Como siga la cosa así, sólo va a quedar Madrid, Madrid para que venga toda España como montada en La Sepulvedana, para que vengan políticos como toreros y franceses como de Pepe Botella, entre la pinacoteca, el mesón y la plazuela. Sólo quedará Madrid contra el sanchismo y sólo quedará Madrid con la nube de cerveza en el cielo, como las nubes de maldad de los Cárpatos. Todos quieren venir a Madrid, donde todavía te dejan sentarte en un bar con una caña de recluta o un churro de apoderado, donde los camareros aún echan y recogen toldos como balleneros y además nadie te da la brasa con la pureza de la raza local ni con revoluciones podridas de muertos podridos. Los franceses se vienen por la juerga, cuando toda Europa es un convento y al final para nada; Iglesias se viene para que le asignen su escalerilla de cojo del Siglo de Oro, y Toni Cantó se vuelve como un misionero porque su partido es una desbandada ante la niña con migas de pato que es Arrimadas.

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