"Ni yo ni el 95% de los españoles dormiría tranquilo con Podemos en el Gobierno". En cuestión de dos meses, Pedro Sánchez ha pasado del insomnio a la amnesia. El acuerdo de Gobierno con Pablo Iglesias tan sólo horas después de cerrarse las urnas fue sólo el primer borrón y cuenta nueva del PSOE en materia de pactos. De hecho, nada queda ahora -más que silencio- de la dureza del discurso que mantuvo el dirigente socialista durante campaña con Cataluña, en la que llegó a anunciar medidas como la introducción de un delito en el Código Penal para prohibir los referéndums ilegales o acabar con el uso sectario de TV3.

Lejos queda también la reiterada negativa del Ejecutivo a reunirse con el independentismo antes del 10-N, antes de que necesitase los 13 votos de ERC para sacar adelante la investidura y dar esquinazo al fantasma de unas terceras elecciones. Ahora, con varias reuniones a las espaldas -y las que quedan-, ante Sánchez se abre un escenario de cesiones que no estará resuelto antes de Navidad. "Nuestra propuesta es el ejercicio del derecho a la autodeterminación, que tenga calendario y garantías, que son las condiciones que hemos expuesto reiteradamente", recordaba el vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, este mismo lunes.

Pero un tercer actor ha abierto formalmente una puerta que sólo estuvo tímidamente entreabierta el día que empezaba la ronda de consultas con el Rey. Inés Arrimadas, sin ser aún la líder de facto de un Ciudadanos en horas bajas -habrá que esperar hasta el 15 de marzo para que la nueva Ejecutiva naranja tome forma- dio ayer un golpe firme y trató de volver a elevar a sus filas a la utilidad política, a su papel original de partido bisagra que los críticos demandaron durante meses, regresando a su esencia de llave para el desbloqueo institucional y de freno del nacionalismo.

A través de una misiva dirigida al Ejecutivo, la portavoz parlamentaria de Ciudadanos comenzó ayer a evidenciar esa "nueva etapa" que se abre en Ciudadanos tras la salida de Rivera con la apertura a un acuerdo con el PSOE, una posibilidad negada por los naranjas durante seis meses, cuando ambas formaciones sumaban una mayoría absoluta de 180 diputados.

Menos de un mes después de la dimisión de Rivera -y del goteo de renuncias posteriores a consecuencia de la debacle electoral- Arrimadas se ha convertido en la portavoz de Ciudadanos sin formar si quiera parte de la gestora e, indirectamente, también en la del PP, por hablar en nombre de los de Casado para exigir a Sánchez que explore la "solución excepcional" de los 221 escaños -PSOE (120); PP (89); Ciudadanos (10); y Navarra Suma (2), una fórmula completamente diferente por la que apuesta Sánchez y que le permitiría dejar atrás las cesiones al independentismo, volviendo al discurso mantenido en los últimos meses.

Arrimadas quiere convertirse en puente de unión entre Casado y Sánchez porque "el PP sabe que tiene que participar en esta solución"

Como lo fuera el PP entre Cs y Vox en los acuerdos territoriales, Arrimadas quiere convertirse en puente de unión entre Casado y Sánchez ya que, frente al "‘no’ hasta el final" que pretenden mantener en Génova en la investidura, "el PP sabe que tiene que participar en esta solución de Estado", apuntan desde la cúpula naranja.

Las mismas fuentes afirman que se estima más complicado "convencer a Sánchez, que es quien tiene que rectificar y decir si está de acuerdo con este acuerdo constitucionalista". Saben también en Alcalá, 253 que de lograr un paso adelante del socialismo en este sentido -sobre factible en caso de que el 'plan A' de Sánchez con ERC termine frustrado- toda la presión de la investidura y de evitar terceras elecciones recaería en tejado azul.

Una alternativa aritmética

Por el momento, sobre tejado naranja descartan la posibilidad de hablar de acuerdo alguno sin la presencia de Pablo Casado. "Podemos hacer historia por una vez y Ciudadanos hará lo posible para que haya acuerdo moderado de 221 diputados constitucionalistas", reiteran.

En Ferraz no se plantean otra opción que no sea la coalición con Unidas Podemos y la abstención de ERC, aunque sería bien recibido que Ciudadanos dejase de obstaculizar la investidura. Por ello, la respuesta de Moncloa a la misiva de Arrimadas es clara: recibir a la líder naranja de manera bilateral y "por cortesía", sin encuadrar, eso sí, la cita entre las negociaciones para formar Gobierno, y cerrar la puerta a Casado, con quien consideran rotos todos los puentes.

Pero el paso adelante de Ciudadanos abre un escenario en el PSOE que no sería precisamente nuevo. Sánchez necesita 132 síes, y reeditar el pacto del abrazo le granjearía un total de 130 asientos, un acuerdo que debería contar obligatoriamente con la abstención del PP y el apoyo de otros dos diputados, que podrían venir de Navarra Suma, Coalición Canaria, Teruel Existe o PRC. Las líneas del acuerdo entre los liberales y los socialistas también están escritas de la errada experiencia de 2016, con un decálogo -'Acuerdo para un Gobierno reformista y de Progreso'- con un total de 140 medidas.

A priori, sería un buen trato en todos los sentidos: los socialistas "no dependerían de partidos condenados por sedición", como defiende Arrimadas, y tendrían preponderancia en el acuerdo -superan a los naranjas en 110 escaños-; Ciudadanos sacaría el mayor rédito posible a un pésimo resultado electoral, siendo determinantes con tan sólo 10 diputados; y el PP podría aferrarse a la teoría, sin entrar en pactos ni en programa, de abstenerse por ser la opción menos mala para desbloquear el país, frenando a Podemos y al independentismo sin dejar atrás su papel hegemónico en la oposición.

Sin cerrar la puerta a ninguna "fórmula de Gobierno"

Cabe reseñar también la novedad de que, si bien hasta ahora en Ciudadanos sólo se barajaba la posibilidad de contribuir al desbloqueo político apoyando un Ejecutivo socialista desde fuera, previa reunión y firma de un acuerdo constitucionalista a tres, ahora los liberales no se cierran la puerta a ninguna "fórmula de Gobierno".

Así lo dejó caer la dirigente de Ciudadanos en rueda de prensa este lunes. Tampoco lo desmienten fuentes internas, que evitan dar un 'no' tajante a esa posibilidad arguyendo que "nuestra prioridad son los acuerdos de Estado", aunque por el momento no han estudiado la opción de compartir Ejecutivo ya que el acuerdo "no requieren necesariamente gobiernos de coalición".