El jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, tiene previsto viajar este mes de diciembre a Marruecos y lo hará en medio de varias polémicas que tienen como telón de fondo al país alauita. La crisis migratoria que presiona Canarias, unido al conflicto saharaui en el que Pablo Iglesias -conforme a la posición tradicional de Podemos y que avala Naciones Unidas- apuesta a favor de un referéndum de autodeterminación, dificulta el diálogo con el vecino del sur, fundamental para España. De hecho, según ha podido saber El Independiente, el ejecutivo marroquí ha hecho llegar su malestar por la posición del socio de Sánchez en el ya eterno conflicto del Sáhara, aún irresoluto.

Son tan importantes las relaciones con Rabat, que tradicionalmente los presidentes del Gobierno de España lo convertían en su primer destino internacional una vez resultaban investidos. Pero esta vez no ha sido así. Sánchez visitó Marruecos en noviembre de 2018, tras ser elegido jefe del Ejecutivo en la moción de censura que descabalgó de Moncloa a Mariano Rajoy, pero no en esta legislatura dado que apenas tuvo tiempo hasta que estalló el contagio del coronavirus y se decretó el confinamiento domiciliario en España. También Marruecos, donde la pandemia ha azotado con fuerza, dictamimó medidas que limitaban la movilizad en el país.

Podemos exige al Gobierno que organice un referéndum de autodeterminación de los saharauis

Ahora lo va a hacer en medio de un revuelto escenario de las relaciones bilaterales. Primero por la crisis migratoria, en muy buena medida porque Marruecos ha levantado la mano sobre sus controles fronterizos para aliviar la presión interna y evitar un estallido social por la crisis sanitaria y económica del coronavirus en su territorio. Segundo, porque la situación no va a hacer más que empeorar y tensionarse tras la exigencia de Podemos para que el Gobierno solicite la organización de una consulta de autodeterminación del pueblo saharaui.

Sin ir más lejos, este miércoles, la formación morada dio a conocer un comunicado en el que pedía un calendario, un censo "justo" y "garantías" para la organización de dicho referéndum y la aceptación de los resultados. También solicitaban al secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, que procediera a nombrar un representante especial con la "responsabilidad única sobre la organización del referéndum".

"Reafirmamos nuestro compromiso, que debe ser el de la Unión Europea y toda la comunidad internacional, de ayudar a las partes a alcanzar una solución política justa, duradera y aceptable", agregaba el texto, que ha caído como una bomba en Rabat.

Y todo ello en vísperas del viaje que tiene previsto realizar este viernes el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, para reunirse con su homólogo, Abdelouafi Laftit. El objetivo principal es conseguir la repatriación de los miles de marroquíes que han llegado a Canarias y a los que, a diferencia de los que entran por las fronteras terrestres de Ceuta o Melilla, no se les puede devolver en caliente, así como reforzar los controles fronterizos. Paradójicamente, la organización canaria de Podemos ha pedido la dimisión del ministro del Interior por el enorme desbarajuste generado tras la llegada masiva de inmigrantes al puerto de Arguineguín (Gran Canaria).

Laya y Robles recuerdan a Iglesias que la política internacional la marcan Exteriores y Sánchez

Marlaska ha intentado rebajar la tensión con unas declaraciones previas realizadas a la agencia marroquí MAP subrayando las "sólidas y estables" relaciones entre ambos países y apelando al necesario control de "la ruta de la costa atlántica y las llegadas de inmigrantes irregulares a las islas Canarias".

No es la primera vez que saltan chispas en el Gobierno de coalición a cuenta de la política internacional. Pasó recientemente con motivo de la toma de posesión del nuevo presidente de Bolivia, Luis Arce, cuando se acusó a Iglesias de desarrollar una agenda paralela al margen de la oficial y poco menos de “colarse” en el avión que transportaba a Felipe VI y a la ministra de Exteriores, Arantxa González Laya. En vicepresidencia segunda argumentaron que fue el propio Sánchez el que le pidió que se sumara a dicha delegación "en su lugar", lo que fue recibido por Iglesias como un "regalo".

Lo cierto es que la situación provocó un clima de enorme tensión con Exteriores mientras que en Zarzuela generó malestar por los "problemas protocolarios" de un viajero imprevisto que, según dijeron, viajaba a título particular como invitado personal del presidente electo.

Por ello, González Laya se ha molestado en subrayar esta vez que la posición de España en política exterior la fija su Ministerio "con el presidente del Gobierno". También la titular de Defensa, Margarita Robles, ha salido en réplica al vicepresidente segundo con el reproche de que "puede tener sus opiniones personales, pero tiene que estar a las posiciones que se tomen en el Gobierno". No es la primera vez que Robles desautoriza a su compañero de Consejo de Ministros.