Desde que llegó Pablo Casado a su despacho del PP muchos se percataron que él no iba a dirigir el partido, que su actitud era como la de la “reina madre”, dejar que Teo García Egea se ocupara de todo y él a debatir, a ser el portavoz de facto de su grupo en el Congreso. Es ahí donde se siente cómodo, lo otro le vino siempre grande. Casado es una buena persona y un buen orador, tanto que cuando las primarias las ganó Soraya Sáez de Santamaría, él ganó en el Congreso del PP la presidencia del partido gracias a su discurso final. Hasta el día de hoy todos sabían de su magnífica imagen pública, casi tan grande como su incapacidad para dirigir un partido tan complejo.

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