Los populares celebraban este lunes la última reunión del año de su máximo órgano entre congresos, la Junta Directiva Nacional, al tiempo que un convulso Tribunal Constitucional decidía sobre el recurso de amparo presentado por este partido para frenar la tramitación de la reforma de las leyes orgánicas del Poder Judicial y del propio TC.

Alberto Núñez Feijóo, que ha llegado a apelar al voto desencantado de Podemos que creyó en la lucha contra la corrupción, ha advertido que "si alguien se cree que comparándonos con Tejero nos va a amedrentar se equivoca. Tenemos un partido que se enfrentó al golpe desde el Gobierno en 1981", en alusión al ejecutivo de UCD, formación desde la que muchos de sus dirigentes engrosaron las filas del PP en el congreso de refundación del 89 y del que los populares se sienten también herederos.

"No vamos a aceptar lecciones de aquellos que han entregado el gobierno a los que no han dejado de golpear a la democracia" ha agregado el líder popular para insistir en que defenderá "los pilares de la democracia" en el TC, en Europa y "hasta donde haga falta para cumplir y hacer cumplir la Constitución". Al hilo de esta reflexión ha reiterado su llamamiento a "muchos votantes" del PSOE que comparten en este momento el análisis de la deriva de España, pero también de Podemos, "que se han sentido traicionados" en la lucha contra la corrupción, y hasta a los "simpatizantes" del nacionalismo moderado. "Ya no es una cuestión de siglas, ni de bloques ni de frentes".

Pide Feijóo una mayoría contundente" que "permita pasar la peor página de nuestra historia desde 1978",

Bajo el lema "La España moderada" -que ocupaba todo el espacio trasero de la mesa presidencial-, ha ofrecido poner a disposición de los españoles una política "sin etiquetas que regenere la democracia" y elija entre "este gobierno o España". Por ello "convoco a mi partido y a todos los que están fuera de él y quieren volver, a los que apoyaron a este gobierno de buena fe y a los que creen que España merece un gobierno mejor". Habla Feijóo de una "mayoría contundente" que "permita pasar la peor página de nuestra historia desde 1978", aunque ha explicitado su intención de no no hablar de "golpes", acusación que el pasado jueves se lanzaron de un lado a otro del hemiciclo.

Feijóo se muestra convencido de su triunfo electoral en las próximas elecciones generales, acaso optimista tras conocer los últimos sondeos con intención de voto, que le sitúan en una holgada mayoría absoluta, eso sí, con Vox. Por ello ha urgido a que los españoles sean convocados a las urnas cuanto antes y declarado que "me preocupa lo que pueda seguir haciendo el Gobierno durante los meses que restan. No hay escrúpulos para ir en contra de la palabra dada. No voy a hablar de golpes, pero sí decirle a Sánchez que ha perdido todo interés en cuidar la democracia. Por eso hace todo lo contrario que dijo que haría, se salta los procedimientos, plantea normas inconstitucionales y pretende estigmatizar a jueces, periodistas y políticos".

En ausencia de la madrileña Isabel Díaz Ayuso, del andaluz Juan Manuel Moreno y del murciano Fernando López Miras en una Junta algo descafeinada, ha defendido que "es tal la magnitud e intensidad de las equivocaciones, ataques y disparates que uno no sabe por dónde empezar y cuesta visualizar cómo va a acabar esto". Pero lo que ha calificado de "pesadilla política" va a terminar, dice, "cuando se celebren las próximas elecciones generales". Ha insistido en su compromiso de recuperar delitos como el de la sedición y endurecer la malversación -"atacar al Estado no será gratis"-, respetar la separación de poderes, elevar la pena por delitos sexuales y hasta comprometido a que "los ministros que hagan mal su trabajo será cesados"

Feijóo no ha hecho ni una mención a la moción de censura de Vox

Al hilo de esta reflexión ha afirmado que "decir que el camino (de Sánchez) va a salir caro no refleja la dimensión de su deriva", caracterizada, en su opinión, por subvertir la separación de poderes; interferir en la independencia del máximo órgano constitucional; cambiar las normas para los que están condenados por sentencia firme; desarmar jurídicamente el Estado y usar mecanismos de excepción eludiendo todos los controles previos. "Todo esto tiene un coste para la convivencia" por mucho que Sánchez lo intente disfrazar, ha reprochado, eligiendo estas fechas prenavideñas.

El presidente del Ejecutivo "cuenta con una España desmemoriada, a la que es posible hacerle olvidar el escándalo de hoy con el de mañana para servir a la vanidad de un gobernante" cuyo último recurso es "usar la coacción, hasta ahí podríamos llegar". Pero "no voy a caer en al trampa".

Y "por mucho que me provoquen no me van mover del marco de la negociación. Si alguien quiere un radical al frente de España ya lo tienen. Yo no voy a ofrecer división ni caos. Lo que tengo es mi trayectoria, mi palabra y mi experiencia. Ofrezco gestión, respeto y unión", ha propuesto.

Sin citar en ningún momento la moción de censura anunciada por Santiago Abascal, ni siquiera para rechazarla, se ha quejado de que "hay partidos a izquierda y derecha que quieren rebajar nuestra expectativa de voto. Somos el partido a abatir, pero solo tengo una adversario, que no un enemigo, que es Pedro Sánchez Perez-Castejón. Quiero ganarle y le vamos a ganar, pero no lo haré siendo como Sánchez.

La primera oportunidad, ha concluido, es dentro de cinco meses escasos, en alusión a las elecciones locales y autonómicas, para las que ha dicho tener los mejores candidatos.