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ENTREVISTA | OUBI BACHIR, DELEGADO DEL FRENTE POLISARIO ANTE LA UNIÓN EUROPEA EN FUNCIONES

"El único reproche a la generación que fundó el Polisario es cierta incapacidad para producir el relevo"

Oubi Bachir, delegado del Polisario ante la UE en funciones. EFE

Fue la cara visible del golpe judicial que en septiembre de 2021 anuló los acuerdos de pesca entre la Unión Europea y Marruecos, que había negociado con Bruselas aguas ajenas a su dominio, la del Sáhara Occidental. Oubi Bachir es uno de los diplomáticos más sobresalientes del Frente Polisario, una organización con la que sigue comprometido, unido también a la aspiración escurridiza de lograr la independencia de la ex colonia española.

"Por este ideal seguiré luchando hasta el último suspiro de mi vida", escribió el pasado diciembre cuando anunció su dimisión como delegado de la República Árabe Saharaui Democrática ante la UE. Bachir, que permanece en funciones a la espera del nombramiento del sucesor, atribuyó su salida a las diferencias con el líder y cofundador del movimiento, Brahim Ghali, reelegido en enero. "Discrepancias profundas con él sobre la visión y los métodos me obligaron a tomar esta difícil decisión", deslizó escuetamente.

Curtido en las embajadas saharauis en Sudáfrica y Nigeria, Oubi exhibió entonces el debate generacional que late en el interior del movimiento que, tras 47 años de conflicto con Marruecos, continúa reclamando la independencia de la que fuera provincia española. Un asunto, el del acceso de nuevas generaciones a la dirección del grupo, que aborda también en conversación con El Independiente.

Los saharauis nunca hemos tenido a España de nuestro lado. Con el giro de Sánchez, desafortunadamente es aún peor: España está claramente con Marruecos

Pregunta.- ¿Ha tenido algún efecto el cambio de posición del Gobierno español en el panorama general del conflicto?

Respuesta.- En vez de ayudar, el cambio ha perjudicado al proceso y condiciona el futuro. Todas las partes, salvo Marruecos, han salido perjudicadas, especialmente España y por supuesto los saharauis. Hace un año y a pesar del fin del alto el fuego, De Mistura tenía una ventana de esperanza abierta y un apoyo firme del Consejo de Seguridad para la reanudación del proceso de negociaciones. Y entonces llegó el cambio radical del Gobierno de España en relación con el Sáhara Occidental, que complicó las cosas aún más y contribuyó a mantener el estancamiento porque la propuesta de Marruecos no puede ser la solución al conflicto por razones obvias. Está desde 2007 y no avanza. Puede ser una solución para otro tipo de conflictos, pero no para un conflicto típico de descolonización. El realismo es un concepto totalmente relativo, depende desde dónde y con qué ojo miras a la realidad. La misión de De Mistura fracasó el día en el que Marruecos anunció la carta de Sánchez. Lo que se dijo a posteriori por parte de Madrid era como dicen los franceses: “Docteur apres la mort” (Médico después de la muerte).

La misión de De Mistura fracasó el día en el que Marruecos anunció la carta de Sánchez

Dejando al lado la responsabilidad histórica, jurídica y moral hacia el pueblo saharaui, y el impacto negativo sobre la misión de De Mistura, la carta de Sánchez era un tropiezo geopolítico en toda regla, sobre todo en relación con la tensión creciente entre Marruecos y Argelia. En un contexto de ruptura de relaciones diplomáticas entre los dos países y un contexto de polarización extrema, la decisión de Sánchez apareció, con razón, como una toma clara de partido a favor de Marruecos. Argelia dedujo lo que tenía que deducir e inmediatamente tomó las medidas que tenía que tomar en consecuencia. Además, y lo afirmo a sabiendas, los pueblos de la región están hartos y cansados de esta preferencia de Marruecos por parte de España a costa de los intereses del resto. Reducir el Magreb a solo Marruecos no es la buena receta que corresponde a los nuevos contextos cambiantes.

