El bloqueo de Murcia da una baza a Feijóo para acudir al debate cara a cara contra Pedro Sánchez con un marco discursivo determinante tras semanas complicadas en la que el PP ha dado una imagen de cesión permanente frente a Vox a nivel territorial. Ese marco es el de Fernando López Miras acudiendo a dos sesiones de investidura este viernes y el próximo lunes, y fracasando en su intento de repetir en la presidencia de la Región de Murcia al no ceder ante Vox, que como en Extremadura o la Comunidad Valenciana, y como apunta Aragón, para entrar en el gobierno. Ello, justificado principalmente por la ventaja implementada del PP murciano, al borde de la mayoría absoluta y a dos escaños de los 23 necesarios para ello.

A esa cerrazón del PP se añade el aliciente del inicio de la campaña electoral, que entrará de lleno la próxima madrugada y tras la primera jornada de debate que acoge hoy la Asamblea de Murcia. Ya inmersos oficialmente en la carrera electoral, la cámara murciana rechazará a López Miras por no aglutinar esa absoluta requerida, algo que se repetirá la mañana del lunes por la vía de la mayoría simple si Vox no, al menos, da su abstención [el PP suma más que toda la izquierda]. Con esa imagen de rechazo y negativa a colaborar mano a mano con Vox en la autonomía a cambio de dos votos, Feijóo pretende llegar fortalecido para desactivar el principal recurso argumentativo de Sánchez esta última semana: o una alternativa de izquierdas y progresista, o la alianza a nivel nacional de la derecha y la ultraderecha, que puede suponer un retroceso de derechos. Lo que ha implementado un ligero crecimiento del PSOE en los sondeos.

En un intento de retorno a la senda de la moderación frente a lo acontecido por los pactos postelectorales del 28-M, la negativa de Murcia busca ser una declaración de intenciones de cara a las negociaciones posteriores de las generales; la de gobierno de la lista más votada en solitario con una mayoría simple holgada y mediante pactos externos de legislatura, o la de una repetición electoral que oxigene a Ferraz y sus socios. Ello, para cargar sobre las espaldas de Vox la responsabilidad del vuelco o no hacia la derecha del tablero para sacar a Sánchez de la Moncloa. La concepción del PP es que una repetición favorecería la implementación de votos, tanto en el ámbito murciano como nacional; sería un "win-win", dicen. Aunque supondría prolongar el desgobierno hasta finales de año y otro sobrecoste electoral.

Con el refuerzo murciano, el PP quiere aferrarse de nuevo a lo que llama 'geometría variable' en el ámbito regional, un término ya acuñado por el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero en su último gobierno. Es decir, una línea versátil de pactos a múltiples focos y que no dejen una imagen de dependencia en Vox. En contraposición a esos acuerdos, los populares enarbolan los conseguidos en Cantabria con el PRC, con Coalición Canaria en las islas o en varias capitales vascas y Barcelona con el PNV y el PSC desde la "centralidad". En definitiva, desde Génova se matiza que el PP no es "rehén" de Santiago Abascal.

La competencia de estas generales se decide por el centro, por lo que Feijóo busca hacer una oferta desligada de Vox"

A la actitud en Murcia se unen declaraciones de intenciones como el programa electoral nacional que este martes ha presentado el PP. En sus 365 medidas, los populares no incorporan ninguna de las líneas generales del discurso de Vox con perspectivas a ganar voto desde esa franja. Algo que sí asumió Isabel Díaz Ayuso, en un grado leve, en la última campaña de autonómicas, lanzándose contra elementos como la Agenda 2030, un concepto reiterativo de la crítica de Vox por su carácter globalista. Ella se centró, no obstante, en la imposición de "estilos de vida" y la incapacidad de proponer "medidas medioambientales reales".

Frente al tacticismo de Ayuso en Madrid para romper definitivamente con Vox, Feijóo sabe, como Sánchez, y así lo demuestran las últimas encuestas, que la competencia de estas generales se decide por el centro: según el CIS, casi dos de cada diez votantes del PSOE [1,35 millones de personas] están planteándose apostar por su papeleta. Al margen de la transferencia directa ya lograda desde Ciudadanos, de entre el 45-55% [unos 900.000] según SigmaDos, 40dB o el propio CIS, los naranjas, ahora huérfanos sin candidatura que los represente, tienen un 22% [400.000] de electores indecisos entre el PP o el PSOE. Son en total cerca de dos millones de votantes. El PP y PSOE, individualmente y según el CIS, bordean los diez puntos de indecisos, lo que deja en juego para los socialistas unos 500.000 votantes del PP, y para los populares 700.000 del PSOE.

