La sentencia del procés provocará un antes y un después en la política española y catalana. La decisión del Tribunal Supremo, y la formación de un nuevo gobierno a partir del 10-N, permitirá probablemente explorar nuevas aproximaciones políticas al independentismo. Pero también dará el pistoletazo de salida a la guerra abierta entre los dos grandes partidos independentistas, que hasta ahora han aguantado las formas condicionados por el proceso judicial contra sus líderes.

La tregua más o menos sostenida por JxCat y ERC desde que Carles Puigdemont se impuso inesperadamente en las elecciones del 21D de 2017 no saltará por los aires oficialmente en los primeros días, cuando la conmoción y las reacciones de las bases independentistas marquen el ritmo de una respuesta que Quim Torra ha sido incapaz de liderar desde el Palau de la Generalitat. Pero ya en esos primeros momentos se verá el disenso, a cuenta del papel del Parlament en esa respuesta institucional.

Y la batalla se recrudecerá a medida que la política asuma el protagonismo, con la vista puesta en las próximas elecciones catalanas. Unas elecciones que ERC querría haber celebrado este noviembre, de ahí su interés por que Pedro Sánchez fuera investido en julio.

Pero JxCat postergará esos comicios hasta encontrar el peor momento para Esquerra, conscientes de que su mejor baza es la posibilidad de marcar el calendario, puesto que solo Quim Torra puede dsolver el Parlament y convocar elecciones. El partido de Carles Puigdemont no tiene candidato ni estructura definidos, necesita más tiempo que ERC para afrontar unos comicios.

Eso no significa que JxCat vaya a cuidar la tregua del bloque independentista. Más bien al contrario. El primer ejemplo del recrudecimiento de las tensiones se verá esta misma semana, con la pretensión de responder desde el Parlament a la sentencia del procés, lo que vuelve a fijar toda la presión sobre el presidente de la cámara, Roger Torrent.

Fue el propio Quim Torra quien el miércoles aseguró durante la sesión de control al Govern que la respuesta debe llegar desde el Parque de la Ciutadella. "Este es el Parlament donde está la representación de los catalanes, será el Parlament y sus representantes legítimos los que ante una sentencia que es el torpedo más grave contra la convivencia en Cataluña, deberá tomar una decisión que espero que se enmarque en estos tres principios: ejercicio del derecho a la autodeterminación, democracia y derechos humanos".

Tras fijar el blanco Torra, el trabajo ha sido de otro de los más fieles colaboradores de Puigdemont, Josep Costa, abiertamente enfrentado a Torrent en la Mesa del Parlament, abogando por la celebración de un pleno monográfico en el Parlament el jueves, coincidiendo con la llegada a Barcelona de las cinco marchas promovidas por la ANC. Según fuentes parlamentarias, Torrent habría abogado por un acto simbólico de demostración de unidad independentista, pero parece que de momento se impone la idea de celebrar un pleno que, con la presencia de los partidos constitucionalistas y la promoción de mociones en defensa de la autodeterminación puede convertirse en un nuevo foco de conflicto, tanto con los independentistas movilizados por ANC y CDR como con el Gobierno, en función de lo que se apruebe.

Guerra civil y guerra de guerrillas

Aunque en este caso, la línea divisoria que enfrenta a partidarios y detractores del pleno no respeta a los partidos. Oficialmente ni JxCat ni ERC se posiciones, pero hay partidarios de un pleno que eleve al máximo la tensión en ambos partidos.

De hecho, la guerra civil que amenaza al independentismo tras la sentencia no solo se dirimirá entre JxCat y ERC, aunque estos serán los actores más visibles. También se instalará dentro de los dos grandes partidos. Sin duda en el caso de JxCat, donde sigue viva la batalla por el poder entre el PDeCat y los fieles a Puigdemont.

