Política

INDEPENDENCIA DE CATALUÑA

Iglesias cree que con el 80% de catalanes por el 'sí', "no se pueden poner puertas al campo"

Podemos apuesta por un referéndum pactado pero no concreta la cifra en que la independencia de Cataluña sería legítima tras la consulta

Irene Montero y Pablo Iglesias conversan en el escaño.

Irene Montero y Pablo Iglesias conversan en sus escaños del Congreso de los Diputados. EFE

Pablo Iglesias ha entrado en campaña electoral exhibiendo el concepto de España para contrarrestar la fuga de votos por su estrategia catalana. La apuesta que mantiene Podemos y el partido de Ada Colau es la de un referéndum pactado con el Estado, para el que sin embargo no establecen un porcentaje mínimo por el que, en un eventual referéndum de autodeterminación, Cataluña podría romper con España. El líder de Podemos ha sido preguntado sobre esta cuestión este miércoles en el Congreso de los Diputados y, tras varias evasivas, ha reconocido que "no se le pueden poner puertas al campo" ante una mayoría de catalanes que apuestan por esta opción.

"¿Si un 60% de los catalanes quisieran la independencia sería legítima?", ha sido la pregunta, en los pasillos del Congreso. "Voy a ser clarísimo: no se pueden poner puertas al campo", ha sido la respuesta del líder de Podemos, que ha ampliado el porcentaje necesario para la secesión al 80% de la población. "Si en el futuro , el 80% de los ciudadanos catalanes no quisieran formar parte de España, España no sería viable en la integridad territorial actual".

Una consulta en Cataluña sobre la independencia es, según Iglesias, "la única vía que asegura que España siga siendo un proyecto colectivo" ante el crecimiento del independentismo en los últimos años, un fenómeno que Podemos atribuye a la corrupción del PP y que los populares achacan a la crisis económica. "¿Pensamos que España es viable en su viabilidad territorial actual?", se ha preguntado el líder de Podemos. "Sí, pero a través de fórmulas nuevas, de fórmulas democráticas que reconozcan la plurinacionalidad y busquen con técnicas de estado soluciones complejas a problemas complejos", señalaba el dirigente.

"Como en España siguen gobernando los partidos monárquicos van a seguir creciendo los independentistas", ha zanjado el líder de Podemos. "Hace 10 años el independentismo no llegaba la 15% y gracias a la corrupción del PP ahora llega casi al 50%. ¿Queremos defender la integridad territorial de España? Sí. Pero convenciendo, seduciendo, dejando que los catalanes voten y con otro esquema de organización institucional".

En marzo de este mismo año, Pablo Iglesias defendió en una entrevista en la televisión pública una propuesta distinta a la actual. Por entonces, cuando la crisis catalana aún no se avistaba en el horizonte del curso político, el líder de Podemos defendió un referéndum en el que pudieran votar todos los españoles, pero en el que se tuviera en cuenta el voto de los catalanes. “Esto no lo decimos nosotros, lo ha dicho el propio president de la Generalitat, Carles Puigdemont, que se vote en toda España, aunque evidentemente después se tendrán que contar lo que han votado los ciudadanos en Cataluña”; detalló entonces. Una fórmula que, según mantuvo Iglesias, era una "posibilidad perfectamente viable".

Con el cambio en la propuesta sufrido en los últimos meses, Podemos hace una concesión al independentismo para ganarlo como aliado político en Cataluña a corto plazo y para una hipotética moción de censura, a medio. Ya en el debate de la moción contra Mariano Rajoy el pasado junio lanzaron una oferta a ERC para sumarse a un hipotético gobierno conjunto con el PSOE. En agosto tuvo lugar la cena secreta entre Iglesias, el candidato catalán Xavi Domènech y el entonces vicepresident de la Generalitat y líder de ERC, Oriol Junqueras. Por entonces, ERC puso condiciones a un posible acuerdo: no apoyarían a nadie que no llamase a la participación del referéndum ilegal. Iglesias pasó entonces de asegurar en julio que si fuera catalán "no iría a votar" al referéndum del 1-O, a considerarlo un mes después una "movilización legítima".

Ya en las últimas semanas, los morados han tendido la mano sin ambages a los republicanos catalanes, y en un gesto simbólico Ada Colau expulsó a los socialistas catalanes del Gobierno municipal de Barcelona, en lo que fue entendido como un acercamiento a ERC, que tiene entre sus planes un bipartito con los comuns de Colau apoyado externamente por el PSC, que por el momento ha cerrado la puerta a esta posibilidad.

 

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