Si algo ha demostrado Pedro Sánchez en su carrera política es determinación. Arrojo. O un comportamiento rayano en lo temerario, según sus detractores. Él mismo dice que su historia es la del mito de Sísifo, el rey de Corinto castigado por los dioses que se veía obligado a levantar una enorme piedra en una ladera empinada y que, antes de llegar a la cima, rodaba pendiente abajo, por lo que tenía que empezar el mismo trabajo desde el principio, y así una y otra vez. Un presidente, pues, acostumbrado a recomponerse en la adversidad.

Pero es también un presidente que está derribando muchas de las barreras que él y su partido se habían impuesto. Y en los últimos días han caído varias. Sin complejos, como diría el ministro Óscar Puente. En un momento de máxima tensión con la derecha, cuando el acercamiento con Alberto Núñez Feijóo parece imposible —ya se descuenta que, salvo giro imprevisto, no habrá reunión entre los dos líderes antes de fin de año—, Sánchez decide redoblar su apuesta. Ir con todo, como resumen en su círculo de confianza. Si la derecha clama por su relación con el independentismo, él opta por afianzarla, por dar pasos que no se había atrevido a dar y que, en algunos casos, había negado incluso.

Sánchez considera que las largas del PP a la reunión obedecen a que no ha superado el trauma de no poder gobernar tras el 23-J

La razón que esgrime, la que ejerce de motor de su estrategia, pasada la investidura, es la "normalización". Con ese argumento explicaba este martes el presidente del Gobierno la necesidad de que tenga no uno, sino "varios" encuentros con Carles Puigdemont y con Oriol Junqueras. Porque ese es un paso lógico, vino a decir, dentro de su política de naturalización de las alianzas con los partidos independentistas. Con Junts y ERC, pero también con Bildu, la formación a la que facilitará el 28 de diciembre la alcaldía de Pamplona pese a que hasta ahora el PSOE se negaba a darle las llaves del poder porque entendía que no había completado su recorrido, al no haber condenado el terrorismo ni profundizado en la autocrítica.

Sánchez empleó la copa de Navidad en la Moncloa para culminar ese giro estratégico operado en apenas una semana. Para exponer sus argumentos ante los periodistas, en sucesivas conversaciones distendidas con ellos, y para mostrar seguridad y firmeza frente un PP que considera que no ha superado el trauma de no poder gobernar, cuando hasta el 23-J se veía mecido por las encuestas y venía de arrasar en las autonómicas y municipales del 28-M.

El presidente confirmó, con total naturalidad, que en esta legislatura se reunirá "varias veces" con Puigdemont y Junqueras. Y aunque no quiso concretar cuándo, desde su equipo en la Moncloa enfatizaron que esos primeros encuentros serán después de que la ley de amnistía quede aprobada. No es un dato irrelevante. El expresident está huido de la Justicia española desde 2017, el propio Sánchez aseguró, antes del 23-J, que debía regresar para rendir cuentas ante los tribunales. Y el líder de ERC está indultado desde 2021, pero todavía pesa sobre él la inhabilitación. Una vez que entre en vigor la norma, la cobertura del presidente es mayor, puesto que ya se reuniría con un político amnistiado y libre de cargas judiciales, igual que en octubre telefoneó a Junqueras.

Junts la quiere "próximamente"

Pero Sánchez se cuidó mucho de dar nada por cerrado. Sabe que ese es un terreno pantanoso y que debe cuidar las relaciones con sus socios, no desairarlos y equilibrar entre ellos. Además, Puigdemont querría esa foto pronto, y ese es un elemento de presión que tiene sobre el Gobierno. No en vano, el portavoz de Junts, Josep Rius, aseguraba el pasado lunes que la reunión con el expresident se producirá "próximamente" y en "alguno de los Estados de la Unión Europea", pero no en España.

No es un dato irrelevante cuándo se celebra la cita con Puigdemont: cuando se apruebe la ley de amnistía, él quedará libre de cargas judiciales

En cualquier caso, Sánchez entiende que esas citas con los líderes de ERC y Junts es coherente con su política de "normalización". Si hubo indultos y ahora habrá amnistía, lo razonable, expresó a los periodistas, es que se produzcan encuentros al máximo nivel entre formaciones políticas que son socias. "Habrá que normalizar las cosas de una vez por todas en este país", resolvía horas más tardes y desde el Congreso el portavoz parlamentario socialista, Patxi López.

