cuatro años que estuvo en libertad provisional. "¿Dónde está el riesgo de fuga? ¿Qué ha tenido esta causa con respecto a este país? ¿Por qué estamos tratados peor que terroristas? Me ofrezco a colaborar, incluso para ahorrar dinero al Ministerio de Justicia. No tengo nada que ocultar, me tienen que creer. Me da igual que me echen 200 o 300 años, ya no tengo nada que perder", ha dicho.

Garzón, otra víctima

En la última parte de intervención es donde Correa ha sorprendido a los presentes, incluido el tribunal, pidiendo el indulto para Baltasar Garzón, a quien considera "injustamente inhabilitado" y que es "una víctima más" como él. En ese momento, ha sido interrumpido por el presidente del tribunal, que ha respondido que desde allí no pueden "hacer nada" y le ha sugerido que dirija su reclamación al Gobierno con una carta.

Sin embargo, Correa ha continuado diciendo que la inhabilitación de Garzón "tiene un tinte político y no jurídico", por lo que cree que "debería ser rehabilitado e indultado". Tras ser nuevamente interrumpido por Hurtado, el cabecilla de la Gürtel ha insistido en que tiene "unos datos relevantes para la causa", pero el magistrado no le ha dejado continuar.

Así pues, el acusado ha finalizado su intervención pidiendo al tribunal que "no se deje influir por las televisiones" y que tenga en cuenta que las personas imputadas en la causa "no tienen antecedentes, no son criminales". Para Correa, los acusados son "personas honradas, normales y corrientes" y "quizá algún que otro político no tenía que haberse dedicado a la política, sino a la empresa privada". "Si yo hubiese montado una organización criminal, habría contratado a criminales", ha finalizado.

Justo antes de la última palabra de Correa, el abogado de la que fue su mujer, Carmen Rodríguez Quijanos --también imputada por delitos fiscales--, ha leído una carta escrita por ésta en la que afirma que proviene de una familia adinerada y que, por tanto, "no necesitaba" quedarse con algo que no fuera suyo. "No necesitaba dinero. Mi marido y otros me han engañado. Seré una ingenua, pero pensaba que esto no me iba a suceder. Lo siento. No tenía intención de quitar nada a nadie", ha relatado.

En este sentido, Correa ha respondido que "nunca" pretendió engañarla y la ha defendido asegurando que está siendo "injustamente juzgada". "En ningún momento la utilicé para que entrara en el Ayuntamiento de Majadahonda y hacer negocio allí. Fue administradora de mi empresa porque yo se lo pedí y le pedí que firmara cheques, pero no intervino para nada en la gestión de la empresa", ha explicado.