En los años veinte del siglo pasado un ya conocido economista inglés, miembro del grupo de Bloomsbury, publicó un libro denominado Cómo pagar la guerra, en referencia a las secuelas de la Gran Guerra (Primera Guerra Mundial para las nuevas generaciones), y mucho menos comentado que su famosa Teoría General. Obviamente, John Maynard Keynes era una mente privilegiada, capaz de convertir su cerebro en una bolita mágica con la cual hacer predicciones novedosas, inalcanzables para los vetustos cuerpos burocráticos que regían las universidades (léase, en versión actual, ANECA).

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