La Academia de Televisión presentará oficialmente este lunes el debate que celebrará el próximo 4 de noviembre entre Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera, Pablo Iglesias y Santiago Abascal. Será el único coloquio en el que coincidirán los candidatos durante la campaña, que sólo durará una semana y en la que la situación de Cataluña, la desaceleración de la economía y la decisión de trasladar el cadáver de Francisco Franco desde el Valle de los Caídos hasta el cementerio de Mingorrubio se espera que sean los tres puntos calientes. Dentro del debate, pueden ser los que ayuden a decantar la balanza entre uno u otro aspirante a la presidencia del Gobierno.

Tal y como han explicado a este periódico fuentes políticas y de los medios de comunicación, la idea es que el debate esté compuesto por cinco bloques, en los que se debatirá del programa electoral, de economía, de pactos, y de política territorial y social, principalmente.

La 'maestra de ceremonias' será la presidenta de la Academia de Televisión, María Casado, que se encargará de recibir a los candidatos en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo, en la capital madrileña. RTVE propuso que se hiciera en Prado del Rey, donde quitaría todos los logos de la televisión pública. Sin embargo, rechazó la oferta. También la segunda, en la que la corporación se había ofrecido a poner los medios técnicos (cámaras, operadores, realización, producción, iluminación, etc.).

Los candidatos volverán a debatir de pie, es decir, al igual que ha ocurrido históricamente en los coloquios a varias bandas. No así en los cara a cara.

En principio, se espera que los moderadores del debate procedan de Radiotelevisión Española y de Atresmedia. Durante los últimos días, se han barajado los nombres de Ana Blanco y Xabier Fortes por parte de la televisión pública; y de Vicente Vallés y Ana Pastor. Finalmente serán Blanco y Vallés, según señalan fuentes de la organización.

La previsión es que RTVE y Atresmedia emitan el debate en sus canales

La previsión es que RTVE y Atresmedia emitan el debate en sus canales, al contrario que Mediaset, cuya posición es la de mantener su oferta televisiva habitual, ante la decisión de los partidos de aceptar la oferta de la Academia para producir el coloquio y rechazar la suya.

La Academia ofrecerá una señal institucional para todos los grupos interesados. El coste del debate lo sufragarán entre quienes lo emitan, aunque no en todos los casos por igual, dado que los canales que obtengan más audiencia deberán abonar una factura más alta. Fuentes de RTVE inciden en que han pedido a la Academia de Televisión la factura desglosada del debate, pero no se la han proporcionado, pero que, en cualquier caso, el coste será de unos 700.000 euros.

Fuentes de los partidos inciden en que la principal discrepancia que se ha producido durante las negociaciones para organizar el evento -en lo político- ha sido la relativa a su fecha. El PSOE había exigido que el debate fuera el 4 de noviembre y que, de lo contrario, Pedro Sánchez no participaría. El PP, por su parte, quería que fuera en los días posteriores, dado que el día 5 se publicará el último dato del paro antes de las elecciones generales y quería que los candidatos debatieran al respecto. Finalmente, todos los candidatos aceptaron el día propuesto por los socialistas.

Desde la Dirección de RTVE expresaron a este periódico su malestar hace unos días porque los partidos no eligieran a la televisión pública para la celebración del debate. La razón fue que tanto Atresmedia como Mediaset se habían postulado para realizarlo en sus estudios y, por tanto, los partidos eligieron una solución salomónica: hacerlo en terreno neutral. Ni en la televisión pública, ni en las privadas. En la Academia de Televisión.

Cuestiones políticas

La gran pregunta que se plantea, a partir de aquí, es cuál será la influencia que tendrá este encuentro dentro de la campaña electoral. Una de las personas que colaboró durante años con los socialistas en la preparación de este tipo de coloquios explica, en una conversación telefónica, que lo más lógico es que Pablo Iglesias y, sobre todo, Albert Rivera, salgan ‘a jugar al ataque’ el 4 de noviembre, ante la necesidad de frenar la caída que vaticinan las encuestas.

Ahora bien, incide en que en este tipo de debates, a varias bandas, resulta complejo que los candidatos obtengan grandes victorias o derrotas, dado que confrontar argumentos es más difícil y el formato suele ser más encorsetado. Por esta razón, considera que es importante que los aspirantes no tengan ningún desliz que pueda convertirse en la anécdota de la noche.

Algunos debates han pasado a la historia, precisamente, por este último aspecto, como el que enfrentó a Ronald Reagan y a Walter Mondale en 1984. El presidente estadounidense quería que los ciudadanos le reeligieran, pero sus contrincantes habían criticado su elevada edad, que mermaba sus capacidades. Durante el cara a cara, el candidato demócrata había atacado en un par de ocasiones a Reagan por esta razón. En un momento, el republicano le respondió: “Señor Mondale, yo no estoy dispuesto a explotar su juventud e  inexperiencia”.

Un episodio similar ocurrió en el coloquio que mantuvieron en abril de 1988 el candidato socialista François Miterrand y el conservador Jacques Chirac, antes de las elecciones francesas. Dentro del gobierno de concentración, Miterrand había ejercido de presidente de la República, mientras que Chirac, de primer ministro. Es decir, un escalafón por debajo.

El socialista se refirió a Chirac como “primer ministro” durante varias ocasiones en el debate, hasta que el conservador le emplazó a que se refiriera a él como candidato, dado que en ese momento estaban en una situación de igualdad. Lejos de recular, Miterrand afirmó: “naturalmente, señor ministro”.

Ha habido ideas que han tenido un efecto contrario al que se buscaba, como el ‘cuento de la niña’ que pronunció Rajoy en el minuto final del debate de 2008.

En España, donde no hubo debates desde 1993 hasta 2008, las grandes derrotas fueron, precisamente, de Felipe González en el primer cara a cara que mantuvo con José María Aznar (1993) y del propio Aznar en el segundo, que se celebró en esa misma campaña electoral, tal y como recuerda este asesor. Eso sí, añade que ha habido ideas que han tenido un efecto contrario al que se buscaba, como el ‘cuento de la niña’ que pronunció Rajoy en el minuto final del debate de 2008.

Desde las televisiones privadas, lamentan las trabas que han puesto tradicionalmente los partidos para controlar la mayor parte de los aspectos de los debates, que han restado margen de maniobra a los moderadores y han provocado que, en ocasiones, los debates a varias bandas se hayan convertido en una sucesión de ‘proclamas’ electoralistas.

De cara al próximo 4 de noviembre, reconocen que Rivera, Iglesias y Casado cuentan con una ventaja sobre los otros dos contendientes, y es que tienen un perfil más televisivo. Ahora bien, Sánchez demostró en abril que sabe jugar a la defensiva y adoptar un perfil bajo cuando parte con ventaja en las encuestas. Y Santiago Abascal no se espera que tenga excesivos aprietos, dado que Vox se encuentra bien en su posición radical y no tiene que hacer excesivos malabarismos argumentales.

Durante el pasado abril, no hubo grandes ganadores ni derrotados -apuntan estas fuentes-, si bien recuerdan que el desliz cometido por Ferraz, que intentó cambiar de fecha el debate de RTVE para evitar la celebración del que estaba previsto en Atresmedia, pudo perjudicar a Pedro Sánchez. De hecho, fue el principal susto que recibieron los socialistas durante la campaña.