"Toca ser inteligentes y apostar por la unidad constitucionalista a partir de la generosidad". Lejos de ser una pretensión olvidada, el PP ha reactivado la maquinaria con la que ganar terreno en las negociaciones con Ciudadanos y tantear poco a poco a los naranjas para conseguir la reclamada unidad del bloque del centro-derecha, aprovechando las horas bajas por las que pasa la formación liberal tras registrar el capítulo más negro de su historia en las generales de noviembre. Pero la nueva dirección naranja, de la que se da por descontado que capitaneará Inés Arrimadas, rechaza esta alternativa pese al desastre: "Ni ahora ni nunca", indican fuentes de la cúpula.

Todos los malos pronósticos para Ciudadanos terminaron quedándose cortos, y con la vuelta a las urnas, registraron una de las peores catástrofes de la democracia española sobre todo teniendo en cuenta que entre unas generales y otras apenas han pasado siete meses. En este período de tiempo, Ciudadanos ha perdido a su presidente -al frente del partido desde su fundación en 2006-, casi todo el terreno electoral que ganaron el 28 de abril y, a tenor de los resultados, su propia credibilidad frente a sus potenciales votantes que eligieron mayoritariamente quedarse en casa a ir si quiera a votar.

La debacle fue tal que el partido logró conservar representación únicamente en Madrid, Andalucía, Comunidad Valenciana y Cataluña. La sangría de diputados cobra especial relevancia en este último territorio, de importancia histórica para los naranjas no sólo por ser la tierra que vio nacer su proyecto político, sino por reafirmarse como principal negociado naranja tras la victoria de Inés Arrimadas en las autonómicas de 2017, un éxito que les sigue granjeando a los liberales 36 asientos en el Parlament.

El partido capitaneado ahora por Lorena Roldán en Cataluña perdió el 10-N tres de los cinco diputados que conservaba en este territorio, dejándose dos por Barcelona -sólo resisten Arrimadas y Fernando de Páramo- y el escaño de Tarragona, un asiento que conservaron incluso en las elecciones del 26-J.

El 10-N ha dibujado otro mapa político en el bloque del centro-derecha en Cataluña, en el que Ciudadanos queda también relegado a la irrelevancia: el 28 de abril, los naranjas pulverizaron los resultados del PP en la región con casi el doble de papeletas, mientras que ahora se quedan por detrás no sólo de Casado, sino también de Vox, con quien empata a dos escaños.

Este resultado vuelve a ser el argumento perfecto al que se aferran desde Génova para defender nuevamente el discurso de España Suma, una fórmula con la que, según calculan los populares, habrían conseguido entre ocho y nueve diputados en Cataluña y que, en el marco de la debacle naranja, "llegará tarde o temprano". El PP "se ha convertido en el referente del constitucionalismo en Cataluña" y Ciudadanos está pagando ahora la negativa a "ese proyecto común que les ofrecimos", según ha defendido en los últimos días la portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo.

A tenor del cada vez más posible escenario de repetición electoral en Cataluña -Quim Torra podría quedar inhabilitado por un delito de desobediencia juzgado en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña(TSJC)- y del evidente regreso al razonamiento de la fusión en tejado popular, en los pasillos de la sede de Ciudadanos vuelve a cobrar relevancia las conversaciones sobre la posibilidad de que, ante los necesarios "cambios" que deben producirse en la estrategia -en palabras de la propia Arrimadas- sería inviable un Cataluña Suma o un País Vasco Suma (las autonómicas vascas se celebrarán en otoño de 2020).

Desde Ciudadanos no sólo han hecho oídos sordos a la propuesta del popular Alejandro Fernández a reunirse con Lorena Roldán para "recuperar el espíritu de Cataluña Suma de cara a las próximas citas electorales", sino que descartan de plano esa vía. "Es imposible, no se producirá", señalan un dirigente de la Ejecutiva del partido consultado por este medio. "No existe ninguna posibilidad, ni en Cataluña ni en el resto de España", zanja, cerrando la puerta a que la prolífica coalición de Navarra Suma pueda tener réplicas.

En Ciudadanos sólo conciben un pacto con el PP cuando implique "una unión por España" para hacer que Sánchez rectifique

Y no es la única voz de calado que echa nuevamente el candado a esa propuesta. Fuentes del entorno del secretario general del partido, José Manuel Villegas, apuntan que una fusión con el PP "no está ni estará encima de la mesa", en un momento en que una decisión de tal calado sería "contraproducente", pues el partido comienza un largo proceso en que trabajará por "convencer a los españoles de que sigue existiendo una opción de centro".

En Ciudadanos sólo conciben un acuerdo con el PP cuando implique "una unión por España" y un "frente constitucional" con los de Casado para tratar de hacer que Pedro Sánchez rectifique y deje de apostar para lograr su investidura por un pacto con Podemos y partidos nacionalistas "frente a la responsabilidad y la coherencia". "Este es el único pacto que nos planteamos, si el PP quiere mirar antes a unas elecciones que ni si quiera se han convocado y desviarse de lo importante, igual tienen un problema", insisten.

Con todo, las fuentes consultadas apuntan que no se han producido contactos con el PP para abordar ni esta cuestión ni la posibilidad de cuadrar una reunión para plantear juntos ese frente constitucionalista, con el fin último de frenar la predisposición del PSOE de encabezar un Gobierno sostenido por Iglesias y las fuerzas soberanistas.

Nuevas estrategias para esquivar la desaparición

"Estoy fuerte, estoy valiente y estaré a la altura de las circunstancias". Inés Arrimadas se postulaba este lunes como la candidata que cuenta con "el apoyo mayoritario" dentro de Ciudadanos para capitanear la renovación de un partido tocado y hundido en las urnas. Críticos y acríticos coinciden en que la dirigente jerezana es la sucesora natural de Albert Rivera y la única capaz de reflotar un proyecto en que habrá "más cambios" porque "de estas situaciones tenemos que aprender".

Pero esos cambios tendrán que esperar, al menos, hasta marzo. Desde la dirección hacen un llamamiento a respetar unos plazos legales que no se estiman precisamente cortos. Para empezar, el próximo sábado 30 de noviembre se celebrará el Consejo General, en el que el presidente de dicho órgano, Manuel García Bofill, presentará una lista con los nombres de una gestora que tomará las riendas del partido siempre y cuando sea aprobada por dos terceras partes de los 160 miembros que compondrán el cónclave.

De esta reunión también saldrá la fecha del congreso extraordinario que no podrá celebrarse antes del 10 de marzo, tal y como viene recogido en los Estatutos de Ciudadanos, unas normas que también exigen que quienes estén al frente de la mencionada gestora -entre 10 y 15 miembros- deberán dimitir de esta responsabilidad para concurrir en alguna candidatura de la próxima Ejecutiva nacional.