Parecía que Perú se había salvado y marchaba con paso firme hacia el desarrollo. Era lo que auguraban los pronósticos del Banco Mundial. La vecindad con Chile era su secreto. Los peruanos habían visto cómo el mercado, la libertad económica, la masa de ahorros que producía el sistema de cuentas individuales de jubilación, y la seriedad en el manejo de las finanzas y la moneda, en pocas décadas habían puesto a Chile a la cabeza de América Latina y en el umbral del Primer Mundo. Todo lo que había que hacer era persistir en seguir de cerca el modelo chileno.
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