Pero también provocara disensos en ERC, partido al que la sentencia pondrá a prueba en su giro a la moderación para ocupar el antiguo espacio de CiU. Las dudas sobre como afrontar la respuesta a la sentencia son el mejor ejemplo.

En el campo neoconvergente, Artur Mas y Toni Comín han escenificado esta semana las posturas contrarias que conviven en la amalgama que se esconde bajo las siglas de JxCat. muestra el camino más descarnado que propondrá el "exilio" y Artur Mas le responde "no estoy de acuerdo con Comín, no creo que el precio deba ser estar dispuestos a hundir nuestra economía". El ex president afeó el viernes la actitud de Comín, abogando dos días antes por colapsar la economía española aunque esto implicara perder el empleo para los activistas independentistas.

En Ser Catalunya Mas respondió al compañero de "exilio" de Puigdemont, formalmente todavía militante de ERC, y advirtió que "los sacrificios han de ser razonables y el balance a favor de los beneficios". En este contexto, Mas rechazó el "cuanto peor mejor" y advirtió contra las "alteraciones del orden público" aunque al tiempo defendiera la "desobediencia pacífica".

De puertas a dentro, la relación entre la dirección del PDeCat y la del grupo de fieles a Puigdemont atrincherados en el Parlament, se tensa con cada nueva elección de candidaturas. Tras la victoria de David Bonvehí, presidente del PDeCat, imponiendo la alianza con el PSC en la Diputación de Barcelona y a David Saldoni al frente de la Asociación Catalana de Municipios, Puigdemont y sus acólitos se revuelven con la imposición de Roger Español, ex candidato de Front Republicà, como número uno al Senado.

Se formaliza así el acercamiento al independentismo más radical, aunque no se cerrara finalmente la coalición con Albano Dante Fachín, una opción política en las antípodas de la antigua Convergencia.

Movilizaciones con la amenaza de brotes violentos

La gran respuesta, sin embargo, no será la de los partidos e instituciones sino la de las organizaciones independentistas, a tenor de lo visto en las últimas semanas. La ANC ha convocado cinco marchas desde Berga, Vic, Girona, Tárrega y Tarregona. Pero sobre todo ha animado a salir a la calle y "hacerse oir" en contra de la sentencia, con caceroladas, marchas y paros.

Un programa que completa la huelga convocada por la intersindical independentista CSC para el viernes, y los paros del sindicato de estudiantes en institutos y universidades a partir del miércoles para converger en la huelga de CSC. Unas convocatorias que hacen temer que la "desobediencia civil" proclamada por el independentismo se convierta en incidentes violentos con cortes en las principales carreteras o las calles de Barcelona.

Tal es temor a incidentes violentos por parte de "incontrolados" que los "coordinadores" de los CDR -que hasta ahora se presentaban como una organización horizontal, sin jerarquía ni cabezas visibles- se asomaron el miércoles a dos de los principales medios de consumo independentista, TV3 y el diario Ara, para desmarcase que iniciativas violentas como las que presuntamente preparaban los detenidos en la Operación Judas.

Los cabezas de los CDR anunciaron "acciones sorpresa" de respuesta a la sentencia, pero también dieron la máxima relevancia a las "marchas por la libertad" de la ANC. Todo ello reconociendo que "las renuncias y la inoperancia del Govern desmovilizan".

Ese es el segundo temor de las entidades nacionalistas. Que desgaste de años de movilizaciones se note esta semana, pese a ser uno de los momentos sentimentalmente más duros para el independentismo, y no sean capaces de una gran movilización popular. Esto es, que salga menos gente, y más descontrolada, a dar la respuesta a la sentencia.

El independentismo organizado sueña con una respuesta como la del 3 de octubre, con movilizaciones masivas y cortes de carreteras. Pero podría encontrarse con una respuesta como la del 25 de marzo de 2018, cuando Puigdemont fue detenido en Alemania y los enfrentamientos con los mossos varios detenidos en Barcelona y Lleida.