A Sánchez hay que leerle siempre el mensaje esquivando su cara, que él pone inevitablemente por delante, más grande que las letras y más grande que su significado. En el cartón de su cara puede escribir un libro adolescente o sólo una frase, como ahora: Haz que pase, nuevo lema de campaña. El caso es que, ponga lo que ponga sobre su cara reconcentrada en sí misma, parece siempre la frase de un hipnotizador con espirales girando. Sánchez nos mira moviendo el reloj o el medallón de unas palabras aleatorias y nos dice que somos una gallina, o lo que pida el espectáculo.
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