Esos encuentros no serán clandestinos, prometió, sino que habrá foto. Ferraz y la Moncloa, señalaban ministros y cargos públicos durante la copa de Navidad, ha decidido no quedarse a medio camino, porque esa es "la peor" de las opciones. Si hay que dialogar, se dialoga, con todas las consecuencias, apuntaban.

Porque la razón de fondo es la convicción que anida en Sánchez y en su equipo de que el desgaste que cree la derecha no es tal. La relación del PSOE con sus socios está amortizada, explicaba el presidente, y la prueba estaba en el 23-J: con una campaña marcada por las alianzas del Gobierno, los socialistas ganaron un millón de votos más. El miedo a un Ejecutivo de PP y Vox, leen en la cúpula del PSOE, fue más poderoso que los recelos que pudieran sentirse a los lazos incómodos con los independentistas. Además, consideran que el PP ha ido ya tan lejos en sus diatribas contra Sánchez que las hipérboles acaban por no hacer impacto.

Aunque la presión de ERC y sobre todo Junts es muy fuerte, el líder socialista también quiso mostrar que sí tiene límites. Rubricó que no está de acuerdo con que las comisiones de investigación que funcionarán en esta legislatura en el Congreso —sobre la operación Cataluña, los atentados de Barcelona y Cambrils y el espionaje con Pegasus— llamen a jueces, como desean los independentistas. Así que no serán convocados, pues, sin los socialistas, ERC y Junts no tienen votos para forzar su comparecencia. El ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, lo explicaba minutos antes en rueda de prensa en la Moncloa: el artículo 76 de la Constitución, el 399 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y el 52 del reglamento del Congreso dejan claro el campo de actuación de las comisiones de investigación parlamentarias. Estas "no pueden ni revisar resoluciones judiciales ni vincular a los tribunales", y los jueces y magistrados, además, no tienen obligación de asistir a ellas. Pero es que además su comparecencia no tendría "utilidad", porque el conocimiento que ellos tienen de los procesos investigados "es justo lo que la ley prohíbe que se pueda revelar".

Sánchez avanza el 'no' del PSOE a la petición de los separatistas de que comparezcan los jueces en el Congreso

El camino de la normalización, por la vía de los hechos, de ERC y Junts también alcanza a Bildu. Sánchez explicó en todo momento que la moción de censura en Pamplona, que derribará a la alcaldesa, Cristina Ibarrola, de UPN, y que concederá la vara de mando a Joseba Asiron, de EH Bildu, es un hecho "puntual", que obedece a la propia situación de ingobernabilidad y "parálisis" de la ciudad, sin presupuestos desde 2021. Insistió en que nada tenía que ver la maniobra con un hipotético pago a Bildu por los seis votos prestados a su investidura.

Acuerdo "razonable" con Bildu

Y ratificó que su partido no promoverá operaciones similares en pueblos donde exista una correlación similar y quepa la posibilidad de tumbar a regidores de UPN, aunque avisó a los regionalistas de que el camino para salvarlos no es llamar a los socialistas "escoria" día sí y día también. Pero más allá de la génesis de la moción en Pamplona, lo que es evidente es que el PSOE quiere visibilizar que su relación con la izquierda abertzale se fortalece y que es un socio más. Socio que ha dado el paso, que cree no menor, de comprometerse al "reconocimiento y reparación" de las víctimas de ETA, como recoge el "razonable" acuerdo firmado por Bildu y PSN.

Subraya que la relación con el PNV es "de presente y de futuro". Es decir, que no peligra la Lehendakaritza para los nacionalistas vascos

Pero lo que también recalcó el presidente fue que su alianza con el PNV es muy poderosa, es "de presente y de futuro", "indestructible". Por eso no cabe pensar que el PSE haga lehendakari al candidato de Bildu. Tras las autonómicas, pues, se repetirá la entente entre los socialistas y los nacionalistas vascos. Y es que el PNV es otro socio nuclear de legislatura. Privarle de la Lehendakaritza sería perderlo también en Madrid, y sus cinco votos son imprescindibles para la mayoría.

