¿La investidura, cuándo? En Ferraz y en la Moncloa rehúsan anticipar fechas. La respuesta de manual es que desean que llegue "cuanto antes", pero no hay calendario. Ni previsión de que lo haya pronto. Lo que sí está decidido, según confirman en el círculo más próximo al presidente del Gobierno en funciones, es que no se forzará una fecha. Los socialistas son conscientes de que si se fija el debate sin tener amarrado el acuerdo se exponen a que las conversaciones salten por los aires. Lo prioritario, esgrimen, es llegar a un pacto, y ya después convocar el pleno. Por ese orden.

El fin de la ronda de contactos de Pedro Sánchez con los grupos parlamentarios, este viernes, no alumbró una aproximación sobre el calendario de la investidura. El PP ha cargado en los últimos días contra la presidenta del Congreso, la socialista Francina Armengol, por no señalar ya el pleno, por no actuar como con Alberto Núñez Feijóo, ya que al día siguiente de que recibiera el encargo del Rey fijó la sesión para el 26 y 27 de septiembre, después de que el candidato le pidiera tiempo. Sánchez fue postulado como candidato el martes 3 de octubre, y siguió el patrón de 2019: en lugar de reservar una fecha, optó por continuar con los contactos con los grupos para ir tejiendo los acuerdos. El presidente en funciones ha sido muy insistente con el mensaje de que la suya será una investidura "real", frente a la "pérdida de tiempo" que supuso la de Feijóo, puesto que en su caso era una obviedad que no reuniría más apoyos de los 172 (PP, Vox, UPN y Coalición Canaria) con los que partía.

Finalizada la ronda primera de Sánchez, se intensificarán los contactos, ahora a cargo de los equipos negociadores

Acabada la primera fase, la negociación entra en un túnel oscuro. El lunes, los siete integrantes del equipo encargado de pilotar los contactos —María Jesús Montero, Félix Bolaños, Santos Cerdán, Pilar Alegría, Hana Jalloul, Óscar Puente y José Ramón Gómez Besteiro—, además de los portavoces socialistas de Congreso y Senado, Patxi López y Eva Granados, evaluarán los avances de los últimos días y diseñarán la hoja de ruta a seguir. Todo bajo el manto de la completa "discreción", avisan en Ferraz. Y aunque en la dirección hay mandos que creen que ya se empezará a atisbar alguna luz la próxima semana, en el sentido de que la cúpula podrá chequear la voluntad de sus interlocutores y comprobar si hay avances, puede que el cierre de los acuerdos, si se alcanza, tarde algo más.

Sánchez no se quiere atar de pies y manos. El jueves, durante la recepción ofrecida por los Reyes y la princesa de Asturias en el Palacio Real con motivo del 12-O, los periodistas le preguntaron por la posible fecha de investidura, y él rehusó concretar nada. Tampoco lo hicieron miembros de su núcleo duro, aunque la percepción ya aquilatada es que el debate no podrá fijarse este octubre. El horizonte más probable es noviembre. Sin descartar mediados o finales de mes.

"No lo recomendamos"

En los últimos días, de hecho, el Gobierno se ha abonado al recordatorio de que será antes del 27 de noviembre, la fecha tope legal para evitar ir de nuevo a elecciones. Ese lunes se cumplirán dos meses desde la primera votación fallida de investidura, el periodo máximo que concede la Constitución para que el Congreso elija presidente. Los socialistas están dispuestos a conceder tiempo a Junts, el interlocutor más reacio y difícil de atraer, para que pueda "virar" y rebajar sus posiciones. Que se comprometa con la "seguridad jurídica", que acate el orden constitucional y demuestre su "voluntad de diálogo", de reengancharse a la política institucional —eso sería, de facto, renunciar a la unilateralidad—, y que acepte firmar un pacto de legislatura. El PSOE persigue estabilidad para los próximos cuatro años.

"Primero, acuerdo. Luego, investidura. Fecha no pondremos sin acuerdo", resume un alto mando del equipo de confianza del líder

Sánchez, no obstante, podría forzar la máquina. Dar un golpe en la mesa y fijar una fecha para el pleno aunque no tenga en la mano el acuerdo para marcar un deadline a los grupos y añadirles presión. Los colaboradores más estrechos del presidente descartan esa opción. "Tiene que haber un acuerdo antes. El presidente hará lo que quiera, obviamente, pero no lo recomendamos. Nosotros creemos que la cosa tiene su amasamiento. No es fácil porque esta es una negociación compleja", apunta una responsable del máximo nivel. "Primero, acuerdo. Luego, investidura. Fecha no pondremos sin acuerdo", resume otro alto mando del equipo de confianza del líder socialista.

