El 2020 aún guardaba algunas sorpresas, también en el terreno político. El fichaje de uno de los pesos pesados de Ciudadanos por parte del PP justo cuando el partido naranja atraviesa una importante crisis órgánica en Cataluña, su cuna política, lleva implícita toda una declaración de intenciones: Pablo Casado ha puesto punto y final al pacto de no agresión con Inés Arrimadas dentro de la opa que ha desplegado Génova sobre cargos y votantes de la formación liberal.

El fichaje de Lorena Roldán a las puertas de las elecciones autonómicas sólo tiene una lectura en Ciudadanos: una maniobra "de mal gusto" para intentar "borrar del mapa" su proyecto. Se acabaron las medias tintas. "Están centrados en tratar de desestabilizarnos", comentan fuentes cercanas a Arrimadas. En el PP no se oculta que el movimiento forma parte de ese proceso de "recentralización" que ha iniciado Casado, que sabe que el primer paso es lograr el ansiado sorpasso a los liberales en el territorio donde ganaron las elecciones en 2017 para validar ante las urnas ese giro al centro. Y, de paso, se han cobrado una antigua "puñalada" que les asestó Ciudadanos en abril de 2019 -entonces los naranjas a punto estuvieron de dar el sorpasso al PP en las generales-, cuando el equipo de Albert Rivera fichó al ex presidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido.

"Ciudadanos ha crecido en toda España a costa del nicho de cargos públicos del PP, con alguna excepción del PSOE", comentan fuentes del partido de Casado. "Es el partido menos indicado para quejarse de esto", arguyen, en relación al fichaje de Roldán, "una persona valiente que encarna los valores" del partido. El objetivo, dicen, es "unir el centroderecha de este país en torno al PP. En eso estamos", sentencian. Los populares sabían que este fichaje justo en el momento en que Ciudadanos se juega el todo o la nada en Cataluña iba a suponer un duro golpe para sus socios -gobiernan juntos en Murcia, Madrid o Andalucía- y un enfrentamiento abierto con Arrimadas, por lo que se prevé un fuerte ruido de sables en la batalla por el centro político durante la campaña electoral catalana.

Dos han sido los motivos que han empujado a Lorena Roldán a romper su carnet naranja y cambiarlo por uno azul, según comentan fuentes cercanas a la ex candidata a la presidencia de la Generalitat. Primero, sus desavenencias con el rumbo que había tomado el partido como socio auxiliar de Sánchez, primero en la negociación sobre los sucesivos estados de alarma y luego en los Presupuestos. "Lorena creía en el proyecto", comentan, pero la gota que colmó el vaso fue la negativa de Ciudadanos a imponer como condición para negociar las cuentas públicas eliminar la supresión del castellano como lengua vehicular en el marco de la 'ley Celaá', una concesión de Sánchez al independentismo catalán, aunque luego la dirección naranja rectificó con esta cuestión.

Pero ya era tarde para Roldán porque, además de haber cedido al "ninguneo" de Sánchez, "no se ha conseguido absolutamente nada": el PSOE ha aprobado los Presupuestos con sus socios -sin Cs- y "sigue siendo cómplice de los golpistas en Cataluña", comentan las mismas fuentes. A lo largo de este tiempo, "ella se ha sentido muy incómoda con esta situación". De hecho, la ex dirigente naranja recuerda en la misiva de despedida su malestar con la formación por haber dado "alas a aquellos que pretenden romper nuestro país" y haberlo hecho "de forma unilateral" desde la cúpula del partido, sin contar con la opinión del resto de dirigentes. Este último razonamiento se ha repetido en el argumentario de todos los que abandonaron las filas naranjas en los últimos meses: Girauta, De Quinto, Mejías... . Sin embargo, ninguno de los grandes ex popes de Ciudadanos dio el salto al PP. Lorena, sí. "Y no será la última", advierten fuentes del sector crítico en Cataluña.

El segundo motivo pasa por el "desprecio, ninguneo y humillación" de la dirección del partido, según comentan las citadas fuentes, al decidir de forma unilateral desde Madrid -con el refrendo de la Comisión de Garantías en base a los estatutos del partido- el 'dedazo' de Carlos Carrizosa como nuevo candidato del partido a presidir la Generalitat tras "forzarla" a ella a renunciar este verano, cargándose la libertad y la democracia interna del partido". Importante recordar que Roldán ganó las primarias del partido con el 83% de la aprobación, pese a la "contracampaña" que hicieron contra ella un sector del partido, capitaneado, entre otros, por el propio Carrizosa.

Aseguran que a Roldán nunca le sentó bien que se la apartase de la carrera electoral, pese a que entonces también ella aseguró públicamente que había llegado a un acuerdo con la cúpula del partido para impulsar a un candidato que tuviese "exclusivamente cargo público" en Cataluña para favorecer la alianza con el PP y el PSC -Roldán ostentaba varios cargos en el partido a nivel nacional- aunque la alianza nunca llegó a cuajar.

La fuga de Roldán ha sido el primer gran golpe que ha asestado Casado a Arrimadas, tras semanas en que en las filas populares se ha sondeado la posibilidad de fichar a miembros de la anterior dirección naranja, como José Manuel Villegas o el propio Albert Rivera. Ambas opciones están aparcadas -el partido prefiere esperar para no amenazar los gobiernos territoriales que aún conserva con los de Arrimadas-, pero no descartadas. Mientras, el repliegue de cargos liberales hacia el PP, tal y como informó El Independiente, parece que no ha hecho más que empezar. El vicepresidente de la Junta de Andalucía, Juan Marín; y el alcalde de Granada, Luis Salvador, podrían ser los siguientes en cambiar las siglas, aunque las especulaciones en este sentido han llegado incluso a la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís.

Día 'horribilis' para Arrimadas

Por si fuera poco este obús dirigido a la línea de flotación de Ciudadanos por el PP, los disgustos para la formación de Inés Arrimadas no terminaron ahí. Poco después del anuncio de Roldán, se producía la segunda noticia política del día que también conlleva implicaciones negativas para los naranjas de cara al 14-F: la renuncia de Miquel Iceta como candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat en favor del ministro de Sanidad, Salvador Illa, quizá el dirigente con mayor proyección mediática del PSOE por su gestión al frente de la pandemia del coronavirus.

Esta maniobra in extremis tiene como objetivo disputarle la victoria a ERC y a sus socios independentistas y recuperar tanto el voto nacionalista moderado como el electorado que se marchó a Ciudadanos el pasado 21-D. La última encuesta publicada este año, el CatPanel de Electomanía, pronostica que Ciudadanos podría caer, incluso, por debajo de los 10 diputados, con PP y Vox pisándole los talones. Con la sorpresiva candidatura de Illa, los problemas crecen para Arrimadas, que tiene ahora dos importantes agujeros en su saco de votantes: hacia el PP por un lado y hacia el PSC por el otro.