Llega, como cada año, la COP. O sea, la Conferencia de las Partes del Convenio Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que, lejos de ser un aburrido encuentro entre diplomáticos, es el momento cumbre del año en el que la humanidad se reúne para decidir cómo hacer frente a la mayor amenaza que se cierne sobre nuestro futuro (y ya sobre nuestro presente): la emergencia climática.

Este año, la COP número 28 se celebra en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, uno de los mayores productores de combustibles fósiles del mundo. ¿Cómo es posible que la cumbre de la lucha contra el cambio climático sea en un país cuya economía depende del producto causante del problema? Cosas de la política o, más bien, de los intereses económicos que rigen la política.

Ya desde el primer momento la designación de Emiratos causó suspicacias, que se vieron aumentadas cuando este país designó como presidente de la COP al Sultan al Jaber, CEO de la petrolera estatal ADNOC, una de las mayores del mundo. Las sospechas se vieron confirmadas cuando la BBC destapó hace pocos días que Emiratos Árabes Unidos planeaba utilizar su papel como anfitrión de la COP como una oportunidad para cerrar negocios sobre petróleo y gas.

A esta COP se llega con récord de beneficios de la industria fósil, récord de emisiones y récord de temperaturas y eventos extremos

Si las acusaciones son ciertas, esto es totalmente inaceptable y un auténtico escándalo. El líder de la cumbre del clima debería poner todo su foco, dedicar todo su tiempo y esfuerzos a hacer avanzar en las soluciones climáticas de forma imparcial y, por supuesto, con integridad, no a cerrar negocios en la sombra que alimentan la propia crisis climática. Cada nuevo proyecto de combustibles fósiles es una violación del Acuerdo de París y pone en jaque la sostenibilidad de la vida.

A esta COP se llega con récord de beneficios de la industria fósil, récord de emisiones y récord de temperaturas y eventos extremos. Por primera vez, los combustibles fósiles están ocupando un lugar central en una cumbre climática mundial. Para bien y para mal. La cuestión es: ¿acordarán finalmente los Gobiernos una hoja de ruta hacia un futuro libre de combustibles fósiles para todas las personas? ¿O la cumbre sobre el clima, dirigida por un director ejecutivo del sector petrolero, se convertirá en la Feria del Greenwashing de combustibles fósiles más grande de la historia?

Hay tres claves que determinarán el éxito o el fracaso de de esta COP:

  1. Acordar la eliminación de los combustibles fósiles (phase out): un compromiso sobre una eliminación gradual, acelerada y justa de TODOS los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) y ningún nuevo desarrollo de combustibles fósiles. Sin lavado verde. Nada de política contaminada. La COP tiene que decidir el abandono total de los combustibles fósiles sin excepciones.
  1. Hacer que los contaminadores paguen: progresar hacia mecanismos financieros que obliguen a la industria de los combustibles fósiles a pagar por las pérdidas y los daños (y más), para satisfacer las necesidades de los menos responsables que además se encuentran en mayor situación de vulnerabilidad.
  2. Ir del dicho al hecho: por primera vez, la COP va a hacer balance de las acciones realizadas desde el Acuerdo de París de 2015 (el llamado Global Stocktake, en la jerga ONU); se debe acordar cerrar las brechas que nos separan de los compromisos actuales para 2030, acelerar la acción inmediata para mantener el límite del 1,5°C al alcance y generar mecanismos de adaptación a todos los impactos climáticos. Hay que mejorar los objetivos de reducción de emisiones, usando el Global Stocktake para comprometer una reducción del 43% de las emisiones globales en 2030.

Tenemos todas las soluciones que necesitamos para la transición energética, pero dicha transición no tendrá lugar lo suficientemente rápido si los Gobiernos no consiguen dejar los combustibles fósiles fuera del camino. La COP es el foro más poderoso del mundo para evitar la mayor amenaza que tiene la humanidad y una oportunidad para asegurar nuestra supervivencia, no para llegar a acuerdos comerciales que alimenten la policrisis. Ojalá sea recordada como la COP que marcó el inicio del fin de los combustibles fósiles, no como la COP en la que los combustibles fósiles impusieron una vez más sus intereses. La sociedad civil estaremos allí para empujar la única opción de futuro.

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Eva Saldaña, directora ejecutiva de Greenpeace España