La carta fue un tropiezo total, en el fondo y en la forma. El tema del reconocimiento implícito de la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental. Cuando se justifica el giro “para garantizar la integridad territorial de los dos países”. Todo el mundo sabe que el término, en el contexto español hace referencia a Ceuta y Melilla, y en el contexto marroquí evidentemente al Sáhara Occidental. La coyuntura, post Trump, confirma eso. En encuentros informales con diplomáticos españoles negaron que fuera un reconocimiento a la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental pero el texto está ahí. España le ha concedido a Marruecos un regalo gratuito. Marruecos en una carta oficial a la ONU ha negado tener fronteras terrestres con España, las aduanas están bloqueadas y el flujo migratorio aún tiene sus altibajos.  Los saharauis nunca hemos tenido a España de nuestro lado. Con el giro de Sánchez, desafortunadamente es aún peor: España está claramente al lado de Marruecos.

P.- Vamos camino de los 48 años de un conflicto completamente paralizado. ¿No habría que buscar soluciones imaginativas para romper este bloqueo?

R.- La imaginación, en este caso, tiene su pequeña limitación que es el marco de la legalidad y el derecho internacional. Si se sale de este marco, no se llega a ninguna parte. 30 años de estancamiento es prueba de ello. Este marco es vital y si no se tiene en cuenta, la solución puede ser muy imaginativa pero no aplicable. Establecer el marco como parámetro vital no quiere decir que no se puede emplear la imaginación dentro de ello. El elemento que impedirá una solución y toda capacidad imaginativa es la ausencia de una voluntad clara por parte de Marruecos y sobre todo por parte del Consejo de Seguridad.

El Consejo de Seguridad de la ONU ha optado por gestionar el conflicto y no resolverlo

En Nueva York y desde finales de los años 90 hasta hoy, el Consejo de Seguridad optó por gestionar el conflicto y no resolverlo relegando el Sahara occidental siempre a tercer y cuarto plano. Nunca hubo una voluntad decidida del Consejo de Seguridad por arreglar esto dentro del marco acordado. En las raras veces que quiso hacer algo, le faltó el último empujón como sucedió con el Plan Baker de 2003.

Dicho plan fue pensado, en primer lugar, para satisfacer las exigencias de Marruecos. Preveía una autonomía del territorio durante 4 a 5 años, un período suficiente para que Marruecos trabajase los corazones de los saharauis y les convenciera de que lo mejor para ellos es quedarse dentro bajo su soberanía. Y si fracasaba en eso, tendría una segunda oportunidad con el referéndum que se organizaría después y en el que un número considerable de colonos marroquíes tendrían derecho a votar. Nosotros lo hemos aceptado en su momento suponiendo un enorme riesgo y sacrificio por nuestra parte. El Consejo de Seguridad lo adoptó en una resolución en Julio de 2003. Ahí quedó hasta hoy, porque ni Marruecos tiene la mínima voluntad política ni el Consejo se mostró interesado en ejercer cualquier presión sobre Rabat. Por encima del arreglo justo del conflicto, priman otras consideraciones para el grupo de amigos del Sahara Occidental dentro del consejo.

P.- ¿El plan Baker sería aceptable hoy?

R.- La realidad sobre el terreno ha cambiado desde entonces. El plan lo hemos aceptado antes del levantamiento popular dentro del territorio en 2005, antes del cambio importante en la correlación de fuerzas a nivel de la región y la posterior ruptura del alto el fuego.

P.- Entiendo por sus palabras que el Consejo de Seguridad debería aumentar la presión sobre Marruecos…

R.- Se tiene que ejercer presión sobre la parte que rechaza, hasta ahora, todas las ofertas formuladas por la ONU y sus enviados personales. Para ello, hay primero que romper con esta tendencia creciente dentro de la ONU de querer sacrificar el derecho internacional en nombre de una visión errónea, parcial e injusta de la Realpolitik. La misión de la ONU y su misión en el Sahara occidental es aplicar su carta y promover la solución dentro de este marco. Duele que Marruecos en vez de recibir presión para llegar a una solución, lo que recibe constantemente son gestos de complicidad que nos han llevado al colapso del proceso y nos puede llevar aún a unos escenarios mucho más peligrosos para todos.