Es decir, que salvo que se produzca un giro en las próximas semanas, Sánchez renuncia a una baza a su disposición. Pero en su equipo explican que no tendría sentido porque ya existe un plazo máximo, el 27 de noviembre —es decir, que no hay que poner el contador en marcha porque ya está encendido—, y si se introdujera una fecha en el calendario para añadir presión podría volverse contra los socialistas. Un paso en falso, en definitiva, podría tensionar unas conversaciones ya de suyo muy complicadas.

Sobre todo porque, según la cúpula del presidente, todavía no se ha entrado en la "fase final" de las negociaciones. "Todavía queda", advierten. Y el nudo más difícil de desliar es el de Junts, un interlocutor con el que no se había tenido relación en la pasada legislatura y con el permanece una "desconfianza" mutua. Un diálogo ya de suyo lleno de obstáculos y que se hace más cuesta arriba, avisan siempre los socialistas, por su rivalidad inagotable con ERC.

"Queda mucho", dice Junts

De todos los grupos con los que se ha reunido Sánchez en esta semana —la ronda la comenzó el 4 de octubre con Yolanda Díaz, su vicepresidenta segunda y líder de Sumar—, el que más ha mostrado distancias es el partido de Carles Puigdemont. Su portavoz en la Cámara baja, Míriam Nogueras, señaló que su formación y el PSOE siguen "lejos", y repitió hasta en tres ocasiones que Junts no ha venido a hacer y decir lo que ha hecho y dicho ERC en los últimos cuatro años, porque "no ha funcionado". Pero no dio detalles de las conversaciones, ni siquiera sobre la futura ley de amnistía. Nada.

Los posconvergentes aseguran que no necesitan "gestos ni llamadas, sino hechos". Es decir, que no piden una llamada de Sánchez a Puigdemont, similar a la que mantuvo con Junqueras el miércoles

El encuentro con Nogueras sucedió al que mantuvo el presidente en funciones con los portavoces de Bildu en el Congreso y en el Senado, Mertxe Aizpurua y Gorka Elejabarrieta. Tras esta cita, la formación de la izquierda abertzale lanzó un comunicado en el que agradecía la reunión con Sánchez —era la primera de un jefe del Ejecutivo con la izquierda independentista vasca—, le garantizaba su apoyo para la investidura y se mostraba dispuesta a un pacto de legislatura. "El encuentro, que se ha desarrollado en un ambiente constructivo y positivo, es otro hito que permite construir un marco de confianza para abordar un ciclo de diálogo, negociación y acuerdo", sentenciaba la nota. Un "hito": esa era una palabra clave. Nada que ver con el tono más distante de Nogueras.

No obstante, fuentes de Junts indicaban que era una buena señal que la entrevista con el presidente —en la que participaron Cerdán y Bolaños— hubiera durando una hora y 20 minutos (es decir, que fue larga), y veían margen para el acuerdo. Junts dice no querer por ahora un gesto como el que Sánchez dispensó el miércoles a ERC: una llamada a su líder, Oriol Junqueras, que después fue publicitada por ambas partes. "No necesitamos gestos ni llamadas, sino hechos", precisaron a este periódico. Distinto es si al final de la negociación se pide al PSOE una foto con Puigdemont. "Queda mucho todavía", valoraban los posconvergentes. El jefe del Ejecutivo no tiene prevista esa conversación telefónica con el expresident, pero tampoco la descarta del todo. El argumento es que está "en plena negociación".

En Ferraz mantienen la confianza en que puede haber acuerdo con Junts, aunque costará. Que las dos partes estén "lejos" es un hecho que no puede sorprender a nadie, analizan, pero lo importante es que la reunión con Nogueras fue bien, fue larga y que además las dos partes se comprometen a seguir hablando. No hubo declaraciones públicas: a diferencia de lo que ocurrió en días anteriores, este viernes no compareció ningún dirigente del partido, no hubo palabras de Patxi López.

Los socialistas creen que habrá acuerdo y que es una buena señal la larga duración de la cita con Junts y que todas las partes se comprometen a seguir en la mesa

Ahora comienza la fase más decisiva, la del fundido a negro, la del apagón total informativo. El PSOE y todos sus interlocutores quieren resguardar la negociación para evitar que descarrile, y cualquier imprudencia puede costar cara. Por eso mismo fijar una fecha de investidura sin tener atado un acuerdo podría ser un golpe de autoridad que podría arruinar las conversaciones. Y Sánchez, al menos de momento, no pretende apretar ese botón. Lo dicen en su equipo: un mes da mucho de sí para que Junts, la pieza clave, pueda "virar", "poner el intermitente". Y cabe la posibilidad de que los interlocutores aguanten hasta la fecha tope para maximizar su estrategia negociadora, para girar una factura más elevada por su apoyo.