Como siempre que hay una manifestación, hay debate sobre las cifras, en el que convocantes y autoridades casi nunca se ponen de acuerdo. Salvo en las concentraciones independentistas, en las que la Generalitat suele ser generosa con sus cálculos, como corresponde a una institución que, además de gobernar, está detrás y delante de las convocatorias.

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