Duele que Marruecos en vez de recibir presión para llegar a una solución, lo que recibe constantemente son gestos de complicidad que nos han llevado al colapso del proceso

P.- Uno de los cambios del escenario es la ruptura del alto el fuego por parte del Frente Polisario. La realidad es que se trata de una guerra de muy baja intensidad, con recursos muy limitados…

R.- Fue Marruecos el que violó primero el acuerdo, luego tuvimos que responder en la zona de Guergarat el 13 de noviembre de 2020. La guerra no es la opción preferida para nosotros. Hemos hecho todo tipo de concesiones más allá de lo normal. Y no se interpretó como se debe; al contrario, se entendió como signo de debilidad. Cuando se presentó la ocasión en Guergarat pero nos hemos había que elegir entre dejar la tendencia de desvío del proceso se continúa acomodando el punto de vista de Marruecos o abortarla una vez para siempre. Optamos por la segunda, retomar las armas de nuevo. No tenemos otro medio a nuestro alcance, asumiendo todos los riesgos que conlleva tal cambio radical en un contexto diferente y delicado. El alto el fuego perdió todo sentido desde hace mucho tiempo; se había convertido en un instrumento en manos de Marruecos para consolidar su ocupación.  Con el rechazo del referéndum, la intransigencia y la soberbia de Marruecos, seguir con el acuerdo equivalía a convertir a nuestros combatientes en guardias de la ocupación de su propia patria.

El majzén es un sistema antidemocrático por esencia y su supervivencia depende del Sáhara Occidental

P.- ¿A quién le interesa que se perpetúe el conflicto?

R.- Primero a Marruecos, que ha interiorizado la ocupación del Sáhara occidental como fuente vital de legitimidad y de cohesión del sistema, con sus equilibrios entre el trono, el ejército y la clase política para continuar a aplazar cualquier posibilidad de una verdadera democracia en Marruecos. El majzén es un sistema antidemocrático por esencia y su supervivencia depende del Sáhara Occidental. Mientras se alargue el conflicto, se alarga también la vida del régimen y sus prácticas represivas contra su propio pueblo. Marruecos nunca fue sincero con el plan del referéndum de autodeterminación. Lo aceptó para quitarse el coste de la guerra y alargar el conflicto y la ocupación. La autonomía es más de lo mismo.

P.- Y en el lado saharaui, ¿hay alguien interesado en alargar el litigio?

R.- Quizás la élite saharaui de “políticos” y hombres de negocio que están trabajando con la ocupación y que disfruta de privilegios económicos y políticos siendo un adorno necesario para la propaganda marroquí. Una vez arreglado el conflicto, pierden automáticamente la razón de ser. El resto de los saharauis somos la gran víctima de este conflicto. [¿Alguien interesado en la cúpula del Polisario?] No lo veo. No creo que haya nadie, entre nosotros, interesado en alargar el conflicto. No sería solamente cínico si no criminal, vivir de dentro el drama complejo que vienen los saharauis y tener otra agenda al margen de luchar para que vuelvan libres a su tierra. Dicho esto, es innegable afirmar que, como Polisario, tenemos la obligación de mejorar nuestra estrategia y métodos para poder llevar nuestro pueblo a buen puerto, el de un Sahara independiente.

P.- ¿Tiene alguna esperanza de que una victoria del PP en las generales pueda revertir este cambio?