De ahí la renuncia a medidas ideológicamente polémicas o cercanas a Vox, y el empleo de un tono conciliador, presidenciable y receptivo con la oposición de llegar a presidir el país. Así se manifestó en la presentación del programa.

Murcia, 'laboratorio' político frente a un Vox crecido

El encallamiento que vive Murcia para desbloquear la investidura es un símil de lo que puede pasar en el Congreso de los Diputados de lograr el PP "la mayoría suficiente" que el tracking interno de Génova empieza a percibir. Son entre 150 y 160 escaños. Un peso [alineado con GAD3] que, tras pactos individualizados con agrupaciones como Coalición Canaria, la UPN, el PNV o Teruel Existe, justifique ante Vox la independencia gubernamental y solo el compromiso programático como el PP de Rajoy con Ciudadanos en 2016. Ante un impedimento que "no es razonable" para el barón murciano del PP, el mensaje es claro: el voto al PP permite "sacar a Sánchez" del Gobierno. O lo que es lo mismo, la fragmentación en la derecha puede llevar a dificultades de entendimiento que frustren atender a ese objetivo.

La respuesta de Vox es contundente y se produce tras un proceso de adaptación del mismo. Si bien en la campaña de mayo Vox asumía que sus exigencias pactistas serían razonables, trasladando indirectamente que solo pretendería entrar en aquellos Ejecutivos con notable dependencia, ahora consideran necesario controlar internamente cualquier pacto para asegurar el cambio de políticas ante las de izquierdas. Todo con la excepción de Baleares, donde la cesión de la Oficina de Libertad Lingüística ha sido un gesto "suficiente". Y es que el incremento del peso territorial, pese al descenso en las encuestas por la proporcionalidad aglutinada por Feijóo, les ha hecho crecerse y percibirse ya sin medias tintas como un partido de gobierno dentro de la mencionada "alternativa".

Vox ha cambiado su apertura a no entrar en los gobiernos donde el PP tuviera una mayoría holgada a demandar puestos clave bajo la escusa de la desconfianza"

En esa evolución, y para justificar el cambio de criterio, Vox ha introducido el componente de la desconfianza sobre el tablero. A nivel regional, en Murcia el argumento dado es que el precedente de López Miras al frente del gobierno les genera rechazo. "Rompió su pacto externo y gobernó con tránsfugas de Vox", ha recalcado el partido esta semana ante la presión mediática por el bloqueo local. Así se ha referido el propio Abascal, al señalar a la ruptura de la coalición con Ciudadanos, y el sostenimiento de la legislatura con fugados de sus siglas así como de la formación naranja. En añadido, y a nivel nacional, esa desconfianza entra en lo referido a el componente ideológico en un futurible gobierno.

Con el marco empleado por Feijóo, de 150-160 escaños como arma de presión a Vox para poder gestionar en solitario, Abascal le ha dado la vuelta para apelar al votante, entre otras razones, que puede sentirse tentado para abandonar las filas ultraconservadoras y subir al 'barco gallego'. Parafraseando su intervención este martes en un desayuno informativo en el hotel Intercontinental y por la noche en una entrevista en Telecinco, Abascal considera que con la mayoría absoluta más amplificada de la democracia, la de Mariano Rajoy, el PP abandonó su senda ideológica escudado en la gestión y asumiendo banderas de la izquierda, caso del aborto o "la agenda independentista y globalista". Y en ese momento nació Vox. Esa mayoría "no sirvió absolutamente para nada", le respaldaba como previa su secretario general Ignacio Garriga el lunes.

Frente al objetivo de desplazar a Sánchez del PP, Vox avisa que ese no es el final, y remarca la necesidad de implementar una amplia agenda ideológica más allá del sanchismo; aplicada a la herencia del PSOE. Si no se supervisa la acción de gobierno justifican desde Bambú, perciben que el gobierno de Feijóo volverá a centrarse en la gestión económica, sobre todo frente a una etapa de ajustes que empieza a vislumbrarse. Ante una vía utilitarista y cambiante que podría conseguirse vía puntos programáticos, en Vox, con una remodelación interna entre el peso de las corrientes ideológicas, parece imponerse el ala dura, que demanda sillones para no prolongar los bloqueos. El primer y único encuentro entre José Ángel Antelo, el líder autonómico de Vox en Murcia, y López Miras, se ha saldado con buenas sensaciones, pero el rechazo de los de Abascal a una oferta de 88 puntos programáticos.