Mientras se robustece la relación con sus socios, se agrieta la interlocución con el PP. Todavía no hay fecha para la reunión con Feijóo, y por ahora quedan dos ventanas disponibles, los viernes 22 y 29 de diciembre. Para Sánchez, las largas del PP responden a que no ha asumido la derrota que le supuso el 23-J, al ganar en votos pero no poder gobernar. El jefe del Ejecutivo aseguró que este miércoles, durante la larga sesión en el Congreso —comparece primero para dar cuenta de la presidencia española de la UE y luego arrancará el control al Gobierno—, le mandará un recado al líder del PP, para emplazarle a ese encuentro pendiente.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante la cena navideña del Partido Popular de Madrid celebrada el pasado 18 de diciembre de 2023 en Madri. EFE / SERGIO PÉREZ

Génova exige que se le facilite primero por escrito el orden del día, una pretensión que en la Moncloa ven "ridícula" porque ya se conocen los temas que quiere abordar el presidente, ya que los ha repetido en público y en privado: la renovación del Poder Judicial, la reforma del sistema de financiación autonómica y la eliminación de la palabra "disminuido" del artículo 49 de la Constitución. Y ya se ha reiterado a Feijóo, también en público y en privado, incidían, que puede incorporar cualquier nuevo asunto a debate, sin advertirlo previamente. En el equipo del presidente insistían ayer martes en que no se apearán de sus posiciones. Es decir, que no habrá respuesta por escrito porque daría pie a una contestación dilatoria de vuelta, porque la pretensión de Génova es "marear la perdiz". Así, "no hay nada que pactar".

Presiones de Vox y de los "ultras" del PP

Los colaboradores de Sánchez rechazan el argumento de que no lo ha puesto fácil al tejer una moción con Bildu en la capital navarra: "No podemos estar pendientes de lo que le va bien o mal a Feijóo. Lo de Pamplona no se podía aguantar más". Alegan que Sánchez no puso pegas en su día, cuando era jefe de la oposición, para reunirse con Mariano Rajoy, aunque sobre él pesara la Gürtel, como tampoco puso reparos Pablo Casado. Es Feijóo, apuntaban, quien está rompiendo con esa institucionalidad, y si lo hace es porque entienden que está sometido a las presiones de Vox y de los "ultras" de su partido, como la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. En el núcleo de confianza del presidente dan a entender que si el dirigente gallego pide reunión en enero, se le dará, pero la confianza de llegar a un acuerdo es prácticamente nula.

Sánchez no da pistas del sucesor de Calviño, pero se sabrá a finales de este año o muy a primeros de enero. Y anticipa que remodelará su dirección del PSOE en la convención del mes próximo en A Coruña

Este martes por la noche, en Informativos Telecinco, siguió dando rodeos: está dispuesto a acudir a una reunión con Sánchez, "pero no a blanquearle ni a que falte al respeto": "El presidente del Gobierno, a veces, es muy soberbio y no puede faltar al respeto al líder de la oposición ni a la primera fuerza política de España", informa EFE.

Esas pocas expectativas de los resultados de un eventual encuentro con Feijóo afectan al Poder Judicial. Sánchez dijo a los periodistas que si el jefe del PP se niega a renovarlo habrá de buscarse alguna solución, y un camino puede ser el plan Guilarte, el diseño ofrecido por el presidente suplente del CGPJ, Vicente Guilarte, para recortar al órgano de gobierno de los jueces de la capacidad de realizar nombramientos, restándole incentivos a los partidos para hacerse con su control. Pero, por ahora, sancionó, "lo importante es trasladar la presión al PP".

A Sánchez se le preguntó insistentemente quién sería el reemplazo de Nadia Calviño al frente de Economía una vez que ella ha sido la elegida para presidir el Banco Europeo de Inversiones (BEI). No dio pistas sobre su sucesor, ni tan siquiera si estaba sentado en el Consejo de Ministros —o sea, si podría ser José Luis Escriváo procederá del exterior. Lo único que confirmó es que el reajuste en el Ejecutivo se hará o bien la próxima semana o bien en los primeros días de enero. Es decir, que no se esperarán semanas hasta proceder al relevo.

En enero también el presidente reorganizará su partido. Lo hará coincidiendo con la convención política que el PSOE celebrará en A Coruña, los días 19, 20 y 21 de enero. Sánchez tiene que retocar el organigrama de su dirección, porque algunos cargos han marchado al Gobierno y otros se han ido de él. De nuevo, no anticipó qué peones tocará.

Todo eso llegará en los próximos días y semanas. Entretanto, el debate político seguirá cabalgando entre la reunión sin fecha con Feijóo y las citas pendientes, y también sin fecha, con Puigdemont y Junqueras.