Llevarse a la playa un libro de autoayuda es ponerle los cuernos al verano. ¿Qué es eso de ir leyendo consejos en busca de nuestro mejor yo? El mejor yo es el que está de vacaciones, sin hacer nada. Y eso descarta, por supuesto, perder el tiempo en tratar de ser mejor persona.

De todos los consejos que uno puede encontrarse en uno de estos libros el más inútil de todos es el de creer en uno mismo. La autoestima está sobrevalorada. En serio. Lo leí en un libro de autoayuda. En Selfie. How We Became So Self-Obsessed and What It’s Doing to Us (Cómo nos volvimos tan auto-obsesionados y qué nos está haciendo), el periodista y novelista británico Will Storr rastrea la idea del yo en el pensamiento occidental. Comienza por el individualismo en la antigua Grecia, cuando la heroica odisea de Ulises era encontrarse a sí mismo, hasta llegar al narcisismo colectivo de la era digital.

Llevarse a la playa un libro de autoayuda es ponerle los cuernos al verano. El mejor yo es el que está de vacaciones, sin hacer nada

En su investigación sobre la autoestima, Storr entrevista a todo tipo de personas, desde un monje benedictino a CJ, una joven estadounidense cuya vida gira en torno a sus cientos de miles de selfies, o John, un gángster londinense arrepentido del vicio y el egoísmo. Habla también con neurocientíficos, filósofos y psicólogos.

Analizando cuándo nuestra cultura occidental le empezó a dar tanta importancia a la autoestima, Storr llega a California, donde data en los años 60 su nacimiento como negocio. Todo empezó en el Instituto Esalen, una especie de centro de la contracultura de su época que impulsó el Movimiento del Potencial Humano en tiempos de hippies. Se basaba su mensaje en que los males personales y sociales pueden remediarse al desatar nuestras energías positivas. Todo lo que necesitas es quererte lo suficiente y lograrás lo que te propongas.

La idea de que tú solo puedes lograrlo todo conquistó la década de Thatcher y Reagan

No fue por casualidad que el canto a la autoestima triunfara en los 80. La idea de que tú solo puedes lograrlo todo conquistó la década de Thatcher y Reagan. La moraleja implícita era, por tanto, que si no triunfas la culpa es tuya. No creíste en ti lo suficiente. Como si quererse a uno mismo fuera más importante que un sistema educativo justo que garantice una mínima igualdad de oportunidades para triunfar en la vida. De los hippies a los yuppies había solo un paso.

Storr atribuye el auge de estas ideas al poder que logró un político estadounidense que de joven había asistido a programas en Esalen, John Vasconcellos, que persuadió al gobernador de California para que financiara un estudio. Profesores de la Universidad de California recibieron generosos fondos gracias a él para estudiar los vínculos entre la autoestima y el desarrollo personal. Aquellas investigaciones dieron la razón a su teoría de que la autoestima es clave para triunfar. Era el barniz de la erudición que Vasconcellos necesitaba para que lo tomaran en serio y se convirtió en una estrella. Sin embargo, según los expertos consultados por Storr, el estudio contenía todo tipo de errores que se taparon a cambio de los fondos.

El narcisismo colectivo en busca de likes solo refleja lo que venimos siendo desde hace décadas

Así que no fueron los selfis los que crearon toda esta obsesión de mirarnos en las pantallas de los móviles como si fueran el espejito de la madrastra del cuento. El narcisismo colectivo en busca de likes solo refleja lo que venimos siendo desde hace décadas, cuando empezó a ponerse de moda educar a los hijos diciéndoles que son los mejores, lo sean o no. El riesgo de creer a pies juntillas que la autoestima es un objetivo en sí mismo en vez del merecido resultado del esfuerzo y el tesón lleva, advierte Storr, a criar generaciones de adultos sin tolerancia alguna a la frustración.

El amor propio es estupendo, en resumen, siempre que no caiga en las manos equivocadas. Para entender el peligro que encierra no hay más que pensar en ese tipo de personas que se aman tanto a sí mismas que resultan desagradables y hasta tóxicas para los demás, sobre todo si tienen poder y menos talento de lo que se piensan. También ellos estarán de vacaciones, aunque su autoestima no descanse nunca.