R.- No lo sé. No puedo aventurarme a predecir algo al respecto. De todos modos, en el hipotético caso de una victoria del PP en las próximas elecciones generales, Feijóo se encontrará con la obligación de retocar la receta de su antecesor en el cargo de su partido que es Rajoy. Al margen del giro de Sánchez, la configuración global de la relación bilateral entre Marruecos y España cuenta con nuevas variantes. Entre ellas, la apuesta estratégica de Marruecos por una alianza transatlántica teniendo a Israel como elemento catalizador, en detrimento de su alianza tradicional con Europa y particularmente con Francia. Luego el reconocimiento de Trump de la soberanía de Marruecos sobre el Sahara occidental y su efecto sobre el endurecimiento de la posición de Marruecos sobre Ceuta y Melilla además de las profundas secuelas que han dejado las crisis bilaterales durante los últimos años. Y en relación con el giro de Sánchez, gobierne quien gobierne en España, una reparación de los daños que provocó la carta se impondrá como obligación a cualquier gobernante responsable. España perdió prestigio internacional, cohesión política interna, peso en el Maghreb y mucho dinero.

P.- Fue uno de los artífices de la anulación de los acuerdos pesqueros y agrarios de la UE con Marruecos, un fallo que debe ser ratificado. ¿Qué se puede esperar de la justicia europea?

R.- Es precisamente un elemento nuevo para añadir al hipotético escenario de un PP ganando las elecciones. El fallo definitivo será decidido a finales de este año, en torno a la fecha de los comicios. En términos de las relaciones bilaterales entre Marruecos y la Unión Europea, que están muy dañadas por el escándalo del Parlamento europeo, sería la bala de gracia. Supondrá un seísmo en estas relaciones de décadas. Todo parece indicar que la Corte de Justicia adoptará la misma decisión que el Tribunal General en 2021. Habrá entonces que repensar las relaciones entre Marruecos y la UE y sus acuerdos, en otros términos, que no impliquen el territorio del Sáhara Occidental. Para Marruecos es un golpe mortal que tiene una repercusión no solo económica sino también política y de propaganda y podría llevar a su diplomacia a entrar de nuevos en conflictos con países miembros o con la propia UE.

P.- ¿Habría que apostar por la vía diplomática en lugar de la militar?

R.- Los saharauis tenemos todas las posibilidades de ganar si llegamos a activar los cuatro frentes abiertos hoy de nuestra lucha con la misma intensidad: la lucha armada, la diplomática, la resistencia pacífica en las zonas ocupadas y la construcción de nuestro modelo de estado en los campamentos de refugiados. Ninguno de estos frentes es más importante que el otro, se complementan entre sí.  Es como un coche con cuatro ruedas. Ningún coche puede ir lejos con una rueda pinchada. Asegurar la complementariedad de los cuatro componentes de lucha es la clave para ganar. En el componente diplomático y jurídico tenemos todas las posibilidades de ganar, porque el derecho está totalmente de nuestro lado. En otros frentes, Marruecos parte con cierta ventaja, especialmente en el aspecto militar, pero la resistencia a largo plazo siempre la ganan los pueblos. Así nos enseñó la historia, y los saharauis no vamos a ser la excepción.

El Polisario es y seguirá siendo la única garantía en manos de los saharauis para poder materializar sus aspiraciones legítimas

P.- ¿No está aplicando el Polisario las mismas recetas que no han producido ningún progreso en la resolución del conflicto?

R.- Somos un movimiento de liberación nacional con más de 50 años de vida y lucha. Es una institución humana antes de todo, donde surgen problemas y conflictos generacionales, de visión, estrategia y métodos, pero lo más importante es que todos nos fijamos en nuestro norte y nada nos distrae de ello. El gran mérito del Polisario y a la vez una gran garantía, es el hecho que, a diferencia de muchos movimientos de liberación nacional, se mantiene unido con gran cohesión interna. Otros movimientos se han dividido en fracciones y suborganizaciones. Las figuras del Polisario que han decidido pasar al otro bando, lo han hecho como decisión individual, nunca colectiva. Insisto, que nuestra obra no es perfecta y nos toca mejorar en muchos aspectos si queremos acortar la distancia del recorrido, pero el Polisario es y seguirá siendo la única garantía en manos de los saharauis para poder materializar sus aspiraciones legítimas. Demostró una capacidad de resistencia y agilidad navegando las aguas turbulentas de los últimos 30 años sin daños esenciales.

P.- ¿Le preocupa las denuncias de falta de relevo generacional que existen en los campamentos?

R.- Sí. Se ha hecho mucho esfuerzo en esta línea, pero todavía está muy lejos de responder a las esperanzas y a los derechos legítimos de los jóvenes que se han formado bien y tienen la buena visión y la determinación para desempeñar un rol más importante. A la generación fundadora del Polisario nadie le puede culpar que no haya llegado a conseguir la independencia del Sáhara Occidental porque han hecho muchos sacrificios para conseguirlo y en condiciones muy difíciles.  No era nada fácil realmente hacer todo esto en el contexto que conocemos. Tampoco era fácil mantener la cohesión y mantener la casa viva y de pie después de todas las turbulencias que han pasado por el mundo. Esto tiene su mérito y el mérito lo tiene la generación fundadora del Polisario. El único reproche capital que se haría a esta generación es una cierta incapacidad de producir el relevo. Este es un gran debate que existe hoy dentro del Polisario y dentro del pueblo saharaui en su conjunto.

P.- ¿Hay espacio para una tercera vía?

R.- Para que haya una tercera vía, se tiene que pasar por conseguir la primera que es la independencia del Sahara occidental, como la solución antesala de una tercera que sería la integración de los seis países dentro de un espacio común, el Magreb. En ningún momento, la tercera vía puede ser la autonomía que propone Marruecos. Esta propuesta parte de una conclusión equivocada. Para que Marruecos pueda otorgar tal opción, tiene primero que resolver el problema de la soberanía. Y esta se resuelve, exclusivamente mediante la expresión libre y original de la voluntad del pueblo saharaui. Otra vía es solo legalizar lo ilegal.

La resolución del conflicto en conformidad con el derecho internacional es la condición previa para llegar a un Marruecos democrático

P.- ¿Cambiaría en algo la posición de los saharauis en un Marruecos democrático?

R.- Al contrario. La resolución del conflicto en conformidad con el derecho internacional es la condición previa para llegar a un Marruecos democrático y no al revés. La tiranía actual en Marruecos se alimenta del conflicto.

P.- Las condiciones son muy precarias en los campamentos y hay aspiraciones de los jóvenes de emigrar a Europa. ¿Se puede condenar a una población a vivir así a la espera de la resolución del conflicto?

Materializar nuestras aspiraciones es cuestión de tiempo

R.- Refugiarse es una decisión voluntaria y propia de los saharauis que han decidido buscar refugio no por una catástrofe natural ni por una hambruna sino por convicciones políticas, que siguen intactas. Si no se han mejorado las condiciones de vida de los refugiados, no es culpa del Polisario sino de la falta de compromiso por parte de la comunidad internacional. Traiciona a los saharauis alargando el conflicto y, en vez de ayudar, recurre a cortar las ayudas constantemente. Uno de los mayores éxitos del Polisario es la inversión colosal que se ha hecho para garantizar una buena educación para todos. Desafortunadamente, cuando vuelven los jóvenes graduados a los campamentos no llegan a tener el empleo que corresponde a su formación. Quien condena a la población saharaui es Marruecos, por haber invadido su territorio, y la comunidad internacional, por no haber respetado sus promesas.

P.- ¿Corre el tiempo en contra de las aspiraciones saharauis?

R.- No. En absoluto. Si tienes derecho, acabarás consiguiéndolo. Puede que te falte fuerza en momentos determinados. La puedes y la tienes que generar después. El derecho genera fuerza, pero la fuerza no te da derecho. Materializar nuestras aspiraciones es cuestión de tiempo ni más ni menos.

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