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El día en que 'El acorazado Potemkin' dejó de prohibirse en los cines de Madrid

Portada de 'El acorazado Potemkin'

Portada de 'El acorazado Potemkin'

1977, un julio caluroso invitaba a los transeúntes a viajar por el mundo cinematográfico en las frías salas de cine, pero además con doble ración de interés por su cartelera: se reestrenaba El acorazado Potemkin, la obra maestra de Sergei Eisenstein, después de 40 años en el limbo de la prohibición.

La película tiene su origen 52 años antes, en 1925, cuando, con motivo de la conmemoración del vigésimo aniversario del fallido golpe revolucionario de 1905, el gobierno soviético encargó al joven director -que ya había albergado el inicio del camino al éxito gracias a su primer largometraje, La Huelga- la realización de un filme que recogiese aquellos hechos.

La idea inicial del aclamado director al escribir el guion era filmar la sublevación de 1905: el 27 de junio de ese año, la tripulación del  Potemkin, uno de los mejores acorazados de la flota rusa del mar Negro, se amotinó a causa de las penosas condiciones de vida a las que se veían sometidos. El hecho se convirtió en preludio de la revolución de 1917,  sentando un precedente en la difícil digestión desde la guerra ruso-japonesa hasta el levantamiento contra el zar. Pero el rodaje en Leningrado se vio interrumpido por las condiciones meteorológicas, por lo que el equipo se trasladó a la ciudad portuaria de Odessa, donde tenían previsto grabar algunas escenas de la película. Una vez allí, Eisenstein cambió de opinión y decidió centrar el guion entorno al motín del acorazado Potemkin.

La popa del acorazado en 1905, con su nombre Potemkin (en ruso, Потёмкин)
La popa del acorazado en 1905, con su nombre Potemkin (en ruso, Потёмкин)

Filmada con actores no profesionales, Eisenstein logró destacar la expresividad de los intérpretes en los primeros planos y una estética donde la exaltación del grupo va cobrando fuerza a medida que se desarrolla la cinta en tan solo tres meses. El director buscó testimonios del acontecimiento y reescribió el proyecto en cinco partes: Hombres y gusanos, Drama en la Bahía, El muerto pide justicia, La escalera de Odessa y Encuentro con la flota. 

Tenía solo 27 años cuando realizó la película. En ella se reproduce un alzamiento triunfante a pesar de que el guion no se ajuste completamente a la realidad. El verdadero Potemkin escapó entre la flota del ejército ruso, no abrió fuego contra el acorazado y terminó en Constanza, Rumanía, donde la tripulación entregó la nave a las autoridades, que la devolvieron al gobierno ruso.

Aunque la película fue estrenada el 24 de diciembre de 1925 en el Teatro Bolshói, en España fue brutalmente censurada y no se proyectó en las salas hasta el 7 de noviembre de 1930 en Lido Cinema.

El inicio y el fin de la censura que reestrenó 'El acorazado Potemkin'

La censura que protagonizó el régimen franquista escondió durante 40 años lo que se proclamaría por el jurado del I Festival Internacional de Cine Europeo el mejor largometraje de la historia.

Madrid no daba el visto nuevo al filme realizado cincuenta años atrás. Pero lo lamentable de todo era que la censura no explicaba las razones que aconsejaban prohibirla. Película muda que narraba acontecimientos de la revolución frustrada de 1905 en la Rusia del Zar, a través de la rebelión de los marineros del Potemkin, es un ejemplo perfecto para comprobar en la práctica la compleja teoría sobre el montaje de su realizador. Ese carácter político es el as que determina por qué se dejo de emitir en nuestro país. 

"Pensamos que no existe un razonamiento mínimamente coherente que pueda explicar la decisión de prohibir El acorazado Potemkin, salvo el que surja del convencimiento de que vivimos en 1940", es lo que pronunciaba Ángel S. Harguindey en su columna de El País.

Pero después de este largo parón, El acorazado Potemkin volvió a proyectarse en los cines madrileños y en septiembre del mismo año (1977) en Barcelona.

A la proyección de la película asistieron ocho embajadores de países del Este en Madrid, entre ellos el soviético, Sergei Bogomolov. Entre el público asistente a esta sesión en una sala que aparecía completamente llena, fue observada la presencia del secretario general del PCE, Santiago Carrillo, así como de otras figuras del mundo intelectual y